Por R. Olearchyk, J. Farchy y N. Buckley
Mariupol, Moscú y Londres
Los presidentes de Rusia y Ucrania señalaron ayer que habían acordado los pasos hacia un cese al fuego en el conflicto en el este de Ucrania. Pero incluso antes de que se acabara el día, surgieron preguntas sobre si es que los pasos eran factibles, y cuánto consenso había realmente.
Luego de que Vladimir Putin de Rusia y Petro Poroshenko de Ucrania sostuvieron una conversación telefónica en la mañana, el Kremlin afirmó que sus visiones estaban “ampliamente en acuerdo sobre posibles maneras de resolver la severa crisis”.
Poroshenko fue más allá, publicando un comunicado diciendo que los presidentes habían pactado un “cese al fuego permanente en Donbass”, o sureste de Ucrania. Las acciones rusas y el rublo se dispararon.
Luego de que el Kremlin no confirmara rápidamente tal compromiso, Kiev ajustó el comunicado para decir que habían acordado sólo un “proceso de cese al fuego”.
Más tarde, Putin delineó un plan de cese al fuego de siete puntos, incluyendo una fuerza de monitoreo internacional y corredores humanitarios, pero el primer ministro ucraniano, Arseniy Yatseniuk, lo rechazó como un intento de convertir al Donbass en un “conflicto congelado”. “El verdadero plan de Putin es arruinar Ucrania y restaurar la Unión Soviética”, dijo el premier.
Al tratar de entender las señales contradictorias, los analistas sugirieron que ambos líderes tenían razones para avanzar en el cese al fuego y en un acuerdo negociado.
Algunos políticos ucranianos y occidentales creen que Putin intenta jugar un papel conciliador antes de la cumbre de la OTAN y eludir, por ahora, sanciones más duras de la UE.
Pero Dmitry Trenin, director del Centro Carnegie de Moscú, sugirió que Bruselas tenía poco que ver con sus cálculos. Putin estaría prosiguiendo su estrategia, argumentó.
Al reforzar el involucramiento de Rusia en semanas recientes y al desplegar tropas rusas regulares, Putin había enviado un mensaje a Kiev de que no permitiría que las fuerzas ucranianas derrotaran a los rebeldes pro rusos.
“Él puso su dedo en la balanza de la batalla, no su puño completo. Y eso fue suficiente para negarles la victoria a las fuerzas ucranianas”, sostuvo Trenin. El experto añadió que el principal objetivo del mandatario ruso era posicionar a Moscú para tener “suficiente ventaja para influir muy fuertemente sobre lo que sucede en Kiev”, y evitar que se una a las alianzas occidentales como la OTAN.
Diversos analistas concuerdan en que Rusia busca lograr esto convirtiendo al Donbass en un “conflicto congelado”.
Eso deja a Poroshenko con un dilema, ya que debe equilibrar su deseo de llegar a un acuerdo con las presiones para que no acepte el “congelamiento del conflicto”.