No es de extrañar que las preocupaciones por el crecimiento mundial afecten a los mercados emergentes con más fuerza que a los mercados desarrollados. A fines de la semana pasada, los precios de las acciones en los mercados desarrollados habían recuperado la mayor parte de sus pérdidas, mientras que las acciones globales de los mercados emergentes cayeron 1,7% y los mercados asiáticos, por lo general los más resistentes, habían caído 0,9%. A principios de semana, los activos de los mercados emergentes reaccionaron de una manera más contenida, pero esto "reflejaba el hecho de que ya se habían debilitado de manera significativa", escribieron analistas de Goldman Sachs.
Las monedas de los mercados emergentes han estado débiles por un tiempo y han perdido más de un 5% en el año. Mientras que la deuda apta para la inversión de los mercados emergentes se ha mantenido mejor, lo ha hecho precisamente a causa de la desaceleración y más presiones deflacionarias y desinflacionarias.
Hay razones estructurales y cíclicas para seguir siendo pesimistas sobre las perspectivas de los mercados emergentes, especialmente en Asia. Al mismo tiempo, sin embargo, los inversionistas deben adoptar una visión más matizada. Aunque los emergentes no están a punto de separarse del resto del mundo, la divergencia en el desempeño dentro de la amplia categoría que hay puede volverse más dramática en el futuro.
Asia, en particular, necesita reinventarse a sí misma. Es poco probable que su modelo de crecimiento impulsado por las exportaciones funcione tan bien en el futuro como lo ha hecho durante la última década. Las exportaciones asiáticas alcanzaron su punto máximo en 2011 y desde entonces el poder de fijación de precios de los fabricantes no ha hecho más que debilitarse. Más importante aún, China está cambiando a un modelo más enfocado en la demanda doméstica. En los últimos años, las exportaciones chinas tuvieron importantes repercusiones en el resto de la región a través de vínculos en las cadenas de suministro, pero ahora están empezando a disminuir, según Andrew Tilton de Goldman Sachs en Hong Kong. Además, la cuota de mercado de China se ha estabilizado, lo cual sugiere que los beneficios comerciales serán cada vez más un juego de suma cero.
Al mismo tiempo, los mercados desarrollados están creciendo más lentamente. Es preocupante que EEUU "ya no será el primer recurso como consumidor para los mercados emergentes, debido a la mejoría de su competitividad y a la reducción de la dependencia energética", señala Shweta Singh, economista de Lombard Street Research en Londres.
Por otra parte, el costo del crédito a nivel mundial es cada vez mayor, por lo que el crecimiento alimentado por la deuda, estilo asiático, se torna más caro. Las condiciones financieras en general se están poniendo más difíciles para las empresas de los mercados emergentes ya que los diferenciales se amplían y las monedas locales continúan bajando.
Sin embargo, el impacto de las grandes macrotendencias difiere entre países. Por ejemplo, una de las operaciones favoritas de Morgan Stanley en estos días es estar en posición larga con respecto a la rupia india ante la rupia indonesia.
La operación de Morgan Stanley refleja en parte el efecto beneficioso que la caída de los precios del petróleo ha tenido en la cuenta corriente y la inflación de India, así como la diferencia en la dependencia que ambos dos países tienen del financiamiento en dólares.
Pero más profundamente, el negocio refleja un cambio general en las fortunas relativas de los importadores y exportadores de productos básicos. Ese cambio está sucediendo en el contexto de una desaceleración china, que a su vez está conduciendo a una menor demanda de carbón, hierro y petróleo.
En gran parte gracias a los precios más bajos del petróleo, el déficit de la cuenta corriente de India se encuentra en su nivel más bajo en seis años. Por el contrario, el déficit de Indonesia se ha más que duplicado hasta un 4,3% del PIB en el segundo trimestre. Un ambiente más benigno podría conducir a un círculo virtuoso sostenido en India.
En América Latina probablemente sucedan también divergencias y cambios relativos en las fortunas. México parece tener perspectivas más fuertes a corto plazo que Brasil o Chile, ya que un 80% de sus exportaciones van a EEUU, añade Singh. Un dólar fuerte también ayuda a México.
Pero es poco probable que regrese pronto un mundo benigno donde prácticamente todos los mercados emergentes se fortalecen por la demanda de sus vecinos más ricos.