Durante meses, el anticipado plato fuerte de la visita del presidente ruso Vladimir Putin a China ha sido la firma de un acuerdo de suministro de gas a largo plazo.
Las conversaciones entre Gazprom, la firma estatal de gas, y el gobierno chino se han alargado por una década, pero finalmente se están acercando a un final en medio del deterioro de las relaciones de Rusia con Occidente por Ucrania.
Según fuentes chinas y rusas, ambas partes aún están regateando los términos de precio. Ayer, en la víspera de su viaje, Putin comentó a la televisión estatal china que la negociación de gas estaba “casi finalizada”.
Una persona cercana a Gazprom afirmó que ambas partes podrían firmar un acuerdo incluso sin un acuerdo final sobre el precio.
El presidente ruso, bajo presión por parte de Occidente por anexar Crimea, quiere demostrar que su gobierno no está aislado y que tiene socios que le ayudarán a levantarse frente a Europa y particularmente EEUU. “Nuestras posiciones [con Beijing] sobre los principales temas internacionales son similares o incluso idénticas”, declaró Putin a los medios chinos.
Un alto funcionario ruso comentó a FT: “apreciamos mucho el hecho que no ha habido un sermón por parte de Beijing, y [su] respeto y entendimiento de nuestros intereses nacionales en esta crisis”.
Aunque China ha sido muy cuidadosa de no apoyar completamente a Rusia, también ha evitado una crítica abierta de Moscú. Wang Yi, ministro de Relaciones Exteriores de China, aseveró recientemente que la relación sino-rusa había entrado a “su mejor período en la historia” y estaba caracterizada por un “alto nivel de confianza mutua”.
Wang Yiwei, director del Centro de Estudios de la UE en la People’s University de Beijng, afirmó ayer: “la crisis ucraniana y las sanciones de Occidente están obligando a Rusia a girar hacia el este”.