Cuando la votación para la legalización del matrimonio gay en el estado de Nueva York estaba al borde de la derrota hace tres años, la salvación vino de una fuente inesperada: uno de los administradores de fondo de cobertura más tremendamente derechista de Estados Unidos y un gran contribuyente republicano.
Paul Singer, fundador de Elliot Management, reunió a un pequeño grupo de multimillonarios con ideas afines que le prometieron a los senadores republicanos nerviosos un cortafuegos de donaciones de campaña para resistir los esfuerzos por parte de los conservadores sociales del partido de desbancarlos. El plan los ayudó a recaudar más de US$ 1 millón en un par de días –una gran suma para carreras aletargadas por el senado del estado- y logró el número correcto de votos para asegurar la igualdad de matrimonio en Nueva York.
Los oponentes pusieron el grito en el cielo, pero fue otro paso hacia el premio de reconocimiento nacional completo para las uniones homosexuales, la meta de Singer desde que su hijo reconoció su homosexualidad en 1998. En política como en las inversiones, es un jugador del juego largo, y sus tácticas –planeadas meticulosamente, ejecutadas agresivamente- son a menudo controvertidas.
La semana pasada –trece años después de que Elliott Management comenzara a acumular deuda del gobierno argentino a precios rebajados cuando el país estaba al borde del default- la Corte Suprema de EEUU decidió que el suyo y otros fondos de cobertura debían recibir el pago completo de los
US$ 1.500 millones en bonos pendientes. Elliott lideró a un pequeño grupo de inversionistas que se opuso a los términos de dos reestructuraciones de deuda soberana, en las que otros acreedores aceptaron menos que el valor nominal de sus bonos.
“Ya sea el matrimonio homosexual o Argentina, o afectar el paisaje político, Paul es intenso y tenaz en ver más allá de las cosas”, asegura Daniel Loeb, fundador del fondo Third Point y un socio contribuyente de los derechos para los gay. “Él se enfoca intensamente y está orientado a los resultados, pero al mismo tiempo es extremadamente de principios”.
En una respuesta desafiante al veredicto de la corte, la presidenta argentina Cristina Fernández afirmó que Buenos Aires no cedería a “la extorsión de los especuladores” y a los “buitres”. El creciente valor de las inversiones de los holdouts, alguna vez pensadas sin valor, les daría un retorno que incluso el crimen organizado no podría igualar, sostuvo la mandataria.
El asalto legal sobre Argentina sigue tácticas de holdout similarmente agresivas por parte de Singer en contra de los gobiernos de Perú y la República del Congo; tácticas que según Anne Krueger, ex primera vicedirectora gerente del Fondo Monetario Internacional, hacen mucho más difícil ayudar a las naciones endeudadas cuando sus economías tropiezan.
Singer se fastidia con el término “fondo buitre”. No pagarle a los acreedores a menudo habla de una corrupción más amplia del gobierno que probablemente está dañando a los ciudadanos incluso más que los tenedores de bonos, asevera. “Él está enfocado en el Estado de derecho”, comenta una persona que ha trabajo con él. “Él cree en él sinceramente”.
La clave: deuda riesgosa
Paul Elliott Singer nació en 1944 en Nueva Jersey, su padre era un farmacéutico de Manhattan, su madre una dueña de casa. Estudió psicología en la Universidad de Rochester. Le siguió la escuela de derecho de Harvard, y luego una carrera como abogado de Wall Street. Además, invirtió el dinero de su familia y hacia 1977 había encontrado una fórmula ganadora para el “arbitraje convertible”, explotando las diferencias de precio entre la deuda convertible de una empresa y sus acciones. Con US$ 1,3 millón de la olla familiar, comenzó Elliott Management.
No fue el arbitraje convertible el que hizo a la firma grande, sino su movida hacia la deuda riesgosa. Quitaría los préstamos y bonos pertenecientes a las compañías en problemas y buscaría influenciar el resultado de una bancarrota, usualmente reafirmándose como un representante de los grupos de acreedores. Después de casi cuatro décadas de retornos anuales compuestos de 14%, Elliott es un fondo de multi-estrategia con US$ 24 mil millones en activos en los mercados globales. Los inversionistas incluyen al ex candidato presidencial de EEUU Mitt Romney y al fondo de pensiones de Nueva Jersey.
Singer es precavido y académico cuando habla en público sobre Elliott o los mercados, y no menos serio en privado. Cuando un periodista de la revista Euromoney le preguntó si la persecución legal era un poco divertida, recibió una mirada de incomprensión y asombro. “¿Divertida? Esquiar es divertido. Esto es trabajo”.
Hacer rock ’n’ roll con la banda familiar también es divertido: Singer en el piano, uno de sus hijos en la guitarra, el otro en la batería, su yerno en el saxofón. En una fiesta privada en Manhattan, improvisó con Meat Loaf.
Y luego está Arsenal. En Nueva York, a veces se puede encontrar a Elliot mirando la Liga Premier en un bar local. También viaja en jet a Londres para ver al equipo en el estadio Emirates al norte de Londres con su hijo, Gordon, quien maneja su oficina en el Reino Unido.
Su hijo más joven, Andrew, un doctor en Nueva York, se casó con su esposo en Massachusetts en 2009. Singer habló en Davos este año sobre cómo la homosexualidad de su hijo cambió sus visiones. “Era algo que estaba más allá de mi entendimiento en el momento”, dijo. “Luego de una serie de conversaciones de mutuo apoyo, me volví muy educado sobre el género y la sexualidad, y me volví muy entusiasta sobre sus esfuerzos para detener la discriminación”.
Singer ha puesto un estimado de US$ 10 millones en la batalla por el matrimonio gay, y vincula sus visiones sobre este tema con un fuerte conservadurismo fiscal. Habiendo apoyado al ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani para presidente hace seis años, respaldó a Paul Ryan en el boleto con Romney hace dos años. Picado por el daño hecho por los candidatos sin esperanza del Tea Party en las elecciones congresistas, este año ha dirigido su club informal de multimillonarios hacia un nuevo supercomité de acción política para concentrar el gasto en candidatos elegibles.
“Desperdicié mucho dinero antes al darle a gente muy simpática que no estaba lista para el horario prime”, acota Cliff Asness, fundador del fondo AQR y administrador del Manhattan Institute, un centro de estudios de derecha encabezado por Singer. “Paul dice que si vas a marcar la diferencia, tienes que elevar tu juego. Siempre está preguntando: ¿Qué estoy consiguiendo por mi dinero?”.