Maracaibo: la ciudad que simboliza la destrucción de Venezuela
Las colas de bencina son comunes en esta ciudad, que por décadas abasteció a Venezuela de la mayor parte de su petróleo.
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Maracaibo
En una deteriorada calle de Maracaibo, Venezuela, Lucho Torres se apoya en su antigua camioneta mientras espera para llenar el tanque de bencina. Delante de él, hay cerca de 30 conductores en una fila de autos que le da la vuelta a la esquina y después se pierde de vista. “Hoy la espera no es tan mala. Sólo voy a esperar más o menos una hora”, dijo Torres. “La vez que más esperé, pasé la noche durmiendo en el auto para obtener gasolina la mañana siguiente”.
Las colas de bencina son comunes en Venezuela en estos días, pero son particularmente irritantes para los residentes de Maracaibo. Durante décadas, esta ciudad y sus alrededores le proporcionaron a Venezuela la mayor parte de su petróleo.
Ahora, en medio de una profunda crisis económica, no hay suficiente gasolina para circular en un país que tiene las mayores reservas de petróleo del mundo.
Si bien todo el país se ha visto muy afectado, Maracaibo y el estado circundante del Zulia han sufrido incluso más que la capital, Caracas. La peligrosa situación económica de Venezuela va a seguir empeorando a medida que Estados Unidos endurezca las sanciones.
Atrás quedó el apogeo
En Maracaibo, muchas gasolineras están cerradas con cadenas en las entradas. Es una situación totalmente opuesta al apogeo de la ciudad hace una generación, cuando era una ciudad en auge reconocida por su descarado consumismo y su animada vida nocturna.
La cámara de comercio local dice que las ventas minoristas se han desplomado 85% en el último año. La ocupación hotelera es de 12%. Desde enero, las sanciones estadounidenses han obstaculizado las ventas de petróleo de Venezuela en el extranjero y la importación de gasolina de otros países, lo que ha obligado al país a depender de Rusia para su suministro de petróleo.
Muchas tiendas también están cerradas. Las pocas que siguen abiertas en el centro de la ciudad tocan música a través de altavoces para atraer a la gente, pero con poco éxito. Con un salario mínimo mensual de sólo US$ 5, las personas tienen poco dinero para gastar en todo menos en lo básico.
Algunos propietarios han abandonado el país, huyendo del colapso económico a su vecino Colombia, que queda a menos de 100 km de distancia. Otros se han quedado pero dicen que no vale la pena mantener abiertos sus negocios.
El crimen abunda y por la noche pocas personas salen a la calle en Maracaibo. Los apagones regulares y el racionamiento eléctrico han agravado el problema.
Si cruzas el puente de 8,7 km sobre el lago de Maracaibo, la ciudad de Cabimas está igualmente deprimida. Fue aquí, en 1922, donde los ingenieros descubrieron petróleo por primera vez, cambiando el destino de Venezuela para siempre. En ese momento, el país que dependía del café y el cacao para obtener sus ingresos se transformó en un floreciente estado petrolero.
Esos días ya pasaron. Gran parte de la industria petrolera se ha desplazado hacia el este, hacia los depósitos de crudo del cinturón de Orinoco y la producción nacional de petróleo ha caído a cerca de 750 mil barriles por día, su nivel más bajo desde la década de los ‘40.
Declive de Pdvsa
La estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), está perdiendo su personal, ya que sus empleados no pueden sobrevivir con salarios bajos, que han disminuido a medida que el bolívar ha caído en valor frente al dólar. Años de mala gestión y subinversión han dejado la infraestructura en ruinas. Los accidentes y los derrames son comunes. Una marea negra rodea la orilla del lago.
Muchos dicen que el declive de Pdvsa se debe a la huelga petrolera de 2002-2003, un intento para obligar a Chávez a dejar el poder. Una vez que terminó, el gobierno despidió a 18 mil trabajadores en represalia, muchos de ellos altamente calificados.
A partir de entonces, los nombramientos en Pdvsa a menudo han sido políticos. La nómina aumentó de menos de 30 mil en 2003 a un máximo de 117 mil en 2014, según Iván Freites, un líder sindical de la compañía.
El colapso de la industria ha empobrecido a las familias junto al lago. Una organización no gubernamental (ONG) local descubrió que las tres cuartas partes de los hogares en Maracaibo padecían hambre. Más de 60% de los encuestados dijeron que en los últimos tres meses hubo días en los que habían comido sólo una vez, o que algunas veces no habían comido nada.
De vuelta en las gasolineras, aquellos que llegan al frente de la cola son recompensados con bencina que está tan fuertemente subsidiada que es prácticamente gratis. Cuesta cerca de US$ 0,02 llenar el estanque.
Esto ha generado un próspero mercado negro. Las personas hacen cola para comprar gasolina, y luego la desvían y la venden con fines de lucro a aquellos que no tienen el tiempo o disposición para esperar.
En una carretera polvorienta en las afueras de la ciudad, los vendedores de gasolina venden botellas de plástico llenas de bencina. Un litro cuesta entre 4 mil y 5 mil bolívares, un gran aumento en el precio, pero aún menos que US$ 1.
A medida que la crisis humanitaria se profundiza, muchas personas se han ido. De las 4 millones de personas que han abandonado Venezuela en los últimos cuatro años, 1,3 millón se han establecido en Colombia, según cifras oficiales.
“Estamos en el ojo de una tormenta perfecta”, dijo Ezio Angelini, presidente de la cámara de comercio local. “Falta de servicios, hiperinflación, altos costos, problemas de electricidad, agua, transporte. Es una situación muy, muy difícil”.