La Casa Blanca está teniendo problemas para llenar los cargos financieros clave en la administración mientras una mezcla entre oposición del Senado y renuencia de los candidatos para aceptar las nominaciones deja vacíos estos importantes puestos.
Las reformas regulatorias aprobadas por el Congreso el año pasado crearon dos cargos para encabezar la nueva Oficina de Protección Financiera al Consumidor (CFPB, su sigla en inglés) y la nueva Oficina de Investigación Financiera (OFR, su sigla en inglés), pero ambos siguen vacantes.
Robert Shiller, un economista de Yale y cofundador del índice de precios de viviendas Case-Schiller, ha sido contactado para dirigir la OFR pero decidió automarginarse, según personas cercanas al tema.
Otros académicos con un interés en el campo, incluyendo a Andrew Lo, del Massachusetts Institute of Technology, también se han apartado. La administración ha hablado con John Geanakoplos, también de Yale, y con ejecutivos financieros.
Aquéllos que han sido contactados han entregado distintas razones para rechazar el trabajo. Algunos están desalentados por el compromiso de seis años que implica, otros por las luchas internas por el control en Washington. Uno de ellos dice que era un trabajo difícil porque “parece necesitar a un intelectual que piense en las burbujas” y “parece que contratarán a un sujeto duro como un fiscal” para que haga cumplir los nuevos poderes de recolección de datos de los bancos.
En tanto, Elizabeth Warren está conformando la CFPB. Los bancos y los Republicanos advierten que la profesora de Harvard tiene su agenda pro consumidor que elevaría los costos para la industria.
Warren se encuentra en la poco común posición de liderar la búsqueda para el primer presidente de la entidad, un trabajo que ella quisiera para sí misma. Pero a pesar de los esfuerzos para aplacar a la industria, los asesores de ambos partidos dicen que es poco probable que sea confirmada por el Senado como la primera presidenta de la oficina, un condición indispensable para ocupar el cargo.
Los senadores republicanos líderes, como Richard Shelby, del comité del sector bancario, ejercen un gran poder sobre los cargos. Shelby ha vetado efectivamente la nominación de Joseph Smith, el comisionado bancario de Carolina del Norte, para la Administración Federal de Viviendas (FHFA, su sigla en inglés) y se opuso al nombramiento de Peter Diamond, premio Nobel de Economía, para el directorio de la Fed.
Más cargos sin ocupar
Pero la administración ni siquiera ha nominado a gente para llenar otros puestos, y autoridades y asesores dicen que la carrera para la elección presidencial de 2012, donde los Republicanos estarán más renuentes a consentir los deseos de la Casa Blanca, hará las cosas más difíciles.
De las agencias existentes, el cargo más poderoso es el de presidente de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos, que Sheila Bair (quien deja el puesto en junio) ha convertido en un centro regulatorio, en parte al negarse a doblegarse ante los puntos de vista de Tim Geithner, el secretario del Tesoro, y Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal.
Otras autoridades estas felices de ver partir a Bair, pero la Casa Blanca no tiene un reemplazo, tal como la autoridades no han podido llenar el puesto en la FHFA, vacante por más de dos años, y la Oficina del Controlador de la Moneda, disponible desde el último verano (boreal).
Para cuando se retire Bair, de los 15 miembros del nuevo Consejo de Supervisión de Estabilidad Financiera, que vigilará el sistema para evitar futuras crisis, un tercio será comandado por autoridades vigentes o tendrá sillas vacías.
Los republicanos sugieren que la difícil experiencia de trabajar con presidentes de pensamiento independiente como Bair significa que la administración no tiene apuro para llenar los cargos. “El que no ve ventaja al ocupar los puestos es Geithner”, comentó un asesor de un republicano.
Por mientras, ha habido un silencioso éxodo en el Tesoro de profesionales financieros que ayudaron al gobierno a combatir la crisis financiera y a desarrollar las reformas. Con el paso de la crisis, el llamado al deber que llevó a muchos a Washington ha palidecido, haciendo que muchas autoridades de alto rango se retiren. Una autoridad dijo: “La crisis ya pasó, el proceso de veto es una pesadilla y es difícil conseguir a gente para estos trabajos”. Pero, agregó, la Casa Blanca ha “fracasado de manera sistemática” en llenar estos cargos.