Margaret Heffernan dice que no es ni enemiga de las empresas ni comunista, como un colega sugirió después de escuchar la premisa de su último libro, "A Bigger Prize", sobre los peligros de la competencia.
"Me encantan las empresas. Creo que el potencial de las empresas para resolver los problemas que enfrentamos es ilimitado. Así que me siento mal cuando lo ignoramos", dice.
Exitosa empresaria, últimamente ha canalizado su decepción en su escritura. "A Bigger Prize" fue precedida por "Wilful Blindness" (2011), una crítica feroz a la tendencia de las personas y organizaciones a ignorar deliberadamente amenazas y escándalos como el fraude de Enron. Pero Heffernan asegura que las empresas tienen un gran apetito por sus ideas, pese a lo crítica que ella es sobre el momento por el que atraviesan.
A pesar del ataque de "A Bigger Prize" a uno de los pilares del capitalismo de libre mercado, cuando Heffernan habla de ello a los líderes empresariales y ejecutivos de los bancos, las farmacéuticas y los fabricantes, "todos lo entienden".
Por lo general, tienen una reacción de dos etapas, explica: el alivio y la iluminación de que pueden haber formas distintas y más colaborativas para trabajar, seguido por la constatación de que probablemente ya han probado algunas de las ideas del libro en el pasado sin darse cuenta.
"Es como una máquina donde los engranajes están atascados. No hay aceite y el comité ejecutivo está pisando el acelerador y la cosa no funcionará", dice respecto de la obsesión por la competencia. "Cuando te replanteas las cosas y empiezas a pensar diferente sobre cómo las personas trabajan juntas y qué las hace realmente productivas, de repente los engranajes comienzan a girar de nuevo", agrega.
De padres estadounidenses, Heffernan nació en Texas y fue criada en Holanda. Cuando el trabajo de su padre en la industria del petróleo llevó a la familia a Londres en la década de 1960, se enamoró del teatro y fijó su mirada en la Universidad de Cambridge.
El amor por el teatro la llevó a BBC Radio, como investigadora, editora de guión, productora y editora. En los últimos diez años ha vuelto a la radio, escribiendo cuatro obras de teatro para la BBC. Su carrera en la cadena culminó con el trabajo de productora ejecutiva de trece programas de televisión que se emitieron en 1989, como parte de la celebración del bicentenario de la Revolución Francesa.
David Wetherell, director ejecutivo de la incubadora puntocom CMGI y uno de los grandes nombres de la tecnología en la costa este, contrató a Heffernan para iniciar un nuevo negocio en 1994.
Cuando la burbuja de Internet estalló en 2001, la red de start-ups que había construido empezó a desintegrarse. Heffernan, que trabajó allí comprando y vendiendo empresas durante ocho años, hasta 2002, dice que el rápido despegue del sector era más aterrador que su colapso.
Heffernan explica que motivar al personal de las empresas que ella dirigió nunca usó la competencia como un estímulo. De hecho, recuerda cómo siendo presidenta ejecutiva de InfoMation, una compañía de software, revitalizó a su equipo que había caído en una "fricción improductiva", invitándolos a compartir sus experiencias en un bar los viernes por la tarde.
Era "un truco barato y fácil", pero "el efecto fue asombroso", señala. "teníamos un equipo maravilloso, pero nadie lo notaba porque estaban tan enfocados en sus tareas que no tenían tiempo para conocerse, y como no confiaban en el otro, no se les ocurría perdirse ayuda entre sí", recuerda riendo.
La competencia, dice Heffernan, mina la colaboración, la que según las investigaciones mejora el rendimiento.
En raras ocasiones se necesita un poco de competitividad, y es fácil aumentarla, pero estamos tan condicionados para competir que "hay que bajar el ritmo el 95% de las veces".