Dilma Rousseff se enfrenta a escrutinio sobre su récord económico en Brasil
Mientras muchas personalidades desde inversionistas hasta directores ejecutivos apoyan al candidato de oposición a favor del mercado, Aecio Neves, pocos se atreven a decirlo en público por miedo a molestar al Partido de los Trabajadores (PT).
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Felipe Miranda, uno de los fundadores del grupo de investigación financiera Empiricus, es una excepción en la comunidad brasileña de negocios: piensa votar por Aécio Neves en las elecciones presidenciales del domingo y no le da miedo decirlo.
Mientras muchas personalidades desde inversionistas hasta directores ejecutivos apoyan al candidato de oposición a favor del mercado, pocos se atreven a decirlo en público por miedo a molestar al Partido de los Trabajadores (PT), en el poder actualmente, y dañar sus propios negocios.
"El gobierno tiene tentáculos en toda la economía, lo que puede hacer la vida muy difícil", dice un ejecutivo de un banco internacional en São Paulo. Apoya al Sr. Neves y no conoce a nadie en el mercado que vaya a votar para reelegir a la presidenta Dilma Rousseff, dice.
Para el Sr. Miranda, sin embargo, informar sobre la posición política de su firma era una cuestión de principio. "En EEUU la gente puede tener una postura ... es lo correcto", dice. Añade que no puede soportar la idea de cuatro años más del gobierno en turno, el cual cree que es responsable del bajo crecimiento del país, la inflación alta, el deterioro de las cuentas públicas y la "destrucción" de Petrobras, la compañía petrolera estatal.
En la elección más competitiva en una generación, los brasileños – particularmente la nueva clase media – están buscando un líder que reviva al crecimiento y trate más efectivamente con el transporte, la salud y la educación, dicen los analistas.
Pero ya que los candidatos se encuentran en un empate técnico en la carrera por el voto, la campaña ha degenerado en ataques personales, con los dos lados acusándose de ofensas que van desde el alcoholismo hasta el nazismo.
Aunque ha habido algún debate sobre el punto fuerte del PT – el desempleo se ha mantenido bajo a pesar de una recesión – los economistas dicen que se ha perdido una oportunidad importante de discutir por qué el crecimiento durante los cuatro años del período de la Sra. Rousseff se ha mantenido a los niveles más bajos para un candidato presidencial desde los 1990. La inflación que está arriba de 6.5 por ciento, también ha excedido el objetivo del banco central y las inversiones permanecen bajas.
"No hemos visto el alcance del ajuste que ya está en marcha independientemente de quién gane este domingo", dijo Alberto Ramos, economista de Goldman Sachs, avisando que hay tiempos difíciles por delante.
La coalición en poder del PT ha acusado en vez a la crisis global para justificar el bajo crecimiento del país y su programa de estímulos fiscales abiertos que algunos dicen es una amenaza para la salud de las cuentas gubernamentales.
"Durante seis años, la economía global se ha enfrentado a la peor crisis en 80 años", dijo el ministro de finanzas Guido Mantega durante un reciente debate en Globo TV.
El problema con este argumento es que no sirve para explicar por qué el desempeño de Brasil es peor que el de sus vecinos. A pesar de la crisis financiera global, la voracidad de la demanda china por materias primas ha mantenido a las economías sudamericanas funcionando cómodamente. Sin embargo Brasil creció en un promedio de 3 por ciento anual mientras que Colombia, Chile y Perú crecieron prácticamente al 5 por ciento anual. Brasil entró en una recesión técnica durante la primera mitad de 2014, mientras que las economías sudamericanas orientadas al Pacífico deberán crecer 3.5 por ciento en promedio este año.
No todos critican las políticas de la Sra. Rousseff. Blu Putnam, economista en jefe de CME Group, dijo que en los países en desarrollo era razonable permitir un estímulo fiscal en períodos de bajo crecimiento y a la vez tolerar una inflación de alrededor del 5-6 por ciento.
"Siento que probablemente algún estímulo fiscal era importante", dijo de Brasil.
Sin embargo, Marcos Casarin de Oxford Economics arguye que las políticas fiscales de Brasil no son sustentables en el largo plazo. El estímulo continuo de Brasil no está generando crecimiento económico, que se predice será inexistente este año. En vez, está llevando a un aumento en la deuda gubernamental.
La deuda pública bruta – justo por debajo del 60 por ciento del producto interno bruto – no se encuentra en niveles alarmantes. Pero las tasas de interés altas de Brasil significan que si la deuda continúa a crecer a su paso actual, el costo del servicio sería más del 7 por ciento del PIB para 2017 – el nivel pico para Grecia durante la crisis de la eurozona.
El Sr. Casarin cuestionó por qué la Sra. Rousseff había desechado la práctica de los dos gobiernos anteriores de apartar en el presupuesto el 3 por ciento del PIB para bajar la deuda. "Estaba funcionando – obtuvimos grado de inversión. ¿Por qué cambiarlo?" dijo el Sr. Casarin.
Si la Sra. Rousseff es reelegida, podría tratar de corregir esos desequilibrios. Pero durante los cuatro años de su período, el Sr. Mantega, ministro de finanzas, ha sobreestimado consistentemente el pronóstico de crecimiento por un promedio de 2.77 puntos porcentuales por año, de acuerdo a una investigación del Financial Times.
La Sra. Rousseff ha prometido retirarlo si es reelecta, pero esos persistentes pronósticos fallidos significan que los mercados serán poco flexibles con su gobierno.
"Probablemente hablarán sobre algún ajuste fiscal, pero la promesa será una promesa vacía debido a una falta de credibilidad", dijo otro economista de un banco extranjero.