Una Escocia independiente necesitaría acumular grandes reservas de divisas para usar de manera exitosa la libra esterlina sin un acuerdo formal con el resto del Reino Unido, afirmó ayer a los miembros del Parlamento Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra.
Si bien Carney se negó a dar un cálculo sobre los niveles precisos requeridos, aseguró a los miembros del Parlamento del comité selecto del Tesoro que la experiencia de otros países era que los bancos centrales necesitaban tener reservas equivalentes a al menos 25% del Producto Interno Bruto si es que usaban la moneda de otra nación.
Países con sistemas financieros complejos requerirían altos niveles de reservas, acotó, citando el ejemplo de Hong Kong, cuyo tipo de cambio está vinculado al dólar y tiene reservas por cerca de 110% del PIB. Dependiendo de cómo se contabilice el petróleo del Mar del Norte, el PIB de Escocia está entre 130 mil millones de libras esterlinas y 148 mil millones de libras esterlinas, lo que implica que un nuevo banco central escocés necesitaría acumular una reserva de entre 32 mil millones de libras esterlinas y 163 mil millones de libras esterlinas.
Desarrollar estas reservas probablemente requería que Escocia logre un superávit presupuestario, lo que significa decisiones dolorosas sobre el gasto y los impuestos para un gobierno entrante, especialmente considerando que la campaña por el Sí ganó un impulso significativo por la afirmación del primer ministro Alex Salmond de que votar por la independencia podría salvar al Servicio Nacional de Salud escocés de los recortes conservadores. Carney manifestó que acumular reservas significaría “costos fiscales reales”.
En una investigación que se publicará hoy, el profesor Ronald MacDonald de la Universidad de Glasgow y quien ha estado trabajando con la campaña pro-unión, estima que para desarrollar reservas foráneas de 40 mil millones de libras esterlinas una Escocia independiente necesitaría tener superávit fiscales de entre 5% y 10% del PIB por varios años. “La única manera en que estas sumas pudiesen ser logradas sería a través de un enorme programa de austeridad”, sostuvo.
En un testimonio cauteloso, Carney aseveró que “sólo tener un banco central no es por definición un prestamista creíble de último recurso si ese banco central no es el emisor de la divisa, necesita estar respaldado... por recursos fiscales”.
El banquero añadió que “es un hecho que el tamaño de las reservas es uno de los factores más importantes que determina la credibilidad”, pero declinó comentar sobre cómo las actuales reservas del BoE podrían ser divididas en el caso de independencia.
Carney también reiteró a los miembros del Parlamento que el BoE tenía planes de contingencia para un triunfo del Sí, agregando que “obviamente serían implementados si se requieren en el corto plazo”.
También destacó en varias oportunidades que el BoE se mantendría como el banco central y el prestamista de último recurso para todo el Reino Unido -incluyendo a Escocia- durante el esperado período de transición de 18 meses.
Al preguntarle sobre el riesgo de una fuga de capital, Carney comentó que los bancos escoceses tendrían acceso a las instalaciones del BoE y los depositantes escoceses tendrían acceso al Esquema de Compensación de Servicios Financieros.
El tema de qué moneda usaría una Escocia independiente se ha vuelto uno de los detonantes del debate luego de que los tres principales partidos políticos de Westminster descartaran la opción de una unión monetaria formal.