El palacio en Minas Gerais donde el candidato presidencial Aécio Neves gobernó el estado minero por buena parte de la década pasada está, casi literalmente, preparado para un rey.
Espléndidos chandeliers de cristal, murales de la Revolución Francesa y muebles estilo Luis XV ahora llenan el edificio, después de que fuera completamente redecorado para albergar a la familia real belga por dos días en 1920. Dos raros cisnes negros se mantienen en el lago como recuerdo de la visita.
Esta asociación con el privilegio y el elitismo pretencioso es lo que según los analistas hace que sea poco probable que Neves gane la elección del domingo, que se definiría en una segunda vuelta el 26 de octubre. A pesar de que el hombre de 54 años y su centrista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) son altamente respetados por la comunidad empresarial, Neves ha luchado por obtener la confianza de los brasileños más pobres y sacudirse la imagen de un playboy con una inclinación por el lujo y salir con modelos.
Sin embargo, Neves definirá –intencionalmente o no– la división de apoyo entre la presidenta Dilma Rousseff y Marina Silva, la medioambientalista, decidiendo finalmente el resultado de la elección más disputada de Brasil en 25 años.
Tras su reciente recuperación en las encuestas esta semana, Neves tiene una posibilidad real de superar a Silva del partido PSB y meterse en la segunda vuelta. Pero dadas sus escasas posibilidades de ganar el balotaje, eso podría, paradójicamente, garantizar la victoria de Rousseff.
Incluso si no sigue adelante tras los comicios del domingo, la habilidad de Neves de jugar un rol clave y transferir su apoyo a Silva, determinará sus posibilidades de ganar a la mandataria y terminar con el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), que lleva doce años en el poder.
"La elección ha quedado totalmente abierta", dice Rafael Cortez, cientista político de Tendencias, una consultora con base en Sao Paulo. Hace dos meses, el futuro de Neves se veía muy diferente. A mediados de julio la encuestadora Datafolha lo mostró como el segundo candidato más fuerte de la campaña, con un 20% de intención de voto y en un empate estadístico con Rousseff en una potencial segunda vuelta. Después de que pasara más de la mitad de su vida preparándose para el cargo, la presidencia finalmente parecía cercana. Neves tenía 21 años cuando ingresó en la política, trabajando para su abuelo Tancredo Neves, quien iba a ser el primer presidente de Brasil después de la dictadura, pero murió antes de asumir el poder.
Después de un período como diputado federal y presidente de la cámara baja del Congreso, el economista asumió el trabajo de gobernador del estado de Minas Gerais entre 2003 y 2010, dejando el cargo con una tasa de aprobación de 92%. Neves era ampliamente reconocido por introducir el llamado "shock de administración" en el segundo estado más populoso de Brasil, limitando los salarios del sector público y aplicándose a sí mismo un recorte de sueldo de 45%.
Él está prometiendo aplicar la misma magia en la debilitada economía brasileña. Sin embargo, después de preparar tanto su vida profesional como la personal para la presidencia (se casó el año pasado y ahora es el padre de gemelos), la muerte del candidato Eduardo Campos en un accidente aéreo en agosto lo relegó repentinamente a un distante tercer lugar.
Pese a que ha protagonizado una recuperación esta semana a medida que Silva, la popular sucesora de Campos, está siendo atacada, Neves luchará por expandir su apoyo más allá de 20% sin ganarse a la nueva clase media, dice Cortez, de Tendencias.
Sólo un par de días antes de la elección el domingo, Neves enfrenta un dilema, dice David Fleischer, cientista político de la Universidad de Brasilia. "Para el PSDB, su principal objetivo es derrotar a Dilma y su objetivo número dos es que salga electo Aécio", afirma.
Pese a que las encuestas muestran que un 70% de quienes apoyan a Neves transferirán su voto a Silva en la segunda vuelta, sólo un 30% de los adherentes de Silva hará lo contrario, sugiriendo que Neves necesita perder en primera vuelta para sacar a su rival del gobierno. Sin embargo, la confianza renovada del PSDB de que Neves puede ganar los comicios ha provocado que aumenten los ataques a Silva en un enfoque de todo o nada, haciendo que sea más difícil endosarle apoyo en el futuro.