Las remesas no son un motor sustentable para el crecimiento, advierte el FMI
Los influjos estabilizan el desempeño del PIB, pero también alientan la migración de personas en edad de trabajar.
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Las remesas de los trabajadores han sido durante largo tiempo un apoyo importante para muchas economías de América Latina y el Caribe (LAC, su sigla en inglés), sobre todo para los países caribeños y centroamericanos. Las remesas cumplen un rol macroeconómico importante, estabilizando el desempeño del Producto Interno Bruto y reforzando las cuentas externas.
Sin embargo, la perspectiva de enviar remesas a casa también alienta la migración de personas en edad de trabajar, lo que puede reducir el potencial de crecimiento económico. Un estudio reciente del Fondo Monetario Internacional –“Migración y Remesas en América Latina y el Caribe: ¿Motores del crecimiento y estabilizadores macroeconómicos?”- busca evaluar y cuantificar los beneficios y costos potenciales de las remesas en los países receptores.
Desde los ‘60, los países de la región han experimentado una salida significativa de migrantes en búsqueda de mejores condiciones económicas para ellos y sus familias. Los migrantes se tientan con sueldos comparativamente más altos, que les permiten mejorar su propia calidad de vida y la de sus familias, al enviar dinero de vuelta a sus casas.
Remesas y PIB
El gran número de migrantes y sus conexiones familiares impulsan grandes flujos de remesas hacia la región: las remesas promediaron 1,9% del PIB regional anual en 2012-2016, y la EIU estima que llegarán a 2,4% en 2017. Sin embargo, el porcentaje es mucho más alto para los países de Centroamérica y el Caribe. Esperamos que las transferencias a estas subregiones lleguen a casi un 8% del PIB en promedio este año, mientras que en Haiti llegarían a 31% del PIB.
En muchos de estos países, estos influjos son un apoyo crítico al consumo de los hogares de los grupos de menores ingresos. Las remesas también cumplen un rol clave en proveer tipo de cambio, y por lo tanto equilibran las cuentas externas de la región. Según el FMI, las remesas también tienen un rol clave como estabilizadores macroeconómicos, ya que representan un ingreso nacional más alto para los países receptores, que generalmente no está relacionado con el ciclo económico local. Como resultado, apoyan al crecimiento económico durante recesiones económicas o en tiempos de choques negativos externos.
Las remesas también apoyan la estabilidad macroeconómica y financiera porque son relativamente grandes y más estables que la mayoría de las otras fuentes de financiamiento externo. En Latinoamérica, son más estables que los influjos de inversión financiera y de inversión extranjera directa.
Pagando el precio
Tomando en cuenta que los migrantes, sobre todo aquellos de países donde las remesas son más significativas, son generalmente trabajadores no calificados de los segmentos de menores ingresos de la población, las remesas deberían mejorar la distribución de ingresos en los países receptores. Sin embargo, el FMI no apoya esta conclusión a nivel macroeconómico.
A pesar de que la recepción de remesas por sí misma tiene un efecto positivo en la salud económica de un país, también es posible por la migración de los miembros de la población en edad de trabajar. Es probable que esa migración tenga un efecto negativo en el crecimiento económico del país de origen, ya que reduce la oferta de los miembros más jóvenes y productivos de la fuerza laboral. En países donde una proporción mayor de migrantes son altamente calificados (la llamada fuga de cerebros), el efecto será combinado, ya que los trabajadores más productivos o educados son los que se van. Así, no está claro si juntos migración y remesas llevarán a mejorar el bienestar en el país de origen.
El estudio del FMI descubrió que en el largo plazo, el efecto neto de la combinación tiene un pequeño impacto negativo en el crecimiento del PIB de los países de la región. Como es de esperar, esa relación negativa es mayor para los países de Sudamérica y el Caribe, que son las más afectados por la fuga de cerebros, mientras que hay un leve impacto positivo en los países de Centroamérica.
Los hallazgos del FMI subrayan que los efectos negativos de largo plazo de migración de trabajadores no debe ser ignorado. Los países de la región deben buscar políticas para retener a los trabajadores, particularmente profesionales, para minimizar el impacto negativo. Una de las formas de lograrlo podría ser impulsando la inversión en sectores que emplean a trabajadores altamente calificados o haciendo que los beneficiarios de la educación pública paguen multas si abandonan el país después de su graduación. Repatriar a los trabajadores, mediante el reconocimiento de las calificaciones extranjeras o mediante el empleo en el sector público, también puede ser beneficioso.