Con las nuevas generaciones, el número de hijos por familia ha mostrado una caída evidente. En cifras, la curva de fertilidad ha retrocedido desde cinco niños por mujer, a dos “o incluso menos”, plantea el profesor de Economía de la Universidad de Stanford, Charles Jones, en su investigación “¿El fin del crecimiento económico?: Consecuencias indeseadas del declive de la población”.
En el texto, el académico especializado en teoría del crecimiento y desarrollo económico apuntó a que “en muchos modelos, el crecimiento económico es impulsado por personas que descubren nuevas ideas. Estos modelos, normalmente, asumen una población constante o en crecimiento”, explicó, pero señaló que esta variable se considera así en países de altos ingresos.
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“Actualmente, la fertilidad ya está por debajo de su tasa de reemplazo”, indicó el autor en el estudio.
La teoría de Jones queda demostrada en las grandes economías, como Estados Unidos y China. Según el reporte Perspectivas de la Población Mundial 2019 de la ONU –citado en la investigación-, las dos primeras potencias mundiales actualmente tienen una tasa de fertilidad total de 1,8 y 1,7, respectivamente.
En otros países de altos ingresos, la cifra es incluso menor: Alemania totaliza 1,6 y Japón 1,4, mientras que Italia y España tienen un índice de 1,3. “En otras palabras, las tasas de fertilidad en los países ricos del mundo ya son consistentes con el crecimiento negativo de la población a largo plazo: las mujeres tienen menos de dos niños en todo el mundo desarrollado”, detalló el paper.
Costos más altos
El alto costo de la mantención de los hijos es el argumento de más peso a la hora de optar o no por la paternidad en los países más ricos. Así lo plantearon a DF la psicóloga de la Pontificia Universidad Católica de Chile y socia fundadora de la consultora People & Partners, Janet Spröhnle; y el economista de la Universidad de Chile y Ph. D. en Economía de la Universidad de Rochester, Alejandro Alarcón.
“Las causas son básicamente económicas. Tener hijos en países desarrollados es cada vez más caro, y los padres limitan la natalidad y la fertilidad (…) Son el costo de la educación y también el desarrollo que ellos puedan tener para optar a un futuro mejor”, explicó Alarcón.
Spröhnle dijo que no es una cuestión netamente económica, “sino que se traduce en una tarea épica y desafiante en un mundo totalmente sobre-revolucionado y sobre estimulado”.
“Actualmente existe mayor consciencia con respecto a la responsabilidad y el costo de oportunidad, intentando compatibilizar un equilibrio en todos los aspectos de la vida, sobre todo en el caso de las mujeres, que hoy se pueden desarrollar de una forma mucho más integral”, agregó.
“La automatización podría mejorar lo suficiente nuestra capacidad de producir ideas como para que continúe el crecimiento de los niveles de vida, incluso con una población en declive”, planteó la investigación.
Ante esto, los expertos postularon que este factor no necesariamente es una amenaza. “Está provocando e impulsando el desarrollo de nuevas habilidades y la incorporación de nuevos espacios de conocimiento, donde las personas también pueden aportar y ser protagonistas”, dijo Spröhnle.
Alarcón concordó: la automatización “mejora la productividad de los factores y, por lo tanto, produce tasas de crecimiento per cápita positivas en el tiempo y sustentables en el largo plazo”.