Es fácil argumentar que el presidente del BCE tiene poco poder para determinar la política monetaria, pues es solo un voto en un consejo de 21 miembros. Sin embargo, como quedó demostrado con la reticencia de Trichet en 2008 a seguir los pasos de la Fed y recortar drásticamente las tasas de interés, y el poder estabilizador del “lo que sea necesario” de Draghi, finalmente el perfil y liderazgo del presidente del BCE es determinante para la credibilidad del emisor ante el mercado.
La elección del sucesor de Draghi, sin embargo, deberá esperar a la elección del Parlamento Europeo, que se realizará entre el 23 y 26 de mayo. Para elegir al presidente del BCE cada país nomina a su candidato, que luego se somete a votación del bloque. Sin embargo, en la práctica, los votos son comprometidos con anterioridad y la elección se reduce a la negociación entre Alemania y Francia.
Las posibilidades de Weidmann se han reducido drásticamente, no solo por la desaceleración de la eurozona, sino porque la canciller alemana, Ángela Merkel, ha optado por dirigir su artillería política a conquistar otro alto cargo europeo para su país: la presidencia de la Comisión Europea.
El cargo es clave, en medio de la discusión sobre el camino que la UE debe seguir para reconquistar a sus ciudadanos y detener el avance de los partidos nacionalistas conservadores.
Merkel está haciendo campaña para que Manfred Weber, militante de su alianza democratacristiana (CDU/CSU), llegue la Comisión. Si el Partido Popular Europeo de Weber resulta el más votado en las elecciones de mayo y logra formar una mayoría con los socialdemócratas, lo más probable es que Weber asuma la presidencia de la Comisión. En ese escenario, un alemán al frente del BCE sería algo impensable, según el pacto de repartición de poderes al interior de la UE.
Pero si las ambiciones de Weber se ven frustradas por un ascenso mayor al esperado de los partidos populistas anti-euro en las elecciones, Francia podría imponer a uno de los suyos en el mayor cargo en Bruselas. Uno de los nombres que se repite como sucesor de Jean-Claude Juncker es Michel Barnier, actual jefe negociador del bloque para el Brexit. Con la presidencia de la Comisión en manos francesas, Alemania y Weidmann podrían entrar nuevamente en carrera por el cargo en Frankfurt.
La dirección de las reformas que definirán el futuro de la UE parece más atractiva para Alemania y Francia que la dirección de la política económica. Pero la sorpresiva desaceleración de la economía podría hacer del nombramiento del sucesor de Draghi una prioridad. ¿Quién tendrá “todo lo que sea necesario” para enfrentar la próxima crisis económica/financiera del bloque?