Pasó casi desapercibido, opacado por nuevos anuncios o amenazas de altas de tarifas de parte de la Casa Blanca. La Comisión Europea realizó una de las mayores vueltas en U que se hayan visto en política económica en mucho tiempo.
El “Paquete Ómnibus de Simplificación”, presentado en febrero 26, da marcha atrás a una serie de regulaciones y directrices implementadas en los últimos años como parte del esfuerzo climático impulsado por la administración de Úrsula von der Leyen. Entre las medidas que fueron modificadas se encuentran directrices tan recientes como la “directiva de reporte de sustentabilidad (CSRD)”, implementada en enero 2023; y la “directiva empresarial de due diligence de sustentabilidad (CSDDD)”, adoptada recién en julio pasado.
“Para recuperar la competitividad y desencadenar el crecimiento, la UE debe fomentar un entorno empresarial favorable y garantizar que las empresas puedan prosperar”, se lee en la justificación de la Comisión Europea para presentar estos cambios.
El texto contradice el espíritu que ha reinado tradicionalmente en la UE y que se hizo más notorio desde la aprobación del celebrado EU Green Deal en 2019. El plan de acción climática impuso una serie de regulaciones con el objetivo de descarbonizar las economías europeas hacia 2050, y a ellas se sumaron regulaciones a las empresas tecnológicas y plataformas digitales.
Por ejemplo, las mencionadas CRSD y CSDDD obligaban a las empresas a onerosos y tediosos procesos de due diligence y reportes de sustentabilidad que abarcaban a toda su cadena de suministro, incluyendo proveedores externos u ocasionales, por medidas de impacto ambiental y responsabilidad social.
Es a estas regulaciones que analistas y empresas culpan por la pérdida de competitividad de las compañías europeas frente a sus pares de EEUU. El ambiente regulatorio también es citado como la principal causa para un freno a la inversión.
“Hay un dicho que los estadounidenses inventan cosas, los chinos las copian y los europeos las regulan”, describe Javier Galán, director de Inversiones de Renta4 España, en referencia a cómo los inversionistas observan el mercado europeo.
En su reciente intervención ante el Parlamento Europeo, el expresidente del BCE Mario Draghi afirmó que -según cálculos del FMI- las regulaciones equivalen a imponer un arancel de 45% a las manufacturas y 110% a los servicios europeos. “Hemos optado por un planteamiento regulador que ha dado prioridad a la precaución frente a la innovación, especialmente en el sector digital”, advirtió.
Los cambios propuestos ahora por la Comisión Europea limitan los reportes a presentar y su alcance. Las medidas serían limitadas a empresas de mayor tamaño y al monitoreo de proveedores directos, e incluso se elimina la obligación de cancelar contratos de forma inmediata como se demandaba inicialmente.
En entrevista con FT, la vicepresidenta de la Comisión Europea y responsable del área de transición energética, Teresa Ribera, aclaró que la UE no estaba dando marcha atrás en sus aspiraciones climáticas, pero que “la realidad global ha evolucionado”, obligando a actualizar las normas.
El cambio al que se refiere llega desde EEUU. Cálculos iniciales de Berenberg Economics, que consideraban un arancel de 10% a los productos europeos, estimaban una reducción de entre 0,3 y 0,5 puntos porcentuales del PIB de la UE como impacto inicial. Pero la amenaza anunciada por Trump es de aranceles de 25%.
En su reciente intervención ante el Parlamento Europeo, Draghi advirtió que el escenario global ha cambiado desde que presentó su lapidario informe sobre la caída en competitividad de la UE. “Cuando se redactó el informe, el principal tema geopolítico era el ascenso de China. Ahora, la UE se enfrentará a aranceles por parte de la nueva administración estadounidense en los próximos meses -probablemente en las próximas semanas-, lo que dificultará el acceso a nuestro mayor mercado de exportación”, advirtió.
Expectativas de cambio
La urgencia por acelerar inversiones es uno de los factores que explicaría el buen momento de las acciones europeas. Como explican los analistas de Berenberg, los gobiernos europeos podrían moderar la implementación de tarifas comprometiendo mayor inversión en defensa y en apoyo en Ucrania, tal como demanda Washington, que busca reducir los costos de su alianza con Europa. El índice accionario de Defensa europeo (SXPARO STOXX) ha subido 11,34% en el último mes.
A eso se suman las expectativas de que tales inversiones aceleren un acuerdo para poner fin a la guerra en Ucrania, que acaba de cumplir tres años. Analistas de Morgan Stanley destacan que, además del mayor gasto en defensa, el fin de la guerra podría implicar una caída en el precio de la energía para las empresas europeas y una mayor demanda por inversiones en manufactura para la reconstrucción de Ucrania.
Es un escenario que está alimentando el favoritismo por los activos europeos. Al igual que sucediera alrededor de EEUU y las empresas tecnológicas el año pasado, se está generando un “momentum” positivo alrededor de Europa, a pesar de la amenaza arancelaria.
Lila Shallet, directora de inversiones de Morgan Stanley Wealth Management, destaca que la economía europea está mostrando más sorpresas positivas que la de EEUU, como datos mejores a los esperados en sus índices de gestores de compras (PMI) y positivos reportes de resultados de empresas. La rentabilidad de los bancos europeos está alcanzando niveles récord, y las expectativas de una política fiscal y monetaria expansivas permiten apostar por un aceleramiento de la actividad.
Galán agrega como elemento la política monetaria. Mientras la Fed aparece más restringida por el reciente repunte monetario y una economía todavía dinámica, la economía europea enfrenta una desaceleración estructural, que llevaría al BCE a seguir recortando la tasa de interés.
Sobre todo, hay expectativas en el mercado de que la presión impuesta por Donald Trump, por su amenaza de alzas de aranceles, su alineamiento con Moscú y retiro de ayuda en defensa, obligue a la UE a acelerar reformas. “A lo mejor todo esto que está pasando pues sirve de catalizador para tener un continente con una economía más flexible, más dinámica y con más crecimiento”, sentencia Galán.
Convencidos o no, funcionarios en Bruselas dan el primer paso. Pero nada está dicho. La marcha atrás en regulaciones y futuras reformas dependerán ahora del Parlamento Europeo y los gobiernos, donde cada vez los partidos euroescépticos están ganando más espacio.