En nueve días más los ministros del Interior, Jorge Burgos; Hacienda, Rodrigo Valdés; Segpres, Nicolás Eyzaguirre y Segegob, Marcelo Díaz, cumplirán un año en sus cargos.
Fue el 11 de mayo de 2015 que tres de los cuatro irrumpieron en La Moneda para asumir sus roles como miembros del comité político.
El escenario, a raíz de los escándalos por financiamiento irregular de la política y el Caso Caval, era complejo y el ambiente estaba enrarecido en Palacio. De ahí que el desafío de los tres -terminaron siendo cuatro porque Jorge Insunza debió renunciar a la Segpres a los 27 días de haber asumido cuestionado por las asesorías a Codelco y al grupo Luksic- fuera reposicionar la atención en el programa de gobierno.
En la víspera del primer año del comité político que debió asumir el “realismo sin renuncia”, el sociólogo Eugenio Tironi los evalúa destacando que “los he visto bien. Asumieron en un momento bastante delicado para el gobierno y el país; teníamos estos escándalos que dicen relación con la política y los negocios y cuando se comenzó a visualizar una situación económica más difícil, con un gobierno y una coalición bastante fragmentados”, explica el sociólogo Eugenio Tironi.
- ¿Cómo ve el desempeño de los ministros del comité político?
- Se subieron a un buque que iba en dirección a un colapso y creo que no produjeron ni han producido milagros, pero han logrado mantener gran parte del buque a flote y han logrado cambiar la dirección genéticamente reformista a una más de gestión.
Este país tiene un montón de problemas, sin lugar a dudas, pero los está encarando civilizadamente y se está adelantando a muchos de ellos como ha sido la cuestión de la corrupción. Creo que el balance para ellos es bastante positivo y también para la Presidenta, que tomó esta decisión gigantesca fue cambiar la tripulación. Fue una cosa sin precedentes.
- En el caso de Eyzaguirre se ha criticado su rol negociador y de nexo entre La Moneda y el Congreso. ¿Cómo lo ha visto usted?
- En los tiempos actuales todo puede ser crítica, pero desde afuera se ve que tiene, más o menos, la agenda legislativa ordenada. Se fueron sacando proyectos que se tenían que sacar, se ha negociado mejor y se han construido acuerdos mejores al interior de la Nueva Mayoría, que es lo que importa porque aquí la oposición importa poco. Salvo cuando recurre al Tribunal Constitucional.
Además, hay algo que destaco de Eyzaguirre y es que ha aceptado un papel que no luce mucho, que no tiene mucho protagonismo, pero que es funcional al diseño. Él no está en la Segpres para complacer a los parlamentarios, está para sacar adelante la agenda. Y hay que decir que de Eyzaguirre ha dependido la puesta en marcha del proceso constituyente, que es de las cosas más exitosas que ha tenido este gobierno, más innovadora y que dejará más huellas. Entonces, ese es un punto que le pondría a favor.
- En el proceso constituyente el otro protagonista ha sido el vocero, Marcelo Díaz. Él ha tenido algunos roces con los miembros del Consejo Ciudadano de Observadores (CCO), pero más allá de eso, ¿cómo evalúa su gestión?
- Como vocero Díaz es bueno. Directo, asertivo, afable y esa es una función que cumple muy bien. Ahora, son lamentables estos roces con el CCO y en eso él se ha equivocado, se ha dejado llevar, a veces, por su vehemencia y por el deseo de ser buen alumno. Se ha precipitado con una instancia como el consejo que ha querido tomar el control del proceso y con justa razón, porque si se les dio esta tarea y ponen en juego el prestigio y reputación de cada uno, quieren tener el control de ese asunto. Ahora, como el propio Díaz, casi en un lapsus, lo reconoció, no estaba en los cálculos del gobierno que el consejo iba a tener un rol protagónico. Pero he visto que Díaz ha ido teniendo que regular sus expectativas y también su relación con ellos, así que ha mostrado bastante flexibilidad y se ha ido adaptando o resignando, como todo el gobierno, creo yo.
- Quien también se ha debido adaptar es el ministro Rodrigo Valdés con el ajuste fiscal y el escenario económico. ¿Qué evaluación hace de su rol en Hacienda?
- Claramente es una figura central de este gabinete. Ha retomado el protagonismo que hasta el gobierno de Piñera habían tenido los ministros de Hacienda, que participaban en todas las decisiones que tienen que ver con políticas públicas. Además, Valdés ha ejercido ese papel del ministro de Hacienda como el encargado de emitir el discurso de los límites, de la severidad, de la escases, desde el primer día en que pisó Teatinos 120. Ahí empezó a cambiar el discurso en que pasamos del tema de la igualdad al del crecimiento y recientemente al de la productividad. Hizo una negociación muy exitosa con la Ley de Presupuestos que ya fue restrictiva y dio la señal del ajuste fiscal que más allá de los montos es muy importante porque dijo ‘saben qué, voy a cortar los recursos’. También ha estado metiéndose en todos los proyectos que puedan tener impacto en la economía que son prácticamente todos y se ha venido ganando el prestigio del mundo empresarial, de la oposición y de la propia Nueva Mayoría. Hoy Valdés es un pilar fundamental del gobierno.
- Por último está la figura del jefe de gabinete, Jorge Burgos. El ministro ha tenido roces con el segundo piso y últimamente ha enfrentado críticas por la llamada ley mordaza. ¿Qué le parece su papel en contraposición con el de Peñailillo?
- Todo lo que he dicho no podría haber ocurrido sin Burgos. El ministro tiene cierta prosapia, un estilo que pone la pausa; desdramatiza y emite opiniones que uno no esperaría de una autoridad pública. Pero eso mismo le da legitimidad y es muy saludable, sobre todo en una sociedad como la nuestra que dejó de ser adolescente. Efectivamente tiene que jugar un papel difícil porque en el esquema anterior prácticamente no había ministro del Interior. Aunque no quiero ser injusto, pero desde Insulza que no había alguien de estas características en el Ministerio del Interior. Una persona que tiene gravedad, peso, autonomía, que tiene que ser consultado por el Presidente de la República. Además representa a un partido muy central como es la Democracia Cristiana, que desde el inicio de este gobierno se había sentido marginado. De las cosas importantes que ha hecho Burgos es que su partido sienta que nuevamente es parte de este gobierno, que está en el centro de este gobierno. Y algo del estilo de Burgos es el estilo de la DC. No quiero hacer un parangón tan directo, pero si hay alguien que representaría algo del espíritu de Aylwin en el gobierno actual ese sería Jorge Burgos. Él ha hecho posible que el democratacristiano de a pie se vuelva a identificar con este gobierno, que es algo muy importante.
Y claro, ha tenido conflicto re grandes, pero ha hecho valer su peso, su rol y hoy se le ve bastante cómodo con su estilo, que no es autoritario, no sobreactúa y es espontáneo. Ha ido construyendo un personaje que contribuye mucho a darle textura y peso a este gobierno.
- Si tuviera que ponerle nota a este gabinete y el anterior ¿Qué nota les pondría?
- No, eso sí que no. Es que son gobiernos distintos y es comparar peras con manzanas.
- ¿Cree que pudiera haber algún ajuste en el gabinete de cara a la municipal o pensando en la presidencial del próximo año?
- No se me ocurre. Pero lo que sí veo es que en este momento hay una demanda por gestión, por buena gestión, por prolijidad y ejecución. Hoy los términos de referencia para una autoridad de gobierno no son cuántas buenas ideas tiene, o cuántas reformas pululan por su cabeza, sino, qué capacidad tiene para materializar, ejecutar y gestionar situaciones complejas y producir resultados. Y si yo evalúo en función de esos términos al actual equipo, alguien podría encontrarse con la necesidad de ajuste. Quizás no en la primera línea, pero de ahí para abajo.
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