Casona es el nuevo hogar para egresados del Sename
Una transición hacia la independencia, eso ofrece este programa social que le otorga un lugar donde vivir cuando cumplen 18 años. Este nuevo techo común representa responsabilidades y oportunidades. “Significa un salto de dignidad y confianza”, dice Margarita Guzmán, directora social de Fundación Sentido.
Por: Sofía García-Huidobro | Publicado: Domingo 15 de noviembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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A dos cuadras del Palacio de La Moneda, al fondo del pasaje Príncipe de Gales, está la casona que desde la semana pasada se convirtió en el hogar de 12 jóvenes egresados del Sename. Casas compartidas es el nombre del programa de acompañamiento en la transición hacia una vida independiente que acaba de materializar la Fundación Sentido.
Actualmente un 25% de las personas en situación de calle pasó por el Sename, y eso se debe a que una vez que los jóvenes cumplen 18 años, deben salir del programa de Protección de Estado, y como la mayoría de las veces no tienen donde ir, terminan en la calle. Chile es el único país de América Latina que no contempla un programa especial para ellos, de manera que Casas compartidas se trata de una experiencia inédita en nuestro país.
Margarita Guzmán, directora social de la fundación, cuenta que venían desarrollando talleres integrales de oficios para niños, niñas y jóvenes residentes en hogares de protección, programas del Sename y/o situación de calle, y en los que se busca fomentar habilidades blandas como la autonomía, voluntad y proyección.
Fue en 2018 cuando llegaron a la conclusión de que sin un programa que les proporcionara habitabilidad, el proceso de inserción social era inviable. “Como sociedad nos tapamos los ojos y los dejamos salir a la calle donde los están esperando los narcos para que sean sus peones, convenciéndolos de que tendrán protección, y también las redes de explotación sexual”, dice Margarita en una oficina del segundo piso donde opera la fundación. En el primer piso de la casona alojan los hombres y en el tercero están las mujeres.
Margarita Guzmán, directora de Fundación Sentido, en la puerta de Casas Compartidas.
Su primera noche fue el martes 03 de noviembre. Algunos de ellos ya se conocían porque habían coincidido en los mismos hogares o centros CREAD, otros no. Hicieron una primera convivencia; una “pijamada” y desde ese día comenzó una nueva parte de sus vidas.
En el corazón de Santiago
Al constatar el vacío de atención y la falta de seguimiento a aquellos jóvenes a partir de los 18 años, Fundación Sentido optó por integrarse a la Red Latinoamericana de Egresados de Protección para aprender de experiencias internacionales. Viajaron a capacitarse a Argentina y Uruguay y asistieron a un congreso en México. Luego de recoger una importante cantidad de modalidades diseñaron el programa Casas compartidas, el cual, esperan, sea una experiencia piloto que se convierta en política pública (ver recuadro).
Se trata de un periodo de transición hacia una vida independiente con una duración de hasta tres años, salvo situaciones excepcionales. La casona de Príncipe de Gales tenía que inaugurarse el 31 de marzo y la pandemia lo impidió, pero los 12 jóvenes que ahora viven ahí han estado preparándose a través de talleres de economía doméstica, sexualidad, primeros auxilios, gastronomía económica y saludable, enseñándoles también los beneficios sociales que les corresponden y siempre con el foco puesto en la inserción laboral.
Paula Guzmán (18) prepara el almuerzo para sus compañeras.
“Queremos generar un movimiento en el mundo privado a través de empresas con alta contratación basal y rotación, que consideren cupos protegidos para ellos”, plantea la directora social del proyecto. Fundación Sentido funciona con aportes privados y a pulso; en este momento tienen una campaña que busca conseguir bicicletas (pueden ser usadas, pero en buen estado) para que estos jóvenes puedan postular a trabajos como repartidores.
También cuentan con empresas aliadas, como la administradora de fondos de inversión Fynsa, que invitó a sus clientes a comprar esta casona en cuotas y arrendarla a la fundación a un precio módico durante un periodo de cinco años. Desafío Levantemos Chile, por su parte, aportó 70 millones que se destinaron a remodelar la casa y convertirla en tres unidades independientes y la Fundación Huella se hizo cargo del equipamiento.
“La casona la elegimos nosotros y es fundamental que esté en el corazón de Santiago, porque aquí hay mejor conectividad y más oportunidades laborales. El mensaje es: no más periferia, no más exclusión”, sostiene Guzmán.
El “reality”
Una pizarra blanca encima de una chimenea estilo Tudor, muestra cómo los chicos organizan sus quehaceres domésticos. Duermen en piezas de a dos, y los turnos de cocina, aseo y compras se los asignan entre ellos. Cada casa dispone de 80 mil pesos semanales para costear alimentación y artículos de limpieza, y deben rendir sus gastos.
Las normas básicas son que nadie de afuera puede quedarse a alojar en la casa ni consumir drogas en su interior. Además, deben nivelarse escolarmente si así lo requieren, capacitarse en oficios -a través de instituciones como Cristo Vive o Infocap-, tratar su salud mental, participar de alguna acción social y generar un aporte monetario progresivo a partir de los seis meses.
Lo más complejo, cuenta Margarita, es que estén dispuestos a someterse a un seguimiento psicológico porque muchos de ellos han tenido experiencias traumatizantes en cuanto al abuso de fármacos. La idea es que tengan acceso a atención mental en el sistema público, pero debido a la actual crisis sanitaria, están trabajando con una dupla de sicólogo y trabajador social que los ayudan a trazar un plan de vida que contemple sus propias metas, ya sea trabajo, salud, educación o amor.
Lo prioritario es que todos completen su educación media, enfatiza la encargada, que es profesora y actriz de profesión. El año 2007 llegó al Centro de Salud Mental de La Pintana a dictar talleres de Teatro Reparador para niños y adolescentes explotados sexualmente y a partir de esa experiencia de trabajo social nació luego la fundación.
Esperanza piloto
Kevin Sandoval tiene 19 años, estudia administración de empresas con mención en marketing en el Duoc y es uno de los habitantes de Casas Compartidas. “Tenemos la oportunidad de que si esto sale bien podamos abrir las puertas para otros chicos. Por eso es una responsabilidad tremenda y debemos asegurarnos que funcione 100% para que se convierta en política pública. Los que salimos de centros del Sename, quedamos en el aire, con las puras ganas, y eso no basta en esta sociedad”, dice Kevin.
Cuenta que le gustaría armar un emprendimiento propio para abrir oportunidades a otros jóvenes como él. “Siento una responsabilidad social conmigo mismo. Mi prioridad es estudiar porque dignifica, te abre puertas y te abre la mente también. El Sename es como una burbuja y al salir, quedas a la deriva”, agrega. En el sillón de al frente está sentado Yon Yudilevich, también de 19 años. “Por ahora me he sentido bastante mejor física y mentalmente”, comenta. Yon está cursando primero y segundo medio en un 2x1, y el próximo año espera sacar tercero y cuarto medio para luego estudiar informática. “Es seco”, señala Kevin refiriéndose a sus habilidades tecnológicas.
Fabián Sánchez, Yon Yudilevich y Kevin Sandoval.
Se suma Fabián Sánchez (19), que estaba preparando el almuerzo en la cocina. El menú del día es arroz con papas fritas. Mientras tanto, en el tercer piso, donde viven las chicas, Paula Guzmán prepara pollo frito. Tiene 18 años y pronto entrará a trabajar como conserje en un edificio. “Al principio cuesta ser mayor de edad y hacer tus cosas sola, pero ahí vamos. Nos apañamos como si fuéramos familia”, dice mientras cocina. Por las tardes, cuenta, se juntan a mirar Netflix.
“Están armando un hogar entre ellos, y la convivencia es el gran desafío. Aquí el vínculo parte de la confianza. Pero esta casa significa un salto de dignidad porque estos jóvenes se encontraban en situación muy precaria”, enfatiza Margarita. Agrega: “Siempre digo que como país, mandarlos a la calle no solo es indolente, si no que es perdernos una oportunidad porque ellos van a dar la vida por generar un cambio”.
El camino oficial
El 30 de octubre el presidente Sebastián Piñera anunció oficialmente el fin del Sename y la creación del nuevo Servicio de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia, que dependerá del Ministerio de desarrollo Social, y que debiese estar implementado durante el primer semestre del año 2021. Esta nueva entidad tendrá que reformar el actual sistema.
La Fundación Sentido en tanto compartió su investigación y diseño con la Subsecretaría de la Niñez, la que presentó el programa de preparación de vida independiente a un contrato de impacto social y encargó un estudio de factibilidad a la Universidad Católica, quienes actualmente están diseñando diversos programas para la vida independiente, del cual Casas Compartidas participa como entrevistado y posible ejecutor.
La consultora Focus, por su parte, postuló al Fondo Chile Compromiso de Todos, el cual se adjudicó para desarrollar un estudio externo acerca del funcionamiento del mismo programa.