Un capítulo sorpresivo tuvo ayer el conflicto entre Rusia y Ucrania. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, hizo una visita no anunciada a Kiev, la primera desde el comienzo del conflicto -que el viernes completa un año- y se reunió con su homólogo ucraniano, Volodimir Zelenski.
Un hecho imprevisto tal cual lo fue la presión que trajo aparejada la guerra para los precios de bienes internacionales -que marcaron alzas históricas-, justo en un momento en que la economía mundial trataba de recuperarse de los impactos de la pandemia del Covid-19 y los cuellos de botella en las cadenas de suministro que generó.
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Una vez iniciado el conflicto, desde Occidente se emitieron sanciones hacia Moscú para sus exportaciones de petróleo. En consecuencia, los fertilizantes rusos -que proveen el 50% del suministro utilizado en la mayoría de los países de Asia y Europa, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)- se vieron frenadas y restringidas, haciendo que su precio se disparara.
El valor de muriato de potasio y la roca de fosfato -ambos insumos de fertilizantes- alcanzaron en 2022 un precio máximo de US$ 320 y US$ 562 por tonelada, traducidos en alzas anuales de 154% y 73%.
El fosfato de diamonio -también utilizado en fertilizantes- marcó un peak de US$ 954 por tonelada en abril, pero ahora ha moderado su precio hasta el rango de los US$ 625. Pero de todas maneras sigue muy por encima de su promedio de US$ 312 de 2020.
Al escenario también se sumó que Rusia es el mayor exportador de trigo y Ucrania el quinto. De acuerdo a la FAO, juntos proporcionan a nivel global el 19% del suministro de cebada, 14% del trigo y el 4% del maíz, además de representar más de un tercio de las exportaciones mundiales de cereales.
Esto, junto a alzas en la energía, produjo que el Índice de precios de los alimentos de la FAO -que mide los cambios mensuales a nivel internacional-, llegara a un máximo de 159,7 puntos en marzo de 2022.
A días de cumplirse un año de la guerra, los precios de los alimentos siguen siendo altos: los datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos muestran que la harina tuvo en enero una variación anual de 27,36%, el pan de 21,4% y los huevos -también impulsados por la gripe aviar que inició en diciembre- de 150%.
En el caso de Chile, las cifras de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) indican que la harina blanca sin polvos de hornear tuvo un incremento en su precio en supermercado de 52,25% respecto al mismo periodo del año anterior; la marraqueta un 20,76% y los huevos blancos en 32,83%.
¿Y qué ha pasado con el índice de la FAO? Registró 131,2 puntos en enero, una moderación de 0,8% respecto al mes anterior y 17,9% más bajo que el índice de marzo del año pasado.
Más oferta de cereales en 2023
Para este año, la FAO tiene un pronóstico más optimista respecto a la producción de cereales de la temporada 2022/2023. Sus nuevas estimaciones proyectan que se ha incrementado en un 0,3% -es decir, 8,3 millones de toneladas, en enero, logrando un total interanual de 2.765 millones de toneladas, pero con una reducción interanual del 1,7%.
Para 2023, el organismo proyecta una expansión de superficie cultivada con trigo en el invierno del hemisferio norte y con énfasis en Estados Unidos, aunque todavía se considera como un riesgo el alto precio de los fertilizantes. En Rusia se espera una ligera reducción en las plantaciones de trigo y en Ucrania disminuiría la superficie sembrada en 40%, debido a los efectos de la guerra.