La crisis financiera ha devuelto a la
vida al FMI, que hoy anunció un préstamo de US$2.100 millones para Islandia y que se perfila como la hucha a la que
acudirán, a veces a desgana, Gobiernos con el agua al cuello.
Tras media década en la que el Fondo Monetario Internacional
(FMI) se quedó prácticamente sin clientes, tuvo que reducir su
plantilla y se planteó qué papel le quedaba en el mundo, ahora sus
teléfonos no paran de sonar.
El organismo es de nuevo el prestamista de último recurso, ante
el que hacen fila los países que no consiguen crédito en ninguna
otra ventanilla.
A la cola están Pakistán, Bielorrusia, Hungría, Ucrania y
potencialmente también Bolivia, según dijo hoy a Efe su ministro de
Hacienda, Luis Arce.
Islandia
Islandia ha sido el primer país víctima de la crisis financiera y
el primero que obtendrá los recursos del Fondo. Será la primera vez
en décadas que el organismo preste a un país desarrollado.
El Gobierno de Islandia se ha visto obligado a nacionalizar la
mayor parte de su sistema bancario, al tiempo que los intereses de
su deuda se han disparado y su moneda ha perdido un 70% de su valor.
Durante esta semana, el país ha negociado con el Fondo y otros
países, incluidos sus vecinos nórdicos, Rusia y Japón, la
posibilidad de recibir ayudas para salir adelante.
El FMI es el único que ha puesto dinero sobre la mesa por ahora,
en forma de un programa de US$2.100 millones, un dinero que
Islandia obtendrá de forma escalonada durante dos años una vez que
el Consejo Ejecutivo del organismo ratifique el principio de acuerdo
a inicios de noviembre.
Su objetivo es ayudar al país a "ajustarse a la crisis económica
de una forma más ordenada y menos dolorosa", después del "colapso"
de su sistema bancario, indicó en un comunicado el director gerente
del Fondo, Dominique Strauss-Kahn.
El volumen del préstamo puede sonar poco impresionante en el
contexto de la crisis, dado que Estados Unidos y Europa han
prometido billones para estabilizar el sistema financiero.
Sin embargo, para Islandia ese crédito supone el 10% de su
Producto Interno Bruto (PIB) y equivale al 1.190% de su aportación
al FMI.
Esa comparación da una idea del gran nivel de dinero que será
necesario potencialmente para estabilizar las economías de otros
países.
El Fondo ha dicho contar con US$250.000 millones para
estas operaciones. Ucrania podría obtener 15.000 millones en dos
años, según su Gobierno, mientras que Pakistán puede necesitar
10.000 millones de dólares.
Otros países de Europa del este previsiblemente engrosarán la
lista de solicitantes, debido a sus altos déficit por cuenta
corriente, que les hacen dependientes del capital externo en un
momento en el que los inversores huyen del riesgo.
Arce, el ministro boliviano, reconoció que si los precios del
petróleo siguen a la baja, también su país necesitará dinero de los
organismos multilaterales.
"La idea sería buscar financiación para mantener las inversiones
públicas, que el FMI y el Banco Mundial nos compensen por la
crisis", afirmó.
Condiciones
Pero el dinero del Fondo no es gratis, pues exige una serie de
condiciones al país para recibir los préstamos.
"La cuestión es si va a incluir medidas perjudiciales como en el
pasado", dijo Marc Weisbrot, codirector del Centro de Análisis
Económico y de Política (CEPR, por su sigla en inglés), un instituto
de estudios.
Durante la crisis asiática en 1997, el FMI exigió a los Gobiernos
la reducción del gasto público, lo que agudizó la contracción de sus
economías, según coinciden ahora la mayoría de los expertos.
"Los países ricos están haciendo lo contrario de lo que el FMI ha
dicho a las naciones en desarrollo durante décadas. Están
nacionalizando y aplicando políticas de expansión fiscal", detalló
Weisbrot.
El Fondo ha indicado que impondrá menos condiciones que lo normal
en los préstamos de emergencia contra la crisis actual y que los
tramitará en dos semanas como máximo.
Algunos Gobiernos han demostrado que no les hace ninguna gracia
tener el ojo del organismo por encima del hombro, pero en la
situación actual no cuentan con muchas alternativas.