Hasta 9 millones de obreros inmigrantes
chinos han perdido sus empleos por el cierre de manufacturas y la
caída de la construcción a raíz de la crisis global, y las
previsiones de desempleo indican un alto riesgo de inestabilidad
social.
Según el ministro chino de Recursos Humanos, Yin Weimin, citado
hoy por el rotativo oficial "China Daily", de momento "sólo entre 5% y 7% de los 130 millones de inmigrantes chinos han
regresado a sus hogares recientemente", pero espera una mayor
pérdida de empleos.
En las últimas tres décadas, esos 130 millones de obreros se
desplazaron desde el depauperado oeste y centro de China para
trabajar en el sector de la construcción y de las manufacturas del
este del país, donde se registró el crecimiento más intenso.
Las manufacturas, orientadas a la exportación de productos
baratos como textiles, zapatos y juguetes, han empezado a cerrar sus
puertas debido a la caída simultánea de la demanda en sus tres
principales destinos: Estados Unidos, Europa y Japón.
En noviembre estas exportaciones que han sido la piedra angular
del crecimiento de China registraron su primera caída en siete años,
con un 2,2%.
Al mismo tiempo, el sector inmobiliario, que estaba impulsando la
economía y da empleo a 77 millones de obreros, la mayoría
inmigrantes, también se ha desplomado en los últimos meses.
El Gobierno chino anunció en noviembre un plan de 4 billones de
yuanes (US$586.000 millones) para
amortiguar el impacto de la crisis en el empleo mediante la
construcción de infraestructuras.
"Creo que a mediados del próximo año la situación laboral
mejorará, porque básicamente habrá finalizado el ajuste", señaló
Yin, también ministro de Seguridad Social.
Además, Pekín anunció hoy que reducirá los impuestos en la compra
de vivienda para estimular el sector inmobiliario.
Sin embargo, los funcionarios chinos temen que los inmigrantes
que no deseen regresar a sus provincias y se queden en las zonas
costeras se conviertan en una bomba de relojería social, por lo que
Pekín ha ofrecido créditos con interés cero para aquellos
desempleados que deseen restablecerse en sus provincias natales.
En la de Jiangxi, una de las mayores proveedoras de mano de obra
para otras provincias, han regresado 300.000 inmigrantes, un 5% de los 6 millones que se calcula que emigraron.
Otras provincias donde la emigración hacia el desarrollo fue
masiva son las de Henan, Jiangxi, Anhui y Hubei, en el centro de
China; en la última, otros 300.000 obreros han regresado a casa,
según la agencia de noticias Xinhua.
Pero la red de seguridad social china no tiene capacidad de
cobertura para todos estos desempleados, un problema agravado por la
carencia de un sistema de transferencias entre provincias a tal
efecto y los umbrales para percibir ayudas son distintos en cada una
de ellas.
Y la situación puede empeorar: la Academia de Ciencias Sociales
de China (CASS, adscrita al Ejecutivo) prevé que la ralentización
del crecimiento del PIB hasta un 8% o 9%, en las
proyecciones más optimistas, afecte aún más a la tasa de desempleo.
China, donde la reforma económica que cumple mañana tres décadas
supuso la reconversión de empresas estatales y un masivo desempleo,
tiene que crecer por encima de un 8%, según la Comisión
Reguladora Bancaria china, para satisfacer una demanda de entre 7 y
9 millones de nuevos puestos de trabajo cada año.
Por debajo de ese índice se dispara el riesgo de revueltas
sociales en el país más poblado del mundo.
Después de que el crecimiento del PIB chino se redujera al 9% en el último trimestre del año, muy por debajo del 11,9% del año anterior, se ha disparado la alarma.
El Banco Mundial ha reducido sus proyecciones de crecimiento para
China en 2009 hasta un 7,5%, mientras que consultoras como
CLSA, en Shanghai, son aún más pesimistas y lo sitúan en un 5,5%, el más bajo desde 1990.