El Gobierno argentino salió hoy a
calmar los ánimos tras el derrumbe bursátil que desató su proyecto
de traspasar al Estado los fondos de jubilación privada, mientras
suma aliados en el Parlamento y siguen las quejas por esta reforma.
Fuentes parlamentarias consultadas por Efe opinaron que el
proyecto gubernamental avanzará sin grandes tropiezos en el Congreso
porque el oficialismo (mayoritario) ha reunido el apoyo de unos 30
legisladores de la oposición con vistas al debate que empezará el
martes próximo en comisiones de la Cámara de Diputados.
En medio de advertencias empresariales en favor de garantizar la
seguridad jurídica de las inversiones y el temor a que se reduzca el
crédito para el consumo, la Bolsa de Buenos Aires remontaba hoy el
derrumbe de los últimos días por compras especulativas alentadas por
el bajo precio de las acciones y la recuperación de Wall Street.
Agentes bursátiles consultados coincidieron en que el "rebote"
del mercado de capitales argentino también se debe a compras de
títulos por parte del estatal Banco Nación, el mayor del país, y
otras entidades públicas.
"Con US$20 millones o US$30 millones se puede hacer lo que uno quiere
en este mercado, que es relativamente pequeño", apuntó uno de ellos
al recordar que en situaciones normales se negocian acciones y bonos
por entre 120 y 150 millones de dólares a diario.
Resguardo de recursos
El director de la Administración Nacional de Seguridad Social
(ANSES), Amado Boudou, remarcó hoy que "nadie podrá tocar" los
recursos de las diez Administradoras de Fondos de Jubilaciones y
Pensiones (AFJP), controladas mayormente por bancos y aseguradoras
de capitales europeos, estadounidenses y argentinos, cuando pasen a
ese organismo público.
Dijo que los fondos de la jubilación privada, cuyos activos suman
unos US$30.000 millones entre bonos públicos y privados,
acciones y depósitos a plazo, "serán administrados solamente" por la
ANSES, que tendrá autonomía económica, "lo que reclama siempre la
oposición".
Los fondos "tienen que ser invertidos y no pueden ser usados para
otra cosa, como gastos corrientes", insistió el responsable de la
caja de jubilación estatal en declaraciones a radios de Buenos Aires
para responder a la oposición y calmar a los mercados.
Las principales fuerzas políticas de Argentina coinciden desde
hace años en la necesidad de anular la jubilación privada implantada
en 1994, pero la oposición asegura que esta reforma busca financiar
gastos y la deuda pública en desmedro de los intereses de los 9,5
millones de afiliados a las AFJP.
Las sospechas se ven acentuadas porque el año próximo habrá
elecciones para renovar el Parlamento, lo que hace prever aumentos
en el gasto público cuando los expertos vaticinan un menor
crecimiento económico y de la recaudación de impuestos como
consecuencia de la crisis financiera mundial.
"Hubo mucho de irreflexivo en la decisión" de llevar adelante la
reforma, se lamentó hoy Roberto Lavagna, ex ministro de Economía de
Néstor Kirchner (2003-2007), esposo y antecesor de la actual
presidenta, Cristina Fernández.
Lavagna, a quien se considera artífice de la fuerte reactivación
económica que vivió Argentina en los últimos cinco años, destacó que
hubo un impacto "muy negativo" en todos los sectores empresariales y
recomendó analizar la reforma "detenidamente y sin apuros".
Pero el Gobierno de Fernández apunta a poner en marcha la reforma
en enero próximo, lo que supone una carrera contra el reloj del
Parlamento, que tiene un ritmo más lento que el pretendido por el
oficialismo.
"Estamos de acuerdo en discutir la reforma, pero si el Gobierno
quiere aprobarla en diez días que vaya solo", advirtió el senador
Gerardo Morales, líder de la Unión Cívica Radical (UCR), segunda
fuerza parlamentaria.
El oficialista Frente para la Victoria, una fracción del Partido
Justicialista (peronista), ha reclutado aliados en las filas del
socialismo y de fuerzas de centroizquierda, lo que hace prever que
la reforma avanzará sin mayores trabas en la Cámara de Diputados.
Las fuentes parlamentarias advirtieron que las disidencias que
provoca la reforma en las filas del oficialismo son más notorias en
el Senado, donde se atrincheran sus rivales dentro del peronismo y
la oposición tiene mayor peso relativo.