A principios de los '80, un prometedor estudiante de doctorado de una prominente familia política captó la atención de los más altos líderes del Partido Comunista de China al llamarlos a remover los controles de precios y permitir las importaciones de televisores.
Tres décadas después, Zhou Xiaochuan, el hombre que ha sido por más tiempo gobernador del banco central de China, sigue convenciendo a los líderes autoritarios del país de los méritos de la reforma económica. Al persuadirlos la semana pasada de devaluar la moneda, puede haber obtenido el mayor logro de su larga carrera, al preparar el camino para un yuan de libre flotación que puede desafiar al dólar estadounidense como la moneda de reserva mundial.
El anuncio del Banco Popular de China el martes de que había devaluado el yuan frente al dólar en casi 2% -la mayor caída desde 1994- tomó a los mercados por sorpresa y elevó la posibilidad de una guerra cambiaria. Zhou presentó la jugada internamente al presidente Xi Jinping como un asunto de interés nacional, necesario para impulsar la economía en momentos en que el crecimiento se desacelera bruscamente.
Para el mundo externo, el banco presentó la devaluación como un paso hacia una moneda china más orientada al mercado y con una operación más libre. Él esperaba que esto evitara devaluaciones competitivas al tiempo que convencía al Fondo Monetario Internacional de incluir al yuan en una canasta de divisas de reserva.
La habilidad de hacer que sus reformas fueran aceptables para los mercados globales y para los comunistas incondicionales lo muestran como un tecnócrata brillante en la cúspide de sus poderes políticos, incluso cuando se prepara para el retiro. Pese a que a menudo es calificado como el Alan Greespan de Beijing, la posición de gobernador del banco central es mucho menos influyente en China que en EEUU. Las grandes decisiones como elevar o bajar las tasas de interés son tomadas por los líderes del partido. Pero es la persona la que confiere poder al cargo, y no al revés.
Zhou, tal como Xi, es un "principe", como se conoce a los hijos de miembros senior del partido, y esto le da una influencia que va más allá de su título oficial. Nació en 1948, un año después del establecimiento de la República Popular. Su padre era miembro del PC y su servicio secreto durante la Segunda Guerra Mundial, y después fue viceministro de Maquinaria.
Zhou se graduó de un colegio de elite en Beijing en 1966; y, cuando la Revolución Cultural comenzó ese año, fue líder en uno de los grupos de la Guardia Roja que persiguió a los profesores, "malos elementos" y "seguidores de la vía capitalista", según dos personas cercanas al asunto. Para cualquiera que lo haya conocido en las últimas décadas le sería difícil creer que este hombre paternalista, urbano y escrupulosamente respetuoso haya estado involucrado en los violentos excesos de ese período.
En 1968, como millones de otros jóvenes rebeldes, Zhou fue enviado a una granja estatal en el noreste, donde mantuvo su ánimo en los cuatro años de exilio escuchando discos de música clásica prohibidos. Cuando su padre fue rehabilitado en 1973, se le permitió volver a Beijing e ingresar en la academia. En los '80 estudió brevemente en EEUU y, a su regreso, se unió a un grupo de jóvenes tecnócratas en Bejing que presionaba por abrirse a Occidente.
La estrella política de Zhou comenzó realmente a ascender cuando el presidente Jiang Zemin, un ex protegido de su padre, llegó al poder en 1989. Ejerció como director de una serie de organizaciones, incluyendo la Comisión Reguladora de Valores de China, donde intentó combatir la corrupción en los nacientes mercados de capitales. Nuevamente, sus títulos no revelaban su real influencia. Ha sido fundamental en establecer los mercados bursátiles de China a principios de los '90, en rescatar y reestructurar a los bancos a fines de los '90, reformar los mercados accionarios a principios de la década de 2000 y apoyar el mercado de bonos desde entonces.
Asistente regular a las reuniones del FMI, encanta a los occidentales con su inteligencia chispeante, inglés fluido y sentido del humor. Hank Paulson, ex secretario del Tesoro de EEUU, dice que Zhou lo convenció de aceptar el puesto en 2006 después de que ya lo había rechazado. Pero las cualidades que lo hacen agradable ante las elites occidentales ha menudo le han jugado en contra en casa, donde es acusado de ser muy liberal, muy "extranjero" y muy cercano a EEUU.
"Está claro que a veces molesta a la gente, incluyendo al presidente Xi", dice Christopher Johnson, ex analista senior para China de la CIA. "Pero nunca ha sido tan importante o tan poderoso. Se va a retirar pronto, así es que no tiene nada que perder y está absolutamente determinado a lograr las reformas de mercado a las que se ha comprometido la mayor parte de su vida".