Cuando Jack Lew, secretario del Tesoro de Estados Unidos, se siente hoy para informar a los miembros del Comité de Finanzas del Senado sobre el presupuesto 2016 y los planes de reforma fiscal del presidente, estará preparándose a sí mismo para preguntas sobre al menos otra materia.
Un dólar más fuerte que golpea los beneficios de las empresas y las exportaciones estadounidenses y los movimientos de los bancos centrales de todo el mundo para debilitar sus monedas ha revivido una vieja angustia en el Capitolio y dibujado nuevas líneas de batalla para el Congreso.
Donde una vez el blanco era China, el objetivo ahora es incluir duras disposiciones contra la manipulación de divisas en sus acuerdos comerciales, en particular el Acuerdo Transpacífico (TPP), la alianza con Japón y otras diez economías que está en el corazón de la agenda económica internacional de Estados Unidos y está a punto de concluir.
Ese impulso ha sido resistido hasta ahora por el presidente Barack Obama. Pero con el dólar llegando cada vez más alto, la industria automotriz -particularmente Ford- presionando fuertemente, y los legisladores, tanto demócratas como republicanos, clamando por acciones, es un tema que los soldados de infantería de Obama van a tener que enfrentar.
"Pretender que estas preocupaciones no existen no será suficiente", advirtió el senador republicano Orrin Hatch.
Las demandas desde el Congreso son bastante claras. Una mayoría de ambas Cámaras exigió en 2013 que disposiciones "fuertes y ejecutables" contra la manipulación de la moneda fueran incluidas en el TPP y esos reclamos continúan hoy.
La industria automovilística de EEUU argumenta que socios comerciales tales como China y Japón han estado subsidiando sus exportaciones a Estados Unidos para mantener sus monedas débiles, un paso que también ha hecho que los productos estadounidenses sean menos competitivos en el viaje de regreso.
"Los aranceles eran la barrera comercial del siglo pasado... La barrera comercial del siglo XXI es la manipulación de las monedas", dijo Ziad Ojakli, principal eje de presión de Ford en Washington.
El gobierno ha sido reacio a actuar en esa dirección por al menos dos razones. La primera es que el TPP ya es una bestia compleja y añadir disposiciones podría matarla. La segunda es una cuestión de jurisdicción. Dentro del gobierno estadounidense, los acuerdos comerciales tradicionalmente han sido negociados por la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos, mientras que el Tesoro se ocupa de las cuestiones monetarias.
Muchos analistas creen que incluir las divisas en un TLC será un precedente complejo. Pero lo cierto es que en Washigton, la política cambiaria vuelve a ser volátil.