Para la Reserva Federal, la caída de los mercados inducida por China difícilmente podría haber llegado en un momento más sensible. El banco central estadounidense ha estado durante todo el año preparando meticulosamente a los mercados financieros para el alza de las tasas de interés, con la reunión del próximo mes vista como la mejor oportunidad para apretar el gatillo.
Pero los riesgos internacionales han sido un constante desafío para los preparativos de Janet Yellen, presidenta de la Fed. En la reunión de julio del Comité Federal de Mercado Abierto, varios funcionarios mostraron preocupación por el riesgo de una profunda desaceleración en China y lo que significaría para EEUU, así como los peligros de una escalada adicional del dólar.
La caída de los valores chinos sólo profundizará estas preocupaciones y envalentonará a los miembros del comité que presionan contra mover las tasas en septiembre.
Si la venta masiva china es síntoma de una debilidad más profunda "va a tener consecuencias para la economía global y en las perspectivas de inflación", afirma Ted Truman, ex oficial de la Fed y miembro del Peterson Institute for International Economics.
Es poco probable que el banco central saque conclusiones del alboroto del mercado. A tres semanas de la reunión, aún falta un informe clave sobre el mercado laboral. Los indicadores locales, además, siguen resilientes y los giros del mercado pueden desaparecer rápidamente.
La tradicional reunión anual de economistas esta semana en Jackson Hole servirá para saber cómo ven los funcionarios de la Fed las turbulencias externas como Grecia o el alza del dólar. El debate se centrará probablemente en la persistente baja inflación de EEUU y en los canales por los que los problemas de China podrían afectar las perspectivas del país. El riesgo más obvio de contagio es la pérdida de confianza en los mercados globales, que afectará la riqueza de los hogares y al optimismo empresarial. Michael Feroli, de JPMorgan Chase, afirmó que la Fed no querría parecer "demasiado reactiva". Los economistas de Barclays cambiaron ayer su perspectiva de alza de las tasas a marzo de 2016 desde septiembre de 2015, argumentando que el central no querría desestabilizar aún más los mercados.
Un riesgo más profundo sería que la caída del mercado chino signifique una mayor desaceleración en una economía que ha tenido un enorme papel en el impulso del crecimiento global. La depreciación del yuan ya hizo sonar las alarmas entre los emergentes.
Stephen King, de HSBC, afirmó que China ha desempeñado un rol de "consumidor de última instancia", pero que ya no quiere o puede seguir haciéndolo. La liquidación "revela la ansiedad del mercado sobre la economía global que debería hacer que los banqueros centrales pensaran dos veces antes de subir las tasas", dijo.