La primera prueba nuclear de Corea del Norte en cuatro años ha añadido presión a las relaciones entre Estados Unidos y China, incluso aunque la afirmación de Pyongyang de que ha detonado una bomba de hidrógeno ha sido objeto de escepticismo a nivel mundial.
A raíz de la prueba de ayer, la administración del presidente Barack Obama enfrenta el dilema de cuánto debe presionar a Beijing, principal aliado de Pyongyang y su salvavidas económico, para tomar medidas y convencer a Corea del Norte de abandonar su programa nuclear. Una movida así podría tensar las relaciones sino-estadounidenses.
El gobierno chino debe decidir cuánto presionar a Corea así como disuadir a otras potencias regionales preocupadas por la prueba de alinearse aún más con EEUU. Pero Beijing también sigue profundamente decidido a no socavar al Estado norcoreano.
“Esto va a fortalecer las manos de aquellos en el poder chino que creen que Pyongyang se está convirtiendo más en un riesgo que en un activo”, dijo Paul Haenle del centro Carnegie Tsinghua en Beijing. “Esto es una prueba para China. No creo que vayan a abandonar a Corea del Norte. Pero si no actúan, también enfrentan responsabilidades políticas frente a otros países que pueden no ser de su interés”.
Muchos científicos plantean dudas de que el dispositivo probado ayer fuera una bomba de hidrógeno, un aparato termonuclear multifase con mucho más poder destructivo de los que previamente había detonado el país, el más reciente en 2013, al estilo de los utilizados en la II Guerra Mundial.
“La explosión de la prueba de una bomba de hidrógeno en dos fases habría sido mucho mayor de la reportada”, afirmó David Albright, del Instituto Internacional de Ciencia y Seguridad, en una nota. “En segundo lugar, el desarrollo de un arma de este tipo es muy desafiante. Se considera fuera de las capacidades de Corea del Norte en este momento”.
Pero que Pyongyang haya vuelto a realizar pruebas nucleares ya incrementa los dolores de cabeza estratégicos de los das principales potencias mundiales sobre cómo lidiar con el Estado rebelde.
Haenle dijo que una prioridad para Beijing sería atajar lo que es visto como una respuesta unilateral de EEUU a la explosión. Un artículo en el Global Times, un diario alineado con el Partido Comunista Chino, cita a un experto que advierte que esta prueba podría ser una excusa para Corea del Sur para desplegar el Terminal de Defensa Aérea de Gran Altura, un sistema de defensa de EEUU para derribar misiles balísticos, algo a lo que Moscú y Beijing se oponen.
La prueba de ayer añade presión para que EEUU tome medidas más poderosas hacia Pyongyang después de casi 25 años de negociaciones fallidas. China será, sin duda, vital. Aunque parece que desde las pruebas de 2013, está dispuesto a tomar una posición más dira.