Desde Reino Unido a Israel y España, los sondeos de opinión han pronosticado dramáticamente mal el resultado de las últimas elecciones. A pocas horas de que el caucus de Iowa marque el comienzo de las primarias en Estados Unidos, los encuestadores han estado ansiosos por evitar los mismos errores.
“Mucha gente trabajó muy duro para asegurar que errores similares no se produzcan aquí”, afirma Mollyann Brodie, que supervisa los sondeos de la Fundación Kaiser Family y preside la Asociación Americana de Investigación de Opinión Pública.
Pero los encuestadores reconocen que se enfrentan a desafíos metodológicos tan complejos como todos los que han afrontado desde la llegada de los teléfonos móviles al mercado masivo. Desde la generación “millennial” que no responde al teléfono, a la caída del tamaño de las muestras, las encuestas de este año proporcionan mucho material para los críticos.
En un ciclo electoral donde los sondeos han ayudado a reforzar el avance del republicano Donald Trump y el outsider demócrata Bernie Sanders, existe un gran riesgo de que los encuestadores puedan verse de nuevo en una situación embarazosa.
“¿De verdad, CNN?, tuiteó Joel Benenson, estratega jefe de Hillary Clinton, después de que el canal emitiera un sondeo que mostraba a Sanders adelantando a Clinton, 51 a 43, en Iowa. Su principal queja: una muestra de alrededor de 300 personas, la mayoría de ellos hombres.
En los primeros estados, como Iowa o New Hampshire, los encuestadores han realizado más sondeos en este ciclo electoral que en el año anterior a los caucus de 2012 y las primarias. Pero el tamaño promedio de las muestras ha caído. En New Hampshire en 2012, el sondeo promedio entre votantes republicanos era de 590 entrevistados. Este año, como mucho, son 490.
El resultado es un sondeo menos preciso. Los márgenes de error de más/menos 5% se han vuelto comunes, un problema cuando la mayoría de los muchos candidatos republicanos tienen puntaciones de un sólo dígito.
Aumento en costos
El creciente rol de agregadores como Real Clear Politics y FiveThirtyEight.com, de Nate Silver, que combina encuestas o construye elaborados modelos de predicción en base a ellas, ha ayudado a compensar cualquier caída en la calidad. Pero los problemas estructurales permanecen. Detrás de los pequeños tamaños de las muestras está el creciente costo de la investigación de opinión en Estados Unidos debido a la creciente dificultad de llegar a los votantes.
“El número de llamadas telefónicas que tienes que hacer para completar una sola entrevista se ha triplicado en diez años… y esto ha duplicado los costos”, dice David Dutwin, jefe de metodología en SSRS, que realiza el respetado sondeo de la CBS/New York Times. Los encuestadores realizan ahora entre 30 y 35 llamadas para completar una entrevista, frente a las diez de hace una década, apunta. Para entrevistar a mil votantes, sólo 400 de los cuales votarían a un republicano, tienen que llamar a más de 35.000 números.
La gran cuestión es a quién se deja fuera y si eso sesga el sondeo. Hay evidencia de que los “millennials” prefieren mensajes de texto a llamadas y tienden a responder menos el teléfono que otros grupos de edad. Esto es especialmente relevante después de que un estudio en Reino Unido revelara que se subestimó el voto conservador en las elecciones de mayo de 2015. Algo similar pasó en Estados Unidos en 2012, cuando se subestimó la concurrencia de votantes jóvenes y otros entusiastas del presidente Barack Obama, mientras que se sobreestimó el respaldo para su rival republicano Mitt Romney.