Para las autoridades en los mercados emergentes, la perspectiva de que la Reserva Federal de Estados Unidos suba las tasas de interés por primera vez desde 2006 ha estado formando una nube de tormenta en el horizonte en gran parte de los últimos dos años.
Los funcionarios de la Fed, sin embargo, parecen decididos a restarle importancia a cualquier sugerencia de que sus acciones podrían contribuir a un crecimiento más lento en los mercados emergentes y el resto del mundo. Sin embargo, si suben las tasas, advierten los analistas, el impacto en las ya frágiles economías emergentes amenaza con llevar los problemas económicos a EEUU y Europa.
Las consecuencias de un aumento de la tasa de EEUU, lo que Janet Yellen, presidenta de la Fed, dice que sería "apropiado" para fines de año, serían sentidas en todo el mundo, desde China a Brasil y Turquía, países que crecieron utilizando la política monetaria ultraflexible de EEUU y el financiamiento barato que ésta generó.
Desde la recesión, las naciones emergentes han visto su crecimiento dispararse, en parte como respuesta a que las tasas de interés de EEUU se recortaron a mínimos históricos. Ahora, en un contexto en el que las economías desarrolladas representan menos de la mitad del PIB mundial, la pregunta es si EEUU y otros países industrializados sufrirán las consecuencias de una desaceleración mayor de los emergentes causada por una subida de la tasa por parte de la Fed.
"Primero tuvimos la fase de contagio", dice Mohamed El-Erian, asesor económico de Allianz y presidente del Consejo de Desarrollo Global del presidente Barack Obama. "Ésta fue la incapacidad de Occidente de generar crecimiento y su uso de políticas monetarias experimentales, que han socavado el crecimiento en los mercados emergentes". "La segunda etapa es de efectos de retroalimentación; la debilidad de los mercados emergentes que afecta a las economías de Occidente y hace que sus desafíos sean aún mayores".
La consecuencia más profunda de unas tasas más altas será acelerar la salida de capitales desde China, fuente de la recientes turbulencias mundiales de los mercados, haciendo a la segunda potencia económica del mundo aún más inestable.
"Eso podría crear otro nivel de riesgo para la economía china", señala David Lubin, jefe de economía de mercados emergentes de Citi.
Esto, añade, es debido a un gran aumento de los préstamos a China por parte de bancos extranjeros en los últimos seis años. Esto, a su vez, amenaza con afectar directamente a EEUU, contribuyendo a la reducción de las compras chinas de bonos del Tesoro estadounidense. Los analistas están preocupados porque China tuvo que vender más de US$ 100 mil millones de sus tenencias de deuda del Tesoro estadounidense para apoyar al yuan durante la turbulencia que siguió a la decisión de Beijing el mes pasado de devaluar su moneda.
Si China, que es el mayor inversionista extranjero en bonos del Tesoro estadounidense con US$ 1,27 billones, comienza a liquidar sus tenencias regularmente, podría crear escasez de fondos para el gobierno de Estados Unidos y añadir presión al alza de las tasas de interés en ese país.
Stephanie Pomboy, de MacroMavens, una consultora de inversión de Nueva York, dice que China y otros mercados emergentes ya han tenido un gran impacto negativo en la economía de EEUU, contribuyendo a la fuerte caída de los precios del petróleo, así como reduciendo el flujo de "petrodólares".
Para muchos inversionistas, el impacto en los mercados desarrollados de la desaceleración del crecimiento de China y otros mercados emergentes ya está claro: caída de los precios de importación, órdenes de bienes de capital más bajas y una mucho más baja rentabilidad de las empresas estadounidenses y europeas.
El impacto directo más grande de la Fed fuera de EEUU probablemente sea en las economías que dependen de los flujos de capital a corto plazo para financiar los déficits de cuenta corriente.
David Hauner, director gerente de Bank of America Merrill Lynch, dijo: "los peor parados son los exportadores de commodities como Brasil, Rusia y Sudáfrica, ya que quedan atrapados entre un dólar fuerte y una China débil".
Los optimistas señalan que muchas economías emergentes son menos vulnerables a un aumento de las tasas de EEUU de lo que lo fueron durante las crisis de los emergentes de los '80 y '90 cuando los gobiernos hicieron recortes en el llamado "pecado original".
El pecado consistió en pedir prestado en dólares estadounidenses u otras monedas extranjeras y, por tanto, exponerse al riesgo de una devaluación de sus propias monedas y la consiguiente explosión en los costos de servicio de la deuda.
Si bien esto fue propio de los gobiernos en la última década, también ha habido una explosión en el endeudamiento en moneda extranjera de las empresas en mercados emergentes. Muchas de ellas tienen ingresos en moneda extranjera, salvándoles del pecado original.
Bhanu Baweja, estratega de mercados emergentes de UBS, dice que éste no es el único problema. "Los prestatarios soberanos han cometido menos el pecado original, pero más el nuevo pecado". A pesar de que sus deudas son en moneda local, los niveles de deuda han subido, añade. "La mayoría de la gente cree que los emergentes son estructuralmente sólidos en términos de deuda. Eso ya no es válido".
Esto significaría un gran volumen de deuda de los emergentes que se ven presionados a medida que las tasas suben, aunque las reservas de divisas permanezcan.
Otros argumentan que estas y otras condiciones significan que una subida de tipos de la Fed sería perjudicial a nivel mundial. John-Paul Smith, de Ecstrat, dice: "la Fed debería escuchar a los mercados. Subir las tasas sería una señal muy negativa: sería una muestra de que no son conscientes o no se preocupan por lo que pasa en el resto del mundo".