Es el enfrentamiento que tiene a los fanáticos a la política de EEUU al borde de sus sillas: el grandilocuente multimillonario Donald Trump enfrentándose contra nueve rivales para la nominación presidencial republicana en un espectáculo que podría terminar más cerca de un reality show que un debate político.
Desde que el inesperado salto de Trump en las encuestas lo convirtió el número seguro para uno de los diez puestos en el primer debate televisivo en horario prime esta noche, los candidatos y sus asesores han estado determinando activamente estrategias sobre cómo manejarlo.
Mientras más duro ha golpeado a sus oponentes –llamando a Marco Rubio "débil", Lindsey Graham "rígido" y diciendo que a Jeb Bush le gustan los "mexicanos ilegales"– más alto ha llegado en los sondeos.
Para los que esperan salir del escenario ilesos, van a tener que moverse por una delgada línea entre entregar una respuesta firme a las declaraciones más excéntricas de Trump y al mismo tiempo no alienar a su creciente legión de seguidores.
También deben evitar pasar todo el debate hablando de lo que ya todos están hablando: Donald Trump.
La competencia de esta noche representa el primer colador para un desordenado campo de 17 candidatos. Sólo incluye a los diez mayores candidatos determinados por un promedio de cinco encuestas nacionales recientes en un punto de corte a comienzos de semana.
En lo que ha sido una de las carreras más impredecibles en años, eso significa que incluso candidatos bien conocidos no pasaron el corte.
Afuera quedaron Rick Perry, ex gobernador de Texas; Rick Santorum, el ex gobernador de Pensilvania quien ganó una docena de debates en la batalla por la nominación de 2012; Lindsey Graham, un veterano senador de Carolina del Sur, y Bobby Jindal, gobernador de Luisiana.
Otros que no pasaron el corte son la empresaria Carly Fiorina; George Pataki, ex gobernador de Nueva York, y el ex gobernador de Virginia Jim Gilmore. Ellos se enfrentarán en un evento preliminar.
Con los debates en EEUU tradicionalmente más relacionados con el teatro político que con discursos de política, Trump, la veterana estrella de su propio reality show, disfruta una clara ventaja sobre los aspirantes menos expertos en manipular el foco de atención de los medios, como el neurocirujano jubilado Ben Carson.
Aún así, es un campo talentoso e ideológicamente diverso, incluyendo a algunos de los oradores más efectivos del partido, como Marco Rubio y Ted Cruz, senadores de Florida y Texas, respectivamente.
Jeb Bush, el ex gobernador de Florida y favorito del ala más tradicional del partido, enfrentará un intenso escrutinio. Su candidatura no ha podido prender fuego de la manera en que muchos habían esperado cuando comenzó a explorar su postulación en diciembre.