Por Delphine Strauss
La última ronda de “guerras de divisas” terminó hace un año en una incómoda tregua, cuando los ministros de Finanzas del G20 acordaron no manipular los tipos de cambio con propósitos competitivos.
Los temores a una ronda de devaluaciones competitivas se evaporaron poco tiempo después. La Reserva Federal de EEUU anunció planes para reducir su estímulo de emergencia y muchos mercados emergentes han estado luchando ahora para apoyar sus monedas.
Sin embargo, hoy los bancos centrales están de nuevo elevando el tono de su retórica cambiaria. En los mercados se habla de una guerra “fría” cambiaria y de crecientes tensiones por debajo de la superficie de la unidad del G20.
Con la Fed sin dar ningún tipo de indicio sobre cuándo podría comenzar a endurecer su política monetaria, un débil dólar ha dejado a otras divisas en niveles incómodamente altos. La baja volatilidad ha avivado un regreso del “carry trade” en las monedas de mercados emergentes con rendimientos más altos.
Las autoridades en Australia, Canadá y Nueva Zelandia han estado amenazando con tomar acciones para debilitar sus divisas desde hace algún tiempo.
La fortaleza del euro, que ya es un gran tema político, es una “preocupación seria” para el Banco Central Europeo (BCE), aseguró hace dos semanas su presidente Mario Draghi, señalando que el BCE podría relajar su política en junio para abordar la baja inflación. Incluso el Banco de Inglaterra está comenzando a expresar inquietudes respecto de que si persiste una libra esterlina fuerte podría dañar la recuperación británica.
Los mercados emergentes también están entrando a la pelea. Los traders creen que el Banco de Corea ha redoblado las compras de dólares para frenar la fortaleza del won, la única moneda asiática que aún está por sobre su nivel de mayo pasado, cuando los primeros indicios del recorte de la Fed comenzaron a perturbar a los mercados.
La semana pasada, el ministro de Finanzas de Colombia escribió en Twitter que el gobierno retomaría las compras de dólares. Entre los “cinco frágiles” más golpeados en la venta de los emergentes el año pasado, Brasil ya ha reducido el programa de swaps que comenzó a aplicar para apoyar al real; Turquía ha indicado que podría revertir parcialmente las alzas de emergencia en las tasas realizadas en enero; y los traders aseguran que el banco central de India ha estado interviniendo silenciosamente para limitar el aumento de la rupia por la fiebre de las elecciones.
“Es inevitable que veamos un incremento en las tensiones”, comentó Eswar Prasad, un socio senior de Brookings Institution. Los banqueros centrales en el mundo desarrollado están “tratando de enviar un mensaje tan claro como sea posible acerca de que diseñarán una política monetaria para debilitar la divisa”, mientras que aquellos en los mercados emergentes están “muy preocupados de quedar atrapados en el fuego cruzado”.
Aunque EEUU tiene una tolerancia mayor a la apreciación de la moneda, añadió Prasad, las autoridades ahí estarán “preocupadas de que las acciones de otros bancos centrales pueda dañar lo que es visto como una frágil recuperación”.
Oportunidad ventajosa
Si bien algunos bancos centrales son explícitos sobre su deseo de una divisa más débil para alentar las exportaciones, la razón de por qué tantos están manifestando inquietud es el riesgo de deflación.
“En un ambiente inflacionario una divisa débil sería ventajosa”, comenta Jane Foley de Rabobank. “El problema es que casi todos tienen desinflación… y, por lo tanto, todos quieren una moneda más débil. No siempre se puede tener éxito”.
“Podría no ser una guerra de divisas, pero… para nosotros parece una guerra fría de divisas”, señalan los analistas de Bank of America Merrill Lynch.
Ellos agregan que los argumentos del BCE de que la fortaleza del euro exacerba el riesgo de deflación “no vulnera los compromisos del G20 sobre las políticas de ‘empobrecer al vecino’… pero ciertamente no son totalmente consistentes con los tipos de cambio impulsados por el mercado”.
En los mercados emergentes, la mayoría de las divisas no se ha recuperado aún totalmente de la ola de ventas del año pasado, y muchas están en niveles relativamente cómodos. “Las guerras de divisas no están de vuelta”, dice Win Thin de Brown Brothers Harriman. Pero agrega: “si la racha alcista continúa… veremos más gente reclamando”.
¿Cuál es el riego, entonces, de que estas escaramuzas escalen a un nuevo conflicto?
Si el BCE toma medidas el próximo mes, podría tener efectos colaterales inmediatos. Hay especulaciones de que el Banco Nacional Suizo (SNB) podría tomar más medidas para debilitar el franco, al elevar el tipo de cambio mínimo del actual 1,20 por euro o al recortar las tasas de interés.
Otro gatillante sería si el Banco de Japón relajara más su política monetaria. El yen se ha fortalecido levemente desde el comienzo de Abenomics. Pero si las autoridades planean una nueva depreciación, los bancos centrales asiáticos podrían sentirse obligados a contraatacar.
Menos claro es hasta qué punto las autoridades pueden alcanzar sus objetivos. Aunque el SNB ha dejado en claro que imprimirá dinero durante el tiempo que sea necesario para mantener al franco bajo control, los inversionistas podrían desafiar la determinación de otros bancos centrales.
Graeme Wheeler, el gobernador del banco central de Nueva Zelanda, tuvo éxito en hacer caer al dólar kiwi con sus comentarios hace unas semanas. Pero tratar de controlarlo al comienzo de un ciclo de aumento de tasas sería “tan fútil como la batalla de Don Quijote contra los molinos”, indica Tom Levinson de ING.
Algunos analistas argumentan que la esperada rebaja de tasas de interés del BCE en junio podría estar incorporada y su efecto puede ser de corta duración si incentiva más entrada de flujos a la periferia de la eurozona.
“¿Va a funcionar? Rara vez lo hace”, dice Neil Mellor, estratega de Bank of New York Mellon. “Aunque el dólar está siendo usado como una moneda de financiamiento porque la Fed se rehúsa a dar cualquier orientación sobre el ciclo de tasas de interés... cualquier caída en otras divisas es una oportunidad para los inversionistas de comprar a una tasa subsidiada”.