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La deuda griega y un default de verdaderos estadistas

El enfoque correcto para el caso griego fue delineado en la iniciativa de “países pobres altamente endeudados” del FMI y del Banco Mundial. Bajo esta, el alivio de deuda se concede sólo después de que el país haya cumplido criterios precisos de reforma.

Por: Martin Wolf, Financial Times | Publicado: Miércoles 28 de enero de 2015 a las 05:00 hrs.
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A veces, lo correcto de hacer es también lo más sabio. Ese es el caso ahora para Grecia. Hecho de manera correcta, la reducción de la deuda beneficiaría a Grecia y al resto de la zona euro. Crearía dificultades. Pero estas serían más pequeñas que las creadas si se arroja a Grecia a los lobos. Desafortunadamente, lograr ese acuerdo podría ser imposible. Por esto mismo, la creencia de que la crisis de la zona euro terminó está equivocada.


Nadie puede estar sorprendido por la victoria del partido de izquierda griego Syriza. En medio de la "recuperación", el desempleo está en 26% de la fuerza laboral y la cesantía juvenil supera 50%. El Producto Interno Bruto también está 26% por debajo del máximo previo a la crisis. Pero el PIB es una medida particularmente inapropiada de la caída en el bienestar económico en este caso. La balanza de cuenta corriente era -15% del PIB en el tercer trimestre de 2008, pero ha anotado superávit desde la segunda mitad de 2013. Por lo tanto, el gasto de los griegos en bienes y servicios ha caído en al menos 40%


Dada esta catástrofe, casi no es una sorpresa que los votantes hayan rechazado al gobierno previo y las políticas que, siguiendo las órdenes de los acreedores, dicha administración implementó a regañadientes. Como Alexis Tsipras, el nuevo primer ministro, ha dicho, Europa está fundada sobre el principio de la democracia. La gente de Grecia ha hablado. Los poderosos deben al menos escuchar. Sin embargo, todo lo que uno escucha sugiere que las demandas de un nuevo acuerdo sobre la deuda y la austeridad serán descartadas de antemano. Alimentando esta respuesta hay una gran cantidad de tonterías santurronas. En particular, dos principios moralizadores se entrometen en una respuesta razonable a las demandas griegas.


El primer enunciado es que los griegos pidieron el préstamo y por lo tanto es su deber pagarlo, sin importar cuánto les cueste. Esta fue casi la misma actitud que sostuvo las penas de prisión para los deudores. Sin embargo, la verdad es que los acreedores tienen una responsabilidad moral de prestar sabiamente. Si fracasan en realizar el due diligence o debida diligencia de sus deudores, se merecen lo que les va a pasar. En el caso de Grecia, la escala de los déficit fiscales, en particular, era obvia. También lo era la manera en que el Estado griego era administrado.


El segundo supuesto es que, desde que estalló la crisis, el resto de la zona euro ha sido extraordinariamente generoso con Grecia. Esto también es falso. Es cierto que los préstamos ofrecidos por la zona euro y el Fondo Monetario Internacional llegan a la enorme suma de 226.700 millones de euros (cerca de 125% del PIB), que es casi dos tercios de la deuda pública total de 175% del PIB. Pero de manera abrumadora esto no fue para beneficiar a los griegos, sino para evitar una amortización de préstamos malos al gobierno y a los bancos helenos. Sólo 11% de los préstamos financiaron directamente las actividades gubernamentales. Otro 16% fue al pago de intereses. El resto fue a operaciones de capital de varios tipos: el dinero vino y luego se fue de nuevo. Una política más honesta habría sido rescatar a los prestamistas directamente. Pero esto habría sido muy vergonzoso.


Como mencionan los griegos, el alivio de deuda es normal. Alemania, un incumplidor en serie de su deuda doméstica y externa en el siglo XX, ha sido un beneficiario. Lo que no puede ser pagado no será pagado. La idea de que los griegos tendrán grandes superávit fiscales durante una generación, para poder pagarle a gobiernos acreedores el dinero usado para rescatar a entidades financieras privadas de sus errores, es una ilusión. Entonces, ¿qué se debe hacer? La opción está entre lo correcto, lo conveniente y lo peligroso.


Como Reza Moghadam, ex jefe del departamento europeo del Fondo Monetario Internacional, argumenta: "Europa debería ofrecer un alivio de deuda considerable, reduciendo a la mitad la deuda de Grecia y la exigencia de balanza fiscal, a cambio de reformas". Esto, añade, sería consistente con una deuda considerablemente por debajo de 110% del PIB, que los ministros de la zona euro acordaron en 2012. Pero esta reducción no debería hacerse de manera incondicional. El mejor enfoque fue delineado en la iniciativa de "países pobres altamente endeudados" del FMI y del Banco Mundial, que comenzó en 1996. Bajo esta, el alivio de deuda se concede sólo después de que el país haya cumplido criterios precisos de reforma. Un programa de este tipo sería beneficioso para Grecia, que necesita una modernización política y económica.


El enfoque políticamente conveniente es seguir "prolongando y pretendiendo que no pasa nada". Sin duda, hay maneras de aplazar aún más la hora de la verdad. También existen maneras de rebajar el valor presente del interés y de los repagos sin disminuir el valor nominal. Todo esto le permitiría a la zona euro no tener que confrontar el argumento moral del alivio de deuda para otros países golpeados por la crisis, particularmente Irlanda. Sin embargo, un enfoque como este no puede entregar el resultado honesto y transparente que es sumamente necesario.


El enfoque peligroso es empujar a Grecia hacia el default. Esto probablemente creará una situación en la que el Banco Central Europeo ya no se sentiría capaz de operar como el banco central de Grecia. Eso, a su vez, forzaría una salida. El resultado para Grecia ciertamente sería catastrófico en el corto plazo. Mi suposición es que también revertiría cualquier avance hacia la modernidad durante una generación. Pero el daño no sería sólo para Grecia. Demostraría que la unión monetaria en la zona euro no es irreversible, sino simplemente una caja de convertibilidad cambiaria dura. Eso sería lo peor de los dos mundos: la rigidez de una paridad cambiaria fija, sin la credibilidad de una unión monetaria. En cada crisis futura, la pregunta sería si es que ese será el "momento de la salida". El resultado sería la inestabilidad crónica.


Crear la zona euro es la segunda peor idea monetaria que sus miembros probablemente vayan a tener. Romperla sería la peor. Sin embargo, a eso es hacia donde llevaría empujar a Grecia a la salida. El camino correcto es reconocer el argumento del alivio de deuda, condicional al logro de reformas comprobables. Los políticos rechazarán la idea. Los estadistas la abrazarán. Pronto sabremos quiénes son políticos y quiénes estadistas.

Financial Times

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