Cada mañana, el venezolano Elías Malavé toma su viejo arco, se carga a la cintura un puñado de flechas raídas y empieza a entrenar solo en un descampado de un complejo deportivo en la calurosa ciudad de Maracay, al centro del país.
Tras cinco horas disparando sin supervisión, entrenador, ni equipamiento adecuado, vuelve a casa a pie para cuidar a su hijo de dos años mientras prepara el entrenamiento del día siguiente.
Esta podría ser la rutina de cualquier deportista amateur, pero no debería ser la de Malavé, últiple campeón nacional de tiro con arco y uno de los primeros venezolanos en lograr su clasificación a las Olimpiadas de Río hace ya casi un año.
La crisis económica que azota Venezuela ha obligado al Estado a recortar las vitales divisas para los atletas de alto rendimiento, incluidos varios de los 70 clasificados a Río quienes, como Malavé, entrenan solos, sin implementos apropiados y hasta se han visto en la necesidad de hacer colectas para costearse gastos.
"La respuesta siempre es la misma: 'no hay dinero'", se lamentó el arquero de 26 años. "Pensé que iba a cambiar después de conseguir un cupo olímpico, pero no, nada cambió", agregó en un alto de u entrenamiento donde confesó que un compañero karateca le regaló suplementos vitamínicos porque él
no ha recibido los necesarios.
Desde que clasificó a las Olimpiadas de Río de Janeiro, en julio del año pasado, Malavé se ha perdido
el test olímpico -para probar las instalaciones del Sambódromo-, un mundial en Las Vegas y varios
campamentos con su entrenador, el ruso Alexander Kirillov, a quien vio recién a mediados de mayo tras
siete meses de contactos por correo electrónico.
"(Por) dejar de ver a mi entrenador un mes, no va a pasar nada, pero siete meses ya es demasiado. Ningún atleta de alto rendimiento pasa siete meses sin ver a su entrenador", se quejó.
La Federación Venezolana de Tiro con Arco (Feveta) y el Comité Olímpico Venezolano (COV) no quisieron dar declaraciones para este reportaje. El presidente Nicolás Maduro, por su parte, sostiene que durante sus tres años de gestión y los 14 años previos de Hugo Chávez se ha apoyado como nunca al deporte en Venezuela labrando una "generación de oro".
A fines de marzo, por ejemplo, Maduro le entregó un sedán cero kilómetros y 150.000 bolívares -siete veces más que la beca mensual de Malavé- a Yulimar Rojas, campeona mundial de salto triple bajo techo.
La atleta, de apenas 20 años, acudió al Palacio de Miraflores para recibir el homenaje y celebró con el puño derecho en alto, a la usanza de los socialistas. "En medio de las dificultades, un apoyo", dijo Maduro henchido de orgullo.
"Esta generación de oro, que cada vez crece más, (...) impresiona a Venezuela y ya impresiona al mundo".
Pero para Malavé la realidad ha sido distinta: recién hace unos días su federación le entregó un nuevo arco para reemplazar el que usaba desde Londres 2012, aun cuando las normas de ese deporte sugieren cambiarlo, por lo menos, una vez al año.
Boom petrolero
El segundo domingo de mayo del 2012, millones de venezolanos madrugaron para ver cómo Pastor Maldonado era bañado en champán por Fernando Alonso y Kimi Raikkonen tras convertirse en el
primer venezolano en ganar una carrera en la Fórmula Uno.
Aquel logro fue posible, en parte, gracias al auspicio de Petróleos de Venezuela (PDVSA) que desembolsó
decenas de millones de dólares para que el piloto paseara el logo de la estatal por Europa, Asia y Norteamérica durante un lustro.
Pero cuando el precio del crudo se vino a pique y los ingresos en divisas de Venezuela se hundieron más de 60% en 2015, Maldonado se quedó sin patrocinador y se vio obligado a dejar la máxima categoría
del automovilismo para trabajar como probador de neumáticos Pirelli.
La estrechez de dólares no sólo tumbó los sueños de Maldonado y demás pilotos de otras categorías,
también ha golpeado al fútbol que empezaba a labrarse un camino propio.
La Federación Venezolana de Fútbol (FVF) dijo recientemente que, el año pasado y en lo que va del
2016, no ha recibido "ni un dólar" de PDVSA, su principal patrocinador.
La estatal replicó asegurando que "jamás" ha dejado de honrar sus compromisos.
El hecho, sin embargo, es que las integrantes de la selección femenina de fútbol Sub-20, que lograron el año pasado su primera clasificación a un Mundial, apenas tienen calzado adecuado para entrenar y hasta mendigan comida y medicinas, según confesó su propio entrenador a los medios locales.
Ante esta situación, un grupo de futbolistas de la selección absoluta, comandados por Tomás Rincón y
Christian Santos, lanzó una campaña para apadrinarlas de su propio bolsillo. Pero, conscientes de que
la dádiva no es eterna, las jóvenes exigen una pronta respuesta del gobierno.
Como en muchos países, los éxitos deportivos en Venezuela son motivo de orgullo nacional. De
hecho, Chávez pretendió convertir la cosecha de medallas en una política de Estado a la usanza de otros
países socialistas como la extinta Unión Soviética, China o Cuba.
Pero Venezuela ha sido incapaz de emular el medallero de sus aliados socialistas y, a pesar de haber
enviado el récord de 109 atletas a Beijing 2008, apenas consiguió una medalla de oro olímpica en los 17
años de administración socialista.