Los inversionistas en Argentina, presionados por los efectos de una economía asediada y un banco central que se está acabando sus reservas rápidamente, están viendo un atisbo de esperanza en las elecciones presidenciales de este mes.
Forzada a confiar en las ya críticamente bajas reservas de divisas para pagar la mayor parte de la deuda soberana de US$6.7 mil millones que vence el sábado, la presidenta Cristina Fernández le entregará a su sucesor una economía en serias dificultades.
Puesto que una larga disputa legal con un grupo de fondos de cobertura estadounidenses está limitando la capacidad de Argentina para pedir préstamos al exterior, el pago a los acreedores de los bonos Boden 2015 reducirá aún más las reservas del banco central que han sido apuntaladas por un acuerdo de canje de monedas de US$11 mil millones con China ocurrido el año pasado.
Al haber agotado esos fondos, puesto que el banco central ha gastado las reservas para apoyar una moneda sobrevaluada, funcionarios chinos dicen que se estaba negociando una extensión del acuerdo — informes locales sugieren que de alrededor de US$2 mil millones — para aplacar los temores acerca de la economía que heredará el presidente electo el 25 de octubre.
"El gobierno tiene suficiente liquidez como para hacer el pago de los bonos Boden 2015", dice Alejo Costa, principal estratega de Puente, un banco de inversión en Buenos Aires.
El gobierno había estado reteniendo los dólares para los importadores con el fin de pagarles a los tenedores de bonos. "La verdadera preocupación es el paso al cual el banco central ha estado perdiendo reservas en los últimos meses", dice.
Los analistas estiman que la autoridad monetaria argentina ha vendido US$3 mil millones en los últimos dos meses, o alrededor de US$80 millones al día. Aunque las cifras oficiales muestran que las reservas brutas del banco central son de más de US$33 mil millones, Costa espera que las reservas netas, las cuales excluyen el canje de monedas con China, se reduzcan desde los US$15 mil millones actualmente hasta los US$9 mil millones para finales de año.
Por el momento, los inversionistas permanecen optimistas acerca de las intenciones de quienquiera que sea el ganador de las elecciones presidenciales para arreglar los problemas de la estancada economía argentina, los cuales también incluyen un enorme déficit fiscal, una inflación de dos dígitos y estrictos controles de capital en efecto desde el año 2011.
"Los precios de los bonos aún reflejan un buen grado de optimismo entre los inversionistas, en gran parte porque los asesores económicos de cada uno de los candidatos presidenciales han dejado claro que las negociaciones con los acreedores "holdout" van a ser prioridad", dice Daniel Chodos, estratega para América Latina de Credit Suisse.
Considera que los precios de los bonos podrían repuntar si el nuevo gobierno tiene éxito en arreglar los infortunios económicos argentinos después de comenzar el mandato el 10 de diciembre.
La opinión generalizada es que Argentina necesita acceso al financiamiento internacional para reducir el déficit fiscal, y que para lograrlo se debe llegar a un acuerdo con los llamados acreedores "holdout", quienes se rehusaron a participar en reestructuraciones de deudas después del incumplimiento de pago de la deuda soberana del país en 2001.
"El temor no es que ellos no intenten resolver las distorsiones de la economía y obtener nuevamente acceso a los mercados, sino si los inversionistas estarán dispuestos a hacerle préstamos a Argentina en ese momento", dice Chodos. También apunta que el riesgo de que el gobierno tenga que luchar para implementar las reformas podría reducir eventualmente cualquier repunte del precio de los bonos a inicios del próximo año.
Incluso aunque la carga de deuda de Argentina es relativamente baja — uno de los pocos beneficios del dañino incumplimiento de pago de 2001 y la posterior crisis económica que dejó al país con un acceso limitado al crédito internacional — la gran cantidad que debe pedir prestada puede ser demasiado grande en momentos en que los inversionistas están rehuyendo los mercados emergentes.
Argentina podría tener que recaudar hasta US$40 mil millones para cubrir sus deudas con los acreedores "holdout" de alrededor de US$15 mil millones a US$20 mil millones o más, además de permitirles finalmente a compañías extranjeras repatriar las ganancias y repagar las crecientes deudas con los importadores, según Chodos.
A pesar del optimismo entre los inversionistas extranjeros de que el año próximo habrá una mejoría de la economía argentina, hubo una precipitada liquidación en los mercados locales cuando el gobierno introdujo nuevas regulaciones la semana pasada. Estas regulaciones forzaron a los fondos mutuos a valorar las tenencias en dólares al tipo de cambio oficial, en lugar de a un tipo de cambio paralelo más débil que se permite en algunos mercados locales que valuaban sus tenencias en aproximadamente 30 por ciento más en pesos.
"El gobierno está jugando un juego muy peligroso. Todo estaba calmado, pero ahora hay mucho nerviosismo. El gobierno necesita financiar el déficit durante el resto del año, y acaban de clavarles un cuchillo a los mercados de capitales", dijo una fuente de información de los mercados locales.
La inesperada medida tenía como fin forzar una liquidación de los bonos denominados en dólares para incrementar su suministro en el mercado y así controlar la creciente brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. Pero también provocó una caída del tipo de cambio en el mercado negro hasta un mínimo histórico, y ahora el dólar vale más de 16 pesos, comparados con los 9.4 pesos del tipo de cambio oficial.
Pero paradójicamente, esta dinámica compleja y degradante de la divisa es precisamente la fuente de optimismo entre los inversionistas extranjeros, ya que se espera que ellos fuercen una rápida solución de la saga de los acreedores "holdout" que ha acosado a la economía argentina durante tanto tiempo.