Dinamarca ha impuesto controles en su frontera con Alemania, un movimiento que pretende frenar el flujo de migrantes, pero que también pondrá de relieve el fragmentado compromiso de Europa con la libre circulación de personas.
Lars Lokke Rasmussen, el primer ministro danés, dijo que la decisión fue motivada por el movimiento de Suecia horas antes de introducir controles de identidad a todos los pasajeros que llegan en tren, autobús o ferry desde Dinamarca.
“El nuevo requisito sueco para los controles de identidad supone el grave riesgo de un gran número de solicitantes de asilo que se acumulen en un corto período de tiempo, por ejemplo en los alrededores de Copenhague, que amenaza el orden y la seguridad pública. No queremos esto”, dijo.
Los controles daneses son temporales, y permanecerán en vigor por los próximos diez días, pero pueden ser ampliados.
A diferencia de las medidas suecas, incluirán controles aleatorios y no requerirán de forma automática mostrar el pasaporte a todos aquellos que crucen desde Alemania.
Rasmussen dijo que Angela Merkel, la canciller alemana, y la Comisión Europea en Bruselas habían sido notificados.
No obstante, los nuevos controles -en particular los controles suecos a los pasajeros que cruzan el estrecho de Oresund entre Copenhague y Malmo- ilustran cómo la crisis migratoria está levantando barreras y provocando tensiones entre incluso los vecinos europeos más cercanos. Estos fueron denunciados por los políticos y los viajeros.
Carl Bildt, ex primer ministro sueco, lo llamó “un día negro para nuestra región nórdica”. Michael Randropp, que preside la asociación que representa a más de 10.000 usuarios diarios del puente del estrecho, comparó los controles con un nuevo Muro de Berlín o la Cortina de Hierro.