La incompetencia y la corrupción yacen debajo de las modernas ciudades del país. Liderada por un científico de primera, hogar de grandes empresas tecnológicas y sede de un nuevo museo de diseño, Shenzhen es un claro ejemplo de la reforma económica y de la planificación de ciudad inteligente en China.
Pero el mortal derrumbe que afectó a la ciudad el domingo, cuando una montaña de residuos se derrumbó, ha minado la reputación de Shenzhen y, una vez más, subraya la forma en que el rápido desarrollo del país a menudo se logra tapando las grietas del sistema.
Después de las investigaciones preliminares, los funcionarios chinos afirmaron que el desastre fue causado por “una gran cantidad” de residuos de construcción apilados demasiado abruptamente en el vertedero. El colapso provocó un deslave aterrador que arrasó edificios, sumergió una zona industrial en metros de profundidad de barro y dejó más de 70 personas desaparecidas.
Los medios estatales chinos reportaron que el gobierno local había advertido de los problemas del sitio con anterioridad, y la policía allanó el martes las oficinas de la compañía responsable de la gestión del vertedero, arrestando al gerente senior.
“Algunos residentes se han quejado sobre el sitio durante años pero nadie ha hecho nada”, dijo Ng Mee Kam, professor de estudios urbanos en la Chinese University of Hong Kong, que ha estudiado el desarrollo de Shenzhen.
“Estoy en shock. En China, la percepción general es que no se practica lo que se predica, pero Shenzhen es una ciudad donde la planificación urbana es en general muy respetada”.
El gobierno chino está dispuesto a promover sus mayores áreas urbanas, con sus extensos sistemas de metro e imponentes rascacielos, como rivales de las mejores ciudades del mundo, ninguna mejor que Shenzhen, que ha sido cuna de la reforma económica desde que el país comenzó a abrirse a fines de los ’70.
Pero una serie de catástrofes de origen humano en las grandes ciudades en los últimos doce meses han subrayado la corrupción y la incompetencia burocrática que yace bajo los futurísticos paisajes urbanos.
Además del derrumbe de Shenzhen, más de 100 personas murieron en agosto en la explosión de un almacén químico en Tiajin y más de 30 fueron aplastadas hasta morir en una estampida en año nuevo en Shanghái. En ambos casos, los funcionarios fueron detenidos o sancionados por su participación en no prevenir las tragedias.
Fang Chuanglin, un experto planificador urbano de la Academia China de Ciencias Sociales, afirmó que el gobierno de Shenzhen no había evaluado correctamente los riesgos del vertedero y tales problemas son comunes a lo largo de la segunda mayor economía del mundo.
“Las ciudades están creciendo muy rápido, complicando que la construcción de infraestructura, la prevención de desastres y la mitigación y planeamiento puedan seguirles el ritmo”, dijo.
El desastre en Shenzhen es particularmente perjudicial debido al rol de la ciudad al frente del plan de reformas económicas del presidente Xi Jinping, reduciendo las emisiones de la industria pesada y combatiendo la corrupción mientras se promueve el desarrollo de alta tecnología y la forma de vida sustentable.
En marzo, Ma Xingrui, antes uno de los principales científicos espaciales de China, fue designado como secretario del Partido Comunista en la ciudad con el mandato de acelerar la transformación de Shenzhen, justo en la frontera con Hong Kong.
La ciudad, con 11 millones de residentes permanentes y muchos trabajadores migrantes, tiene ya el índice de precios de propiedad que crece más rápido en el país, es la sede para firmas de tecnología líderes como Huawei y Tencent y está construyendo un museo de diseño apoyado por el londinense Victoria and Albert Museum.