El banco central de Rusia anunció ayer una libre flotación efectiva del rublo, un movimiento que provocó la caída de la moneda, pero que apunta a estabilizarla finalmente.
Golpeado por la caída del precio del petróleo y por las sanciones de Occidente, el rublo ha perdido más de un 25% de su valor frente al dólar desde principios de año. Las intervenciones del banco central para controlar su caída -que sumaron US$ 29.000 millones sólo en octubre-, han drenado las reservas de divisas de Rusia.
La caída del rublo se ha acelerado en semanas recientes, en parte porque la política del banco de intervenir automáticamente era un blanco fácil para especuladores que hacen apuestas en un sólo sentido.
El banco central dijo que no gastaría más de US$ 350 millones al día para suavizar el movimiento del rublo cuando se aproxime al límite de su banda de fluctuación, y que permitirá que el tipo de cambio sea determinado "predominantemente por factores de mercado".
Pero subrayó que todavía seguía listo para hacer intervenciones puntuales si el tipo de cambio representa una amenaza para la estabilidad financiera.
Anteriormente, el banco había comprometido intervenciones de US$ 350 millones cada vez que el rublo cayera fuera de la banda, una política fácil de explotar por los especuladores, y que en las últimas semanas le había costado US$ 2.500 millones diarios.
Tras el anuncio, el rublo bajó casi 3% frente al dólar, cayendo momentáneamente por debajo de 45 rublos por dólar por primera vez y acercándose al umbral simbólico de 50 rublos frente a la canasta euros y dólares del banco central.
Neil Shearing, economista jefe para mercados emergentes de Capital Economics, dijo que los cambios "en esencia representan un movimiento hacia la libre flotación".
Añadió que el ajuste "debería ayudar a limitar el riesgo de que la caída del rublo en el último mes se convierta en una crisis monetaria autocumplida".
Un rublo débil no es necesariamente malo para la economía rusa. Ayudará a los exportadores y compensará el efecto de la debilidad de los precios del petróleo en los ingresos del gobierno. Pero la velocidad de la caída está avivando la inflación y afectando a los consumidores.
También es políticamente sensible en un país con dolorosos recuerdos de las crisis monetarias pasadas: pese a que ha habido una baja sensación de pánico público, los bancos han reportado recientemente una demanda creciente por retiros de dólares en los cajeros automáticos.