El Fondo Monetario Internacional (FMI)
inyectó hoy unos US$ 250.000 millones en los bancos centrales
de todo el mundo para potenciar sus reservas de divisas y aumentar
la liquidez en el sistema financiero.
Además, el 9 de septiembre la entidad distribuirá otros US$ 33.000
millones.
Entre ambos repartos, América Latina y el Caribe recibirán más de
US$ 21.000 millones en Derechos Especiales de Giro (DEG), que
es la moneda virtual del FMI.
México y Brasil se embolsarán más de US$ 3.900 millones
cada uno y también se beneficiarán países con relaciones tensas con
el organismo, como Venezuela y Argentina, a quienes les caerán cerca
de US$ 3.500 millones y unos US$ 2.600 millones, respectivamente, según los
datos del Fondo.
La distribución de los recursos "está diseñada para aumentar la
liquidez en la economía mundial al complementar las reservas de
divisas de nuestros miembros", dijo la portavoz del FMI, Caroline
Atkinson.
Sus 186 países miembros recibieron hoy DEG por valor del 74% de su cuota en el Fondo, lo que significa que las mayores
economías se quedan con el pedazo más grande de la tarta.
Así, Estados Unidos se llevará casi US$ 50.000 millones
entre hoy y el 9 de septiembre, la quinta parte de todo el botín,
Japón casi US$ 18.000 millones y Alemania unos mil millones menos.
Pero la medida será especialmente importante para algunos países
en desarrollo, que en su conjunto recibirán unos US$ 100.000 millones.
"Las naciones más débiles probablemente usarán los DEG. Para
ellos puede ser un apoyo significativo", dijo a Efe Desmond Lachman,
ex subdirector del departamento de Desarrollo y Revisión de Política
del FMI.
Los bancos centrales podrán dejar los DEG en sus balances o
venderlos "inmediatamente" a otros países por dólares, euros, yenes
o libras en un mercado que coordina el FMI, según explicó Atkinson.
Dada su escasa cuota en el Fondo, por el pequeño tamaño de sus
economías, las naciones pobres sólo recibirán US$ 18.000 millones, algo que la organización humanitario Oxfam acogió como
positivo, pero no suficiente para contrarrestar los efectos de una
crisis engendrada en el mundo desarrollado.