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Ningún plan de estímulo es suficiente para resolver la crisis en Tailandia

Para traer de regreso a los inversionistas, el nuevo gobierno deberá hacer frente al problema de fondo: cómo cerrar la brecha que divide a su sociedad.

Por: | Publicado: Viernes 6 de junio de 2014 a las 05:00 hrs.
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La junta militar en Tailandia ha anunciado una serie de medidas de estímulo para sacar a la economía de la recesión tras el golpe de Estado del 22 de mayo, pero el panorama político sigue siendo altamente complejo. El nuevo gobernante, el General Prayuth Chan–ocha, y sus asesores, corren el riesgo de generar una mayor tensión desestabilizadora si deciden impedir que los miembros del anterior gobierno electo expresen sus puntos de vista respecto de la creación de una nueva estructura política en el país.

Desde que tomó el poder, la junta ha recurrido a las mismas políticas populistas de Yingluck Shinawatra, la anterior primera ministra, y de su hermano, Thaksin Shinawatra, también primer ministro antes que ella, para ayudar a resucitar la economía de Tailandia. Antes del golpe de Estado, siete meses de protestas en las calles habían impedido la formación de un nuevo gobierno, lo que dejó las políticas públicas y los desembolsos de gasto fresco en espera. La economía cayó en recesión tras registrar una contracción trimestral de 2,1% en los primeros tres meses de 2014.

El General Prayuth y su principal ministro económico, Prajin Juntong, mariscal en jefe de la Aviación, están ahora preparando el relanzamiento de muchos de los proyectos que quedaron paralizados durante la administración de Yingluck. Hasta ahora, la junta ha liberado cerca de US$ 2.700 millones para pagar a los agricultores, como parte de un programa de subsidios a los precios del arroz. Y ya han sido cancelados unos US$ 1.100 millones. Los generales también pretenden revivir un proyecto por US$ 11 mil millones para mejorar las defensas de Tailandia contra las inundaciones. Los gobernantes militares del país también han prorrogado los límites a los precios de los combustibles y están considerando si continúan adelante con algunas partes de los radicales planes del anterior gobierno de mejoras de infraestructura por US$ 65 mil millones.

Cauteloso optimismo


Para ayudar con el plan económico, el Ejército de Tailandia ha designado a asesores económicos que cuentan con una excelente reputación, incluyendo al ex ministro de Comercio, Somkid Jatusripitak, y al ex gobernador del banco central, Pridiyathorn Devakula, que manejó el Ministerio de Finanzas luego de que los militares derrocaran a Thaksin en otro golpe en 2006. La designación de Pridiyathorn en particular parece haber calmado a los mercados, debido en gran parte a su apoyo a un banco central fuertemente independiente. Los inversionistas y consumidores parecen haber respondido a los planes de gasto y al equipo de asesores con un cauteloso optimismo, con el índice bursátil de Tailandia y la moneda local exhibiendo alzas.

El desafío que afrontan los militares, sin embargo, es crear un ambiente político estable en el que estas políticas puedan arrojar los resultados deseados. Hasta ahora, la respuesta de los militares al problema ha sido una dura represión. El golpe de 2014 ha ido mucho más allá que el de 2006 en términos de su alcance. Cerca de 300 personas han sido citadas para ser interrogadas por la junta, con algunas de ellos detenidas durante varios días. Miembros clave del anterior gobierno, incluyendo a Yingluck, también fueron detenidos brevemente (Thaksin vive en el extranjero para evitar ser arrestado por una condena por corrupción). El Ejército ha advertido que cualquiera que sea sorprendido protestando contra el golpe de Estado será juzgado en una corte marcial, al igual que quien sea acusado de violar las estrictas leyes de lesa majestad que protegen al Rey Bhumibol Adulyadej y a su familia de las críticas. Al mismo tiempo, los militares también han lanzado planes para estabilizar lo que llaman “campos de reconciliación” diseñados para acercar a los “camisas rojas”, partidarios del clan Shinawatra, con sus rivales monarquistas y conservadores con la esperanza de que ambos lados mejoren su comprensión.

¿Lección aprendida?


En cierta forma, la junta parece estar tratando de evitar marginar al importante movimiento de los camisas rojas que surgió tras el golpe de 2006. Aunque un mayoritario número de aquellos que fueron citados para interrogatorios parecen ser simpatizantes de los camisas rojas, incluyendo prominentes donantes de los partidos políticos de la familia Shinawatra, el núcleo central de sus líderes no ha sido arrestado por períodos mucho más largos que sus adversarios durante las protestas pro monarquía que paralizaron parte de la capital, Bangkok, durante la mayor parte de este año. Aquellos que han sido excarcelados quedaron libres bajo la única condición de marginarse de cualquier actividad política.

La mayor prueba para la estabilidad de largo plazo en Tailandia es si el Ejército permitirá a los partidarios del anterior gobierno participar en la definición del borrador para la nueva constitución. El contenido de este documento, cuyo borrador todavía no se ha comenzado a redactar, podría resultar crítico. De hecho, ya existen presiones sobre el Ejército para que excluya a elementos pro Shinawatra del proceso y sugerencias de que sus herederos políticos podrían ser dispersados. Otras propuestas de los partidarios del rey, que temen al poder electoral de Thaksin y Yingluck, incluyen instituir un congreso parcialmente designado o introducir exigencias para que los partidos expliquen cómo piensan financiar las promesas de gasto de sus campañas populistas.

Sólo cuando la redacción de la nueva constitución haya comenzado se sabrá si surge una fuerte oposición de los camisas rojas al golpe. El grupo, que incluye cientos de miles de miembros, muchos en el norte y noreste de Tailandia, se ha mantenido en general silencioso, dejando las protestas a los manifestantes más radicales que han surgido en torno a Bangkok en los últimos fines de semana.

Perspectivas


Aunque los planes de estímulo de la junta probablemente darán un breve impulso a la economía ahora que un gobierno más funcional está operando, Tailandia aún afronta el problema fundamental de cómo cerrar la brecha social y cómo resolver sus diferencias. Hasta que esto no ocurra, la salida de inversiones hacia otros países del sudeste asiático seguirá creciendo.

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