Condenan a ex líder de Hong Kong a 20 meses de cárcel
Caso incrementa desconfianza en el proceso político tutelado desde Beijing.
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El ex jefe ejecutivo de Hong Kong, Donald Tsang, (quien estuvo en el cargo entre 2005 y 2012) fue condenado a 20 meses de prisión, tras ser declarado culpable de conducta inapropiada en un cargo público. El 20 de febrero, había sido puesto en custodia por la Alta Corte de justicia del país.
Tsang es el oficial de mayor rango en el territorio en resultar condenado bajo las leyes anti-corrupción. Un jurado encontró que era culpable de no informar sobre las negociaciones en torno al arriendo de un departamento de lujo en Shenzhen, en China continental, a una empresa vinculada con el empresario Billy Wong. El hecho ocurrió en momentos en que Wave Radio, una estación radial perteneciente a Wong, postulaba a una licencia de transmisión digital que estaba bajo consideración del Consejo Ejecutivo de Hong Kong.
La defensa de Tsang argumentaba que el pago de 800.000 yuanes (US$ 114.000) era un arriendo acorde con el mercado, mientras que los fiscales consideraron que representaba un acuerdo secreto para comprar la propiedad a bajo precio u ocuparla indefinidamente.
El jurado no llegó a acuerdo sobre si un pago por remodelación de 3,35 millones de dólares hongkoneses (US$ 431.000) se entregó a modo de soborno o estímulo para lograr la licencia. El tema podría ser vuelto a examinar en un eventual nuevo proceso judicial.
Tras ser declarado culpable, Tsang enfrentaba un máximo de siete años de presidio; no obstante, la proyecciones de EIU preveían que la condena sería menor que eso, debido en parte a que una serie de representantes de todos los sectores del espectro político entregaron solicitudes de mitigación a su nombre.
Falta de legitimidad
Pese a la baja condena, el proceso judicial aviva las preocupaciones en torno a los políticos del país y sus estrechos lazos con el mundo empresarial. También hay acusaciones de corrupción contra el sucesor de Tsang, Leung Chun-ying, quien no irá por la reelección en marzo.
Ya que el gobierno chino no está dispuesto a abrir la carrera por la jefatura ejecutiva del territorio a todos los residentes de Hong Kong, lo más probable es que el caso de Tsang impulse aún más la ya creciente desconfianza en torno al proceso político. Tampoco es de ayuda el hecho de que el candidato ganador para las elecciones de jefe ejecutivo sea escogido por un comité dominado por los intereses empresariales.
En este escenario, el sucesor de Leung encontrará los mismos problemas que enfrentaron quienes ostentaron previamente ese cargo: la falta de legitimidad y un sistema electoral insuficientemente transparente.