El presidente Xi Jinping se dirige a la mayor reunión política del año en China en un momento en que su economía por fin recupera algo de fuerza. El aumento de los aranceles de Donald Trump pondrá a prueba la capacidad de Beijing para mantener ese impulso.
Los avances en inteligencia artificial y el reciente apoyo por parte de Xi a empresarios privados como Jack Ma, de Alibaba, han impulsado un vertiginoso repunte de la renta variable antes de la Asamblea Popular Nacional.
Pero ese optimismo ya se está viendo empañado dado que el nuevo arancel de Trump, del 10%, entrará en vigor justo un día antes de que el primer ministro, Li Qiang, presente el plan económico de China para el año.
Miles de delegados, entre los que se encuentran jefes de ministerios y líderes provinciales, se reunirán el miércoles en Beijing para el cónclave parlamentario, donde los funcionarios establecerán un objetivo de crecimiento de alrededor del 5%, según la mayoría de los analistas encuestados por Bloomberg.
Para lograrlo, se espera que los responsables políticos eleven el objetivo de déficit presupuestario oficial de China a su mayor nivel en más de tres décadas, inyectando billones de yuanes en un sistema que lucha contra la deflación, una caída de la propiedad y ahora una guerra comercial con EEUU.
Casi dos meses después del inicio de la nueva presidencia de Trump, las economías más grandes del mundo están rumbo a una colisión que hace cada vez más urgente que el Partido Comunista libere el poder adquisitivo de su población.
A diferencia del año pasado, hay pocas posibilidades de que Beijing pueda contar con un auge de las exportaciones, y los líderes han prometido en su lugar dar prioridad a la expansión de la demanda interna.
China está dispuesta a cambiar “bastante” su política este año, dijo Yao Yang, profesor de economía en la Universidad de Beijing, quien advirtió que las medidas aún podrían no ser lo suficientemente audaces.
“Mi primera preocupación es que el estímulo fiscal no sea lo suficientemente grande, sobre todo si tenemos en cuenta la deuda de los gobiernos locales”, dijo. “En segundo lugar, si China y EEUU no pueden negociar un acuerdo, el gobierno estadounidense probablemente aumentará los aranceles. Entonces nos meteremos en una guerra de ojo por ojo. Eso va a ser muy malo”.
Los operadores de divisas están atentos a los detalles de los estímulos, ya que las autoridades se han centrado más en mantener estable el yuan que en flexibilizar la política.
El Banco Popular de China ha fijado sistemáticamente el tipo de cambio por encima de US$ 7,2, rechazando así la especulación de que China podría devaluar su moneda para compensar las pérdidas económicas de la guerra comercial.