Un 75% de los juguetes que se venden en la UE y en Estados
Unidos procede de China, un país cuya industria juguetera se ha visto
gravemente golpeada en los últimos años por la crisis y los escándalos, y que
confía que las próximas fiestas navideñas sean su tabla de salvación.
Con miles de pequeños fabricantes cerrando sus puertas (la
propia industria china calcula que unos 2.000 no resistirán la crisis) y
decenas de miles de obreros perdiendo sus empleos, el sector chino de los
juguetes, que da empleo a tres millones de personas, intenta consolarse con la
pronta llegada de unas fiestas en las que suele colocar un 40 % de sus ventas
anuales.
"Este negocio no debería sufrir tanto ante la crisis. Los padres
están dispuestos a gastar menos en otras cosas, pero no en juguetes: sus niños
sólo son niños una vez en la vida", aseguró a Efe la secretaria general de
la Asociación China
de Juguetes, May Liang.
Liang reconoció que la crisis financiera, la subida del
precio del yuan frente al dólar y el euro, y los escándalos por juguetes
tóxicos del año pasado han hecho mella en el sector, pero aseguró que la
industria china "tiene 30 años de experiencia en ventas al
extranjero" y puede salir del atolladero.
Otros empresarios chinos dentro del sector no se muestran
tan optimistas: en septiembre, Wang Zhiguang, vicepresidente de las jugueteras
de Cantón (de donde salen gran parte de las exportaciones chinas) auguraba que
de las 3.800 fábricas de juguetes cantonesas, la mitad se verían obligadas a
cerrar en 2009 ó 2010.
Ya en octubre comenzaban a descender (en torno al 20 %,
según algunos fabricantes) los pedidos procedentes de Europa y Estados Unidos,
los grandes mercados de los juguetes chinos, y aparecían noticias alarmantes
como el cierre de una fábrica de Smart Union (proveedora de Mattel o Hasbro)
que dejaba en la calle a 7.000 trabajadores.
Un mes después, también en Cantón, más de 500 trabajadores
despedidos de una empresa juguetera de Dongguan (Kaida Toy) se enfrentaron a la
dirección y las fuerzas de seguridad en protesta por su despido y las bajas
indemnizaciones que iban a recibir por él.
Liang intenta poner tranquilidad ante esto, señalando que
los casos que aparecen en la prensa son sólo una pequeña parte del sector, pero
al mismo tiempo reconoce que su asociación atraviesa problemas y presiona al
Gobierno chino para que juntos busquen una solución.
Ya han logrado, destacó, que el pasado mes se aumentaran un
3 % las devoluciones fiscales por exportación a las jugueteras chinas, y
continúan buscando que las políticas de incentivos al consumo dictadas por
Pekín tengan efectos también en su sector.
Una de las soluciones para las jugueteras chinas sería
depender menos del exterior -el 80 % de lo que producen es destinado a la
exportación- y se dedicaran más al gigantesco y apenas desarrollado mercado
interior pero, según la secretaria general, no es sencillo.
"El sistema de distribución está muy poco desarrollado
en China", se queja Liang.
En los centros comerciales chinos, la sección de juguetes es
apenas un rincón olvidado de las tiendas, y todavía no existen grandes hipermercados
dedicados sólo al juguete, al estilo de la multinacional Toys"R"Us.
Además, añadió, "los padres chinos todavía no valoran
de la misma forma que los extranjeros la importancia de los juguetes y el
tiempo libre para sus hijos", que normalmente pasan su infancia estudiando
muchas más horas que los occidentales.
La industria china del juguete, una de las más dependientes
de la demanda exterior, ha sido junto a la textil una de las más afectadas por
la progresiva subida del yuan, que en tres años se ha revaluado un 20 % con
respecto al dólar (pese a ello, Washington opina que aún no es suficiente).
La crisis financiera ha echado sal en esta herida,
arruinando a marcas de juguetes que invirtieron en compañías afectadas y
disminuyendo la confianza de los consumidores de Europa y EEUU, aunque será en
Navidad cuando se conozca si Papá Noel va este año o no más ligero en su
trineo.
Otros factores, como la creación de leyes laborales más
estrictas en China -imponiendo salarios mínimos e indemnizaciones por despidos-
también han contribuido al final de muchas pequeñas jugueteras.