La popularidad del presidente
brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y su gobierno ha seguido en
ascenso y alcanzó el nivel récord del 70% a finales de noviembre,
según una encuesta publicada hoy por el diario "Folha de Sao Paulo".
Para esa proporción de los brasileños, el gobierno de Lula es
"óptimo o bueno".
Se trata del porcentaje de aprobación más alto para un presidente
desde 1990 y supera el récord anterior, también de Lula, de 64%,
registrado en septiembre pasado, según la encuesta de la firma
"Datafolha", vinculada al propio grupo editorial de "Folha de Sao
Paulo" y una de las más respetadas del país.
"La encuesta revela que el presidente es aprobado por la mayoría
de la población en todos los segmentos socio económicos y regiones",
señala el diario. De 0 a 10 puntos la evaluación promedio atribuida
al gobierno es de 7,6, agrega.
Para el 23% el gobierno de Lula es "regular", cifra inferior al
28% que tenía este criterio en septiembre y al 33% en marzo.
La encuesta fue realizada entre el 25 y 28 de noviembre entre
3.486 personas y su margen de error es de 2 puntos porcentuales.
La mayor aprobación del presidente ha sido registrada en las
regiones Norte, Nordeste y Centro Oeste, donde están los estados más
pobres del país y donde tiene hasta el 81% de aprobación.
Lula cumple su segundo mandato, para el que fue reelegido en
octubre de 2006 y asumió el 1 de enero de 2007, cuatro años después
de llegar al poder por primera vez en enero de 2003 sobre una
plataforma de partidos de centro e izquierda.
El 61% de los entrevistados dijeron evaluar como buena
y óptima el desempeño de la economía bajo el gobierno de Lula, un
salto de 23 puntos porcentuales desde que en febrero de 2006 fue
hecha la misma consulta en este apartado.
La evaluación positiva del gobierno en el área social saltó desde
36% en febrero de 2006 hasta 58% en noviembre pasado.
En este su segundo mandato, Lula gobierna con una pragmática
plataforma dominada por partidos de centro y derecha que ha
mantenido una política económica ortodoxa, regada de fuertes
inversiones en infraestructura y energía.
El presidente suele cultivar su gran carisma en repetidos actos
públicos mientras mantiene políticas asistenciales que según
expertos contribuyen a su popularidad.