La foto de la Casen a la clase media: más grande, con más subsidios y menos ingresos propios
Análisis del OCEC UDP revela que el segmento subió hasta el 68,5% del total de la población. El incremento de subsidios fue de más del 100%.
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Los resultados de la última Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) correspondiente a 2022 reveló una caída de la pobreza por ingresos en el país, pasando desde un 10,7% de la población hasta un 6,5%. Al mismo tiempo, hubo un alza en la clase media.
Este grupo pasó de representar el 59,2% de la población en 2017 a 68,5% el año pasado, es decir, un alza de 9,3 puntos porcentuales en el periodo para llegar 13.599.396 personas, según un análisis realizado por el Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC UDP).
“Este incremento en el tamaño de la clase media fue en desmedro de la población vulnerable y de la población pobre”, indica el análisis realizado por el investigador de la entidad, José Acuña.
El cálculo parte de la base de la definición de clase media del Banco Mundial, la cual caracteriza a aquel segmento poblacional como aquel que tiene una baja probabilidad de caer en la pobreza. De esta manera, se establece un umbral de ingresos por hogar entre US$ 13 y US$ 70 de poder de paridad de compra (PPP, por su sigla en inglés), que son equivalentes a ingresos mensuales con límite inferior de $ 370.362 y superior de $ 1.994.251.
Así, de acuerdo a los datos entregados por la Casen 2022, el ingreso por trabajo promedio mensual de este segmento es de $ 981.105, representando una baja de 12,3% y una reducción de $ 137.155 frente a los datos de 2017.
Al contrario, los ingresos por subsidios aumentaron en el mismo período 134% hasta $ 71.502 mensuales.
Al mismo tiempo, por alquiler imputado -o sea, lo que pagaría el hogar propietario de la vivienda si fuera arrendariio-, se midieron $ 268.502 promedio mensuales, que es 7,9% más alto que hace cinco años.
El cálculo parte de la base de la definición de clase media del Banco Mundial. De esta manera, se establece un umbral de ingresos por hogar entre US$ 13 y US$ 70 de poder de paridad de compra (PPP, por su sigla en inglés).
En el caso de la salud, el 15,8% del segmento está cubierta por Isapre. Un porcentaje que vuelve a superar con creces a la población vulnerable y pobre, ya que de estos solo alcanzan el 2% y 1,7%, respectivamente.
Marcela Perticará, departamento de Economía Universidad Diego Portales. Ignacio irarrázaval, Centro de Políticas Públicas UC.
Más apoyos
La directora del Departamento de Economía de la Universidad Diego Portales, Marcela Perticará, observa de estas cifras que “las políticas públicas de asistencia y subsidios han empujado a un segmento de la población que aunque no es pobre, es altamente vulnerable a una situación de mayor estabilidad y comodidad”.
La economista e integrante del panel de expertos de la Casen 2022 precisa que bajo esta definición de clase media del Banco Mundial, “claramente hay una alta heterogeneidad” en la capacidad de generación de ingresos y que aquel subgrupo que esté más cerca del umbral inferior de ingresos, “seguramente está recibiendo una fracción mucho más alta de los subsidios” que aquellos que están en la parte medio o alta.
“Pero es importante recordar que este grupo, esta clase media, está en esta situación porque ha recibido estas ayudas estatales. No está mal per se en mejorar la situación económica de los hogares, siempre y cuando no vaya en desmedro de la sanidad de las cuentas públicas”, señala.
En esa línea, advierte que en un contexto de “alta incertidumbre” la discusión se debe enfocar en qué tipo de políticas de asistencia son las más costo-efectivas para reducir los índices de vulnerabilidad.
Recalca que las transferencias condicionadas y no condicionadas son efectivas -aunque la primera se prefiere a la segunda- en países donde existen sistemas de información actualizados y pueden implementarse políticas focalizadas. Pero advierte que también pueden generar “un desincentivo a la participación laboral o al trabajo formal cuando la regla de asignación es discreta”.
Ignacio Irarrázaval, director del Centro de Políticas Públicas UC, recuerda que los hogares de la clase media, además de tener disminuciones en sus ingresos por trabajo, tampoco han recuperado plenamente el nivel de ingresos del 2015.
En el caso de las ayudas estatales, apunta que “la sostenibilidad de esta estrategia a mediano plazo es discutible”. E indicando que hay subsidios al segmento que “son muy caros y definitivamente regresivos en el mediano plazo, como es el caso de la gratuidad universitaria”.
Inclusive, el experto señala que estos recursos tienen “un costo de oportunidad alto si se considera que la disminución de la pobreza multidimensional avanza mucho más lentamente. Ahí hay áreas de carencias importantes que no están siendo suficientemente atendidas”.
Salud y vivienda
Por ingresos, también se puede caracterizar a la clase media en algunas áreas.
En el caso de la salud, el 15,8% del segmento está cubierta por una isapre. Un porcentaje que vuelve a superar con creces a la población vulnerable y pobre, ya que de estos solo alcanzan el 2% y 1,7%, respectivamente.
En cuanto a la situación referida a la vivienda, el 60,4% del segmento tiene una vivienda propia, una cifra bastante superior cuando se contrasta con el caso de los hogares definidos como vulnerables y pobres, que registran un 49,1% y 29,5%, respectivamente.
A su vez, el 23,5% de la clase media arrienda su inmueble y 16% tiene una vivienda cedida, en usufructo, ocupación o posesión irregular.
Sin embargo, el 3% de los hogares de esta clasificación viven en condiciones de hacinamiento, es decir, que muestran más de 2,5 personas por dormitorio.
Mientras que el 4,4% presenta carencias en relación a los servicios básicos, o sea no tienen acceso a agua potable o un servicio distinto al alcantarillado en los lugares donde están asentados.
Más focalización y estrategias de apoyo: las recomendaciones
Frente a esta foto y acerca de la posibilidad de aplicar políticas de subsidios monetarios, Marcela Perticará señala que “sería muy cuidadosa en focalizarla en los grupos más vulnerables”. Explica que la mayoría de los países siempre mantienen de manera permanente un sistema de protección que busca atender a esa población, la que -ante pequeños shocks- pierde rápidamente la capacidad de mantener su nivel de consumo básico. “Tal vez al núcleo duro -que puede incluir al primer tramo de la clase media- hay que garantizarle estándares de consumo”, dice.
Irarrázaval opina que el desafío está en el mercado y tener empleabilidad y productividad que lleve a mejores salarios. “No podemos sostener el bienestar de la clase media a partir de subsidios”, subraya. Así, propone focalizar ciertas estrategias de apoyo a la clase media que la impulsen a ser autónomos y no dependientes de las transferencias del Estado.
“Se puede necesitar un rango de protección ante posibles depresiones o caídas en la actividad económica, pero éstas deben ser desde una base de su participación previa en el mercado del trabajo, por ejemplo, reforzando el seguro de cesantía, que está vinculado a un empleo previo de carácter formal”, dice.