"Es difícil hacer una evaluación del comité político en particular sin ligarlo al desempeño del gobierno en general", explica el abogado y columnista Jorge Navarrete, a dos días de que se conmemore el primer aniversario del cambio de gabinete.
El mismo que la Presidenta Michelle Bachelet anunció de forma inédita por televisión y en una entrevista con el animador Mario Kreutzberger en C13 el miércoles 6 de mayo del año pasado.
"Hace algunas horas le pedí la renuncia a todos los ministros. Y me voy a dar 72 horas para tomar la decisión, de quiénes se quedan y quiénes se van", dijo la mandataria ante la atónita mirada de Don Francisco.
Cinco días después Rodrigo Peñailillo, Alberto Arenas, Álvaro Elizalde y Ximena Rincón dejaban sus cargos para que asumieran Jorge Burgos, Rodrigo Valdés, Marcelo Díaz y Jorge Insunza —quien más tarde fue reemplazado por Nicolás Eyzaguirre—, en Interior, Hacienda, Segegob y Segpres.
A 48 horas de que se cumpla un año del sorpresivo cambio de gabinete, Jorge Navarrete analiza el desempeño de los secretarios de Estado, pero también se refiere a lo que debiera ser el discurso presidencial del 21 de mayo próximo, el revés que sufrió el gobierno ante el Tribunal Constitucional por la Reforma Laboral y el proceso constituyente, entre otras cosas.
- ¿Cuál es su evaluación a un año de que los cuatro ministros del comité político hayan asumido en sus carteras?
- A este elenco le ha costado mucho y las razones son varias: poca claridad de los objetivos del gobierno; escasa sintonía política entre los miembros de dicha instancia, donde las diferencias no son sólo ideológicas, sino también de estilo y personalidad; poca comunicación política del grupo con la Presidenta; y todavía un menor ascendiente sobre los principales líderes del oficialismo en el Congreso y los partidos políticos.
- ¿Destaca a algunos de los cuatro por sobre otro? ¿Por qué?
- Puesto en perspectiva, Valdés comenzó muy bien pero ha ido perdiendo influencia y credibilidad, especialmente entre los agentes del mercado. El caso de Burgos es al revés, ya que después de meses bastante complejos, pareciera que su estadía en Palacio se le hace hoy menos incómoda. El más parejo de todos ha sido Díaz, que no ha tenido grandes éxitos pero tampoco estruendosos fracasos. Y Eyzaguirre se ha visto muy poco, quizás el más ausente de todos los miembros del comité político, salvo una que otra entrevista donde rápidamente consume su cuota de exposición pública.
- ¿Cuáles cree que son las fortalezas y debilidades del gobierno en este segundo tiempo?
- La mayor fortaleza es haber culminado, para bien o para mal, lo que ellos mismos bautizaron como el proceso de reformas de este nuevo ciclo, las que deberían poder consolidar y capitalizar en los próximos meses, aunque eso tenga una expresión marginal en las encuestas. Su mayor debilidad son las dudas y vacilaciones que continuamente los atormentan, sumado a una paupérrima gestión pública, lo que les impiden rentabilizar incluso cuando aciertan.
- Se viene el 21 de mayo y la cuenta pública de la Presidenta, ¿cuál o cuáles cree que debieran ser los ejes de su discurso?
- Me parece que debería ser un discurso esencialmente práctico, centrado en la eficiencia y eficacia de la acción pública, para una adecuada administración de los recursos que disponemos. De igual modo, la primera prioridad debe ser recuperar el crecimiento económico y dinamismo de nuestros mercados, escenario que de empeorar puede todavía hacer más difícil –si es que acaso eso fuera posible- la gestión política y social de esta administración.
- ¿Será su discurso más difícil tomando en cuenta la mala evaluación en las encuestas y los reveses que ha sufrido?
- La mayor dificultad será mantener la esperanza y confianza por un cambio que provenga de la propia administración. La experiencia nos enseña que los gobiernos, al menos políticamente, culminan con la elección municipal. Es tan grande el vacío de poder que se ha provocado en estos meses, que la total irrelevancia podría ser la próxima y gran pesadilla de esta administración. Más que "Pato Cojo", esto podría terminar en "Pato con Distemper".
- ¿Qué le pareció el fallo del TC por la Reforma Laboral?
- Se han mal centrado las críticas en el cartero. Más allá de los reproches por la forma en cómo designamos a sus miembros, la cuestión de fondo no tiene que ver con el intérprete sino con el objeto interpretado, es decir, nuestra actual Constitución. Lo que sucedió era previsible y entiendo que el gobierno sopesó ese riesgo, sabiendo que después igual debería enmendar el proyecto.
- ¿Cuáles son las mejores opciones que tiene el gobierno para revertir la situación o intentarlo al menos?
- La frase del 'fin de la obra gruesa' tiene un razonable sentido, que sin embargo debe plasmarse en hechos concretos. Lo que aquí debe hacerse es priorizar, lo que inevitablemente, en cuanto a las políticas públicas se refiere, significa escoger, postergar y también renunciar. Cuando esta administración haga la pérdida de aquello que no logró modificar y esté dispuesta a asumir los costos que esa declaración supone, recién ahí se abre un espacio para retomar el control de la agenda política, económica y social.
- Pese a los roces entre el Ejecutivo y el Consejo Ciudadano de Observadores, ¿qué opina del proceso constituyente?
- Contrario a las muchas voces que hemos escuchado por estos días, siempre he defendido este proceso de participación ciudadana, pues no concibo, en los tiempos que corren, que una discusión de esta naturaleza se verifique entre cuatro paredes. Por supuesto que pueden mejorarse muchas cosas, tanto en información como transparencia e imparcialidad, pero hay mucho de ignorancia en las críticas y miedos que se instalan; más todavía, es bueno recordar, que será el Congreso Nacional, con la mayoría de 2/3 de sus integrantes, quienes votarán el proyecto que envíe el gobierno y decidirán sobre el mecanismo.
- ¿Cree que llegue a buen término?
- Más que el resultado, me interesa el proceso. En este tipo de cosas, como en otras de la vida pública y política, el método es el mensaje. Más participación, inclusión y entusiasmo por este debate, redundará siempre en un mayor compromiso y lealtad con sus resultados, cualesquiera estos sean.