A sólo dos días de que los principales
líderes de los países desarrollados y en desarrollo se den cita en
Washington para la cumbre del G20, cunde el temor a que la
disparidad de expectativas reste brillo al encuentro.
Los europeos han dejado claro que viajan a la capital
estadounidense con la intención de impulsar amplios cambios en el
sistema financiero internacional y regulaciones más estrictas para
la banca.
El presidente saliente de Estados Unidos, George W. Bush, a quien
le quedan sólo dos meses de mandato, ha alertado, mientras tanto,
que resulta poco probable que la cumbre adopte importantes
decisiones vinculantes.
El secretario del Tesoro, Henry Paulson, insistió hoy en que la
cita del G20 "representa un oportunidad para las naciones para dar
un paso importante, pero solamente un paso, hacia la necesaria
reforma" del sistema financiero internacional.
A eso se suma el hecho de que el mandatario electo, Barack Obama,
no estará presente en el cónclave, lo que podría hacer que muchos
líderes se muestren reacios a alcanzar acuerdos con una
administración que tiene los días contados.
Obama anunció hoy que la ex secretaria de Estado demócrata
Madeleine Albright y el ex legislador republicano Jim Leach lo
representarán este fin de semana en la cumbre de Washington, donde
sostendrán encuentros no oficiales con los representantes del G20.
La reunión de ministros de Economía y presidentes de los bancos
centrales del Grupo de los Veinte (G20) que se celebró el fin de
semana pasado en Sao Paulo (Brasil) parece un buen adelanto de lo
que se avecina.
Francia, que ocupa la presidencia rotatoria de la Unión Europea
(UE), capitanea el esfuerzo a favor de nuevas regulaciones y una
mayor supervisión de los mercados financieros.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, y otros líderes europeos
quieren también poner en marcha un sistema que permita detectar con
antelación posibles desequilibrios en los mercados financieros.
EE.UU., Reino Unido, Canadá y Australia temen, por su parte, que
un exceso de celo regulador estrangule el libre mercado y frene las
expectativas de crecimiento futuro.
"Vemos una fricción entre el capitalismo anglosajón, por un lado,
y el capitalismo a la europea, por otro", concluyó la ministra de
Economía francesa, Christine Lagarde, en declaraciones el domingo a
la prensa durante la cita del G20.
Esas y otras opiniones dispares, como el papel que debería de
jugar el Fondo Monetario Internacional (FMI), son un buen reflejo
del complejo abanico de intereses diferentes que coincidirán este
fin de semana sobre la mesa de negociaciones en Washington.
El propio director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, trató
de reducir las expectativas en declaraciones recientes, al afirmar
que resulta poco probable que la cumbre produzca un cambio radical
en la forma en la que se gobierna la economía global.
La coincidencia de la cumbre con la peor crisis financiera de los
últimos 80 años ha servido para que algunos hayan acuñado ya este
encuentro como "Bretton Woods II", en referencia a la reunión en esa
localidad de Nueva Hampshire en 1944, en la que los países aliados
en la II Guerra Mundial crearon el FMI y el Banco Mundial.
Strauss-Kahn señaló la semana pasada en una entrevista con el
diario Financial Times que las cosas no van a cambiar de la noche a
la mañana y recordó que fueron necesarios dos años para preparar la
conferencia de Bretton Woods.
"Las palabras suenan bien, pero no vamos a crear un nuevo tratado
internacional", concluyó.
En su opinión, lo máximo a lo que puede aspirar la conferencia es
a poner en marcha grupos de trabajo para futuros acuerdos que
podrían alcanzarse en un plazo aproximado de seis meses.
En lo que sí parece haber acuerdo es en que existe un ambiente
más proclive a la regulación, tras años en los que se permitió al
libre mercado campar a sus anchas.
Además, y pese a que las posibilidades de que haya un progreso
real parecen escasas, nadie duda de que los reunidos afrontan un
delicado ejercicio diplomático y que tendrán que andar con pies de
plomo para no volver a desatar el pánico en los mercados globales.
El Grupo de los Veinte está integrado por la UE, el G7 (EE.UU.,
Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia) y Corea del
Sur, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México,
Arabia Saudí, Suráfrica, Turquía y Rusia.