La actual jerarquía económica, que coloca a las naciones emergentes en la periferia y a los mercados desarrollados en el centro de los asuntos internacionales ya no describe con exactitud un mundo en el cual los países emergentes contribuyen con una participación mayor al Producto Interno Bruto global que sus contrapartes desarrolladas, al ser medido por paridad de poder de compra.
"El término mercados emergentes ha trascendido a su utilidad", dice Michael Power, estratega de Investec, una empresa administradora de fondos. "El término hoy acoge a grandes y pequeños, desarrollados y subdesarrollados, industrializados y agricultores, manufactureros y dependientes de los commodities, ricos y pobres, deficitarios y superavitarios, y podría seguir", agrega.
Lo que está en juego no son sólo sutilezas de simetría y orden. Los mercados emergentes son una de las definiciones más poderosas del mundo, con inversiones estimadas en US$ 10,3 billones en los mercados financieros emergentes a través de una sopa de letras de índices bursátiles y bonos. Pero estos índices abarcan una colección tan grande de activos incongruentes, que guían mal a los inversionistas y reducen los retornos a los fondos de pensiones, empresas de seguros y otras instituciones financieras. "Como asset class, las acciones de los emergentes están casi acabadas", dice John Paul Smith de Ecstrat, una consultora de inversiones. "El viejo paradigma está muerto".
Ya hay analistas proponiendo alternativas a la definición. Esto, esperan, permitirá a las instituciones, empresas y organizaciones multilaterales evaluar de forma más certera el equilibrio entre riesgo y oportunidad en grandes partes del mundo.
Más que Portugal
Antoine van Agtmael, economista de la Corporación Financiera Internacional, la división del sector privado del Banco Mundial, acuñó el término "mercado emergente" como un eslogan de marketing en los '80. La atracción era clara: sonaba aspiracional. Los países antes conocidos como "subdesarrollados" o del "tercer mundo" estaban de pronto imbuidos con la promesa de que podían estar en un viaje hacia algo mejor.
Desde los '80, el éxito del término ha provocado varios intentos de precisar un conjunto de características comúnmente conocidas, con la consecuencia no intencionada de que distintas organizaciones usan criterios opuestos para categorizar a los mercados emergentes.
A eso se suma que el término a veces se usa para describir acciones, bonos o mercados cambiarios en países en desarrollo y a veces para describir a naciones. El índice accionario MSCI identifica a 23 mercados emergentes y coloca a 28 en una categoría de "mercados emergentes de frontera". El Fondo Monetario Internacional, en contraste, define a 152 "economías emergentes y en desarrollo".
Incluso aceptando las clasificaciones existentes, a menudo no está claro por qué a un país se le ha otorgado estatus de emergente mientras que otro amerita etiqueta de desarrollado. Chile tiene una economía más grande, mayor población, menos deuda y menor desempleo que Portugal, pero es clasificado como emergente, mientras que la nación europea se mantiene como parte del mundo desarrollado. De forma similar, sobre una base de ingreso per cápita, Qatar, Arabia Saudita y Corea del Sur son más ricos que varios países desarrollados, pero siguen consignados dentro de los emergentes.
La sensación de que las naciones emergentes están tomando el liderazgo en los asuntos globales también está siendo examinada. Cuando se calcula por paridad de poder de compra, lo que toma en cuenta las variaciones en los tipos de cambio, los países desarrollados representan sólo 39% del PIB global, una caída respecto del 54% de 2004.
Los mercados desarrollados también son más débiles, en conjunto, en lo que se refiere al tamaño de sus reservas en moneda extranjera. Los mercados desarrollados poseen US$ 3,97 billones, frente a US$ 7.520 billones de los países en desarrollo, según datos del FMI.
Pero más allá de las variadas formas en las cuales los emergentes parecen superar a los desarrollados, la inclusión de muchos países disimula diferencias cruciales entre naciones, desorientando a los observadores a inferir equivalencias donde no existen.
Sree Ramaswamy, senior fellow de McKinsey Global Institute, dice que las determinantes clave del dinamismo económico y resiliencia de un país provienen de la "estructura económica, dinámica de la industria, paisaje corporativo y el rol del gobierno". "Cuando se refiere a estos indicadores, las diferencias entre los mercados emergentes superar a sus similaridades", argumenta.