Sólo dos semanas después de una contundente derrota electoral, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se movió para reestructurar a su equipo de seguridad nacional con el anuncio de que Chuck Hagel renunció como secretario de Defensa.
La renuncia otorgará a Obama la posibilidad de inyectar un nuevo liderazgo en el Pentágono en momentos en que su administración está acorralada por crisis en todo el mundo, desde el conflicto contra el Estado Islámico de Irak y el Levante, conocido como Isis, a Ucrania y la continua operación militar en Afganistán.
Pese a que Hagel ha sido el blanco de una campaña de rumores por algún tiempo, incluyendo de parte de funcionarios del Pentágono, las especulaciones sobre un cambio de gabinete post electoral se ha enfocado cada vez más en los altos funcionarios de la Casa Blanca, incluyendo a Susan Rice, la asesora de seguridad nacional, y Denis McDonough, el jefe de gabinete.
En una aparición conjunta en la Casa Blanca para anunciar la renuncia de Hagel, Obama dijo que el ex senador republicano se acercó a él el mes pasado para sugerirle su renuncia. Sin embargo, un alto funcionario de la administración afirmó que la presión por un cambio provino principalmente de la Casa Blanca.
En términos políticos, Hagel era una "mercancía dañada" desde el principio, tras una dura audiencia de confirmación en 2013, cuando titubeó varias de sus respuestas a un cuestionario sorpresivamente agresivo de parte de sus ex colegas republicanos. Uno de los atractivos de Hagel era que él sería capaz de forjar un consenso bipartidista en temas de defensa central, incluyendo recortes al presupuesto.
Desde entonces ha enfrentado críticas desde dentro del gobierno de que era ineficiente para articular prioridades para el departamento y la política exterior de la administración.
John McCain, el senador republicano que fue un amigo cercano de Hagel, pero que lo atacó en su audiencia de confirmación, dijo ayer que el ex senador por Nebraska había estado "a la altura del cargo". Afirmó que Hagel estaba "frustrado" con el proceso de toma de decisiones de la administración y con la "microadministración excesiva" de la Casa Blanca.
Algunos críticos de la política exterior de Obama creen que la salida de Hagel hará poco por ayudar a un enfoque que maneja demasiado de cerca el presidente y su círculo cercano.
Las tensiones con Hagel reflejan la tendencia de la Casa Blanca de "vacilar y presionar en la asesoría militar", dijo David Rothkopf, editor en jefe y director ejecutivo de Foreign Policy. "Los cambios reales que tienen que ocurrir están dentro de la Casa Blanca. Eso se refiere no sólo a los principales asesores, sino también dentro del presidente".