Por Shawn Donnan
Los negociadores están a punto de cerrar el primer acuerdo comercial global en más de una década en una rara victoria para la Organización Mundial del Comercio, cuyas dificultades para lograr un pacto mundial ha amenazado cada vez más su relevancia.
EEUU y poderosas naciones en desarrollo, incluyendo China e India, han superado diferencia respecto de la agricultura, dejándole a los negociadores en Ginebra finalizar los últimos toques de un acuerdo que imponga requisitos vinculantes para reducir la burocracia y facilitar el camino para las mercancías en las fronteras de todo el mundo. Esto podría añadir alrededor de US$ 1 billón (millón de millones) a los más de US$ 18 billones del comercio mundial anual.
Se espera que Roberto Azevêdo, el recientemente nombrado presidente de la OMC, presente un proyecto final del acuerdo al órgano superior del organismo, el consejo general, en una reunión que se realice tan pronto como el domingo o el lunes.
Salvo que ocurra cualquier problema imprevisto -y los negociadores advirtieron que todavía podrían surgir- el acuerdo sería firmado por los ministros de comercio de los 159 países miembros en Bali el próximo mes. “Han cruzado el umbral”, dijo un alto funcionario comercial.
Una vez concretado, el acuerdo sería una victoria para Azevêdo, quien advirtió en septiembre que la OMC arriesgaba perder su relevancia si no entregaba algo sustantivo en Bali.
Los tres grandes pilares del acuerdo -que abordan las barreras burocráticas en las fronteras, asuntos agrícolas, y temas relacionados con el desarrollo- fueron tomados de la agenda más amplia de Doha hace dos años como elementos diluidos pero alcanzables del acuerdo.
Pero aún así han sido objeto de difíciles negociaciones y los funcionarios y observadores del proceso insisten en que el acuerdo en cuestión es importante tanto en el fondo y como en lo que dice sobre el estado de la OMC como foro para las negociaciones comerciales.
Azevêdo, ex diplomático brasileño, y otros quieren utilizar el acuerdo para reactivar la Ronda Doha –que hoy ya tiene doce años- de negociaciones comerciales, que durante años se ha estancado debido a las diferencias entre EEUU y los países del mundo en desarrollo en agricultura.
El elemento más importante del acuerdo de Bali es el capítulo sobre “facilitación del comercio”, la jerga de la OMC para la eliminación de barreras burocráticas en las fronteras. Se establecerán normas vinculantes para los miembros de la OMC sobre cuestiones como la cantidad de tiempo que debe pasar para que los bienes pasen las fronteras, cómo los funcionarios de aduanas pueden cobrar tarifas y sanciones y qué trámites se requiere en las fronteras.
Algunos detalles del acuerdo de facilitación deben estar finalizados, como la forma en que los países pobres pueden cumplir con las obligaciones. Azevêdo debe presentar un texto potencial sobre ese asunto a los negociadores hoy y las autoridades en Ginebra esperan entablar negociaciones el fin de semana.
Pero los temas más complejos en Ginebra se han relacionado con la agricultura e involucran a India, China y Argentina. Tras meses de discusiones, a principios de esta semana los negociadores establecieron en una “cláusula de paz” de cuatro años que le darán a India y otros países libertad para comprar alimentos básicos de los agricultores y operar programas de alimentos para los pobres. EEUU y China también acordaron dejar de lado una disputa sobre ciertos aranceles agrícolas, mientras que Argentina parece dispuesta a ceder en la eliminación de los subsidios a las exportaciones agrícolas, un viejo problema en la discordia en el mundo en desarrollo.
China y la UE aceptan negociar tratado de inversión bilateral
Por Jamil Anderlini
Beijing
China y la Unión Europea acordaron negociar un pacto de inversión bilateral para impulsar el acceso al mercado de cada uno en una señal de que su relación se mantiene firme a pesar de las recientes tensiones.
Bajo el acuerdo -anunciado por Li Keqiang, el premier chino; Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo; y José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea al final de una cumbre bilateral anual en Beijing ayer-, los líderes se comprometieron a incrementar el comercio bilateral desde cerca de US$ 580.000 millones en 2012 a US$ 1 billón (millón de millones) a 2020.
También "acordamos mantener nuestros mercados abiertos para cada uno y oponernos al proteccionismo", dijo Li.
La UE ha sido el mayor mercado exportador de China durante nueve años y China es el segundo mayor mercado exportador para la UE, después de EEUU. Pero la inversión bilateral es insignificante.
La relación comercial también ha sido afectada por disputas que han ido desde paneles solares, vino hasta acero.
Se espera alcanzar un pacto final para dos o tres años más, pero será el primer acuerdo de inversión negociado por todo el bloque de la UE desde que adquirió los poderes para hacerlo bajo el tratado de Lisboa, que entró en vigor en 2009.
Ambas partes también acordaron estudiar un posible acuerdo comercial futuro, el que China está promoviendo, pero la UE no está preparada para considerar, según diplomáticos europeos.
En una reunión entre Xi Jinping, el presidente de China, y Van Rompuy antes de la cumbre, Xi instó a la UE a "crear un buen clima para las empresas chinas para llevar a cabo una cooperación comercial y económica", según informaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores de China.
Los diplomáticos europeos señalaron que un acuerdo planeado no sólo ayudaría a estimular la inversión bilateral, sino que también sería una señal importante de que la crisis en la eurozona ha pasado.
La inversión china en Europa equivale a entre el 2% y 4% de los 4,2 billones de euros (US$ 5,6 billones) de inversión saliente total de Europa, dependiendo si se cuenta a Hong Kong. Esto se compara con la inversión europea en EEUU, la cual es 30% del flujo de salida total.
Está previsto que el nuevo acuerdo dirija este desequilibrio y ayude a la UE a mantenerse relevante para enfrentar las preferencias de Beijing de realizar las transacciones directamente con las capitales europeas.
Li viajará a Rumania la próxima semana para una reunión con los jefes de gobierno de Europa central y este, en un movimiento que Bruselas puede ver como un medio para poner presión, según un diplomático europeo.