Si el Reino Unido vota a favor de dejar la Unión Europea, casi con seguridad quedará fuera del acuerdo que organiza la vida de nuestros vecinos y principales socios comerciales para siempre. Dado esto, la pregunta es si la opción de salir debería ejercerse ahora. Mi respuesta es: absolutamente no. Para ver por qué, examinaré los argumentos populares a favor de la salida.
Primero, la membresía ha traído pocos beneficios. Esto es falso. El Centre for European Reform estima que ha aumentado el comercio con los miembros de la UE en 55%, incrementando la productividad y la producción. La creación de comercio dentro de la UE ha superado por mucho el desvío de comercio desde otras zonas. Europa también ha traído una fuerte política de competencia y control de las ayudas estatales. Estas son ganancias importantes.
Segundo, la membresía ha impuesto altos costos. De hecho, el costo fiscal neto es sólo un 0,5% del Producto Interno Bruto. Más aún, esto podría recuperarse totalmente sólo si el Reino Unido abandonara también su acceso preferencial al mercado de la UE. Reino Unido es también una de las economías de altos ingresos menos reguladas. El reciente desempeño de su mercado laboral demuestra su continua (y destacable) flexibilidad. Un estudio del Centre for European Policy Studies agrega que sólo se aprobó un “6,8% de la legislación primaria del Reino Unido y un 14,1% de la legislación secundaria” para implementar la ley de la UE.
Tercero, una zona euro crecientemente integrada dictará al Reino Unido. Sin embargo, una unión política total de la zona euro parece bastante improbable. Sus miembros también difieren en varios puntos, lo que abre oportunidades para una influencia británica.
Cuarto, Reino Unido debería salir porque un quiebre de la zona euro dañaría a la economía británica. Si la zona euro se quiebra de manera desordenada, el daño a sus socios más cercanos podría ser sustancial. Sin embargo, la UE se mantendrá como el mayor socio comercial de Reino Unido de forma indefinida. Por lo tanto, Reino Unido se vería dañado por un quiebre de la zona euro, ya sea dentro de la UE o no. Argumentar que salir protegería a Reino Unido frente a ese desastre sería como argumentar que Canadá debe dejar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, su sigla en inglés), para evitar una crisis financiera en EEUU. No tiene sentido.
Quinto, Reino Unido debería salir porque la UE está creciendo lento. Es creíble que el comercio de Reino Unido con el resto del mundo se expanda relativo al comercio con sus vecinos que crecen lento. Pero reducir el acceso a los mercados de la UE deliberadamente tendría sentido sólo si la membresía evitara que Reino Unido tuviera intercambio comercial con el resto del mundo. El desempeño de las exportaciones de Alemania demuestra que no es así.
Sexto, la membresía de la UE evita que Reino Unido se abra a los mercados mundiales. Sin embargo, la UE fue una fuerza motora en tres exitosas rondas de comercio global: las rondas de Kennedy, Tokio y Uruguay. Se ha volcado crecientemente hacia los acuerdos comerciales preferenciales. La influencia de la UE le da mayor capacidad de abrir los mercados de, digamos, China, India o Estados Unidos, que lo que Reino Unido podría hacerlo por sí mismo.
Séptimo, sería fácil llegar a un acuerdo sobre las alternativas a una membresía de la UE. Sin embargo, aquellos que recomiendan salir no han llegado a una posición común. Hay tres alternativas creíbles: una salida total con el comercio regulado por la Organización Mundial de Comercio, lo que le costaría a Reino Unido su acceso preferencial al mercado de la UE; una membresía al estilo suizo de un acuerdo comercial sobre bienes, con acuerdos bilaterales en otras áreas, lo que es complejo y requeriría que Reino Unido mantenga el libre movimiento de personas; y una membresía al estilo noruego del Área Económica Europea, dándole acceso total (excepto por tener que obedecer las reglas de origen en el comercio de bienes), pero privaría a Reino Unido de una voz sobre las regulaciones. En resumen, entre más soberanía intenta recuperar Reino Unido, menos acceso preferencial mantiene. Esta relación no se debe pasar por alto.
Octavo, será fácil para Reino Unido obtener lo que quiera de la UE. A veces este argumento es reforzado por el hecho de que el resto de la UE mantiene un superávit comercial con el Reino Unido, que está desesperado por preservar. Esto es ingenuo. Los divorcios son rara vez armónicos. Más aún, los países con grandes superávit con el Reino Unido (particularmente Alemania) seguirían vendiendo sus bienes a Reino Unido, incluso si Brexit genera un pequeño aumento en los aranceles de importación. La proporción del comercio británico transado con el resto de la UE es también mucho mayor que la proporción del comercio de la UE realizado con Reino Unido. Por lo tanto, la idea de que un Reino Unido separado podría dictar los términos es una fantasía.
Sobre todo, quienes promueven la salida ignora lo que los socios europeos del Reino Unido piensan de la UE. Las élites políticas, en particular de Alemania y Francia, consideran la preservación de una Europa integrada como su mayor interés nacional. Querrán dejar en claro que la salida conlleva un costo elevado, los que probablemente incluya intentos por sacar los mercados financieros relacionados con el euro fuera de Londres.
Noveno, será fácil alcanzar un acuerdo sobre controlar la inmigración. Pero si Reino Unido quiere mantener su acceso preferencial a los mercados de la UE se le pediría que mantenga su movilidad laboral. Si, en cambio, abandona los intentos por mantener su acceso preferencial, podría entonces imponer permisos de trabajo a los ciudadanos de la UE. Esto haría que el mercado laboral del Reino Unido fuera más inflexible, en especial para los trabajadores calificados. Igualmente importante, la UE actuaría en reciprocidad. Eso afectaría negativamente a los británicos que trabajan y viven en la UE.
Décimo, la incertidumbre asociada a salir de la UE sería modesta. De hecho, las incertidumbres serían generalizadas: no sabemos lo que querría el gobierno británico al negociar una salida, no sabemos lo que el resto de la UE ofrecería, no sabemos cuánto durarán las negociaciones, y no sabemos cuál será el resultado.
Aquellos que están a favor de salir ofrecen fantasías de daño provocado por mantenerse en la UE y oportunidades abiertas por la salida. Ninguno de esos argumentos tiene mucho mérito. Lo racional es que el Reino Unido siga disfrutando su acuerdo único, que le ha otorgado las ventajas de la membresía con muy pocas de las desventajas. Como nos dicen nuestros amigos extranjeros, hacer otra cosa sería tonto.
Martin Wolf, Financial Times