Una ópera sobre un refugiado toca un nervio sensible en la actualidad. El misterioso personaje en el centro de Flight, de Jonathan Dove,nos dice al final que él era un polizón en un avión y se ha quedado varado en un aeropuerto internacional, un vagabundo solitario, al igual que los miles de refugiados ahora hacinados en Sangatte o Lampedusa.
La inspiración para la ópera de Dove fue la historia verdadera de un hombre que vivió como apátrida en el aeropuerto Charles de Gaulle en París durante la década de 1990.
Flight es una toma en tono ligero de su difícil situación. Estrenada en Glyndebourne en 1998, ha tomado vuelo como pocas óperas contemporáneas, disfrutando de actuaciones por toda Europa y Estados Unidos en los años posteriores.
Aunque algo tardía, ésta es la primera producción profesional de la ópera en Londres. Opera Holland Park ha presentado un programa altamente profesional.
La producción de Stephen Barlow, diseñada por Andrew Riley, presenta un elegante terminal de aeropuerto en plata y cromo que funciona de escenario.
Los ascensores de trabajo, la puerta de embarque, la sala de control; cada detalle está muy bien reimaginado en términos teatrales.
Cuando Dove fue comisionado por Glyndebourne, se le preguntó si podía escribir un sucesora moderna de Le nozze di Figaro de Mozart.
El tono de Flight es muy diferente, moderno, como una serie de televisión, pero lo que es más sorprendente es la cantidad de trabajo detallado conjunto de los diez cantantes.
La ópera debe haber supuesto tantos, si no más, ensayos que Figaro o incluso que Falstaff de Verdi.
El elenco del Opera Holland Park está bien elegido y siempre alerta.
Jennifer France como controladora, con su soprano estratosférico, y el contralto James Laing como el refugiado místico están excelentes.
Lucy Schaufer actuando como la Mujer Mayor, y Victoria Simmonds, explorando en las ansiedades de la Mujer de Minsk, se destacan, pero todos son buenos.
El conductor Brad Cohen está brillante liderando a la orquesta de cámara City of London Sinfonia y es fascinante poder ver la agilidad de alta energía demandada de los músicos.
Hay algunos pasajes donde la trama parece ir con el piloto automático, pero la música efervescente de Dove es un gusto. Deberían haber más nuevas óperas como ésta.