El precio del petróleo sigue cayendo; el auge del gas shale ha reducido el precio del gas natural en EEUU a un tercio del de Francia; Alemania ha pedido a Suecia apoyo para expandir dos minas de carbón; y el esfuerzo de la UE de cambiarse a energías limpias está lleno de problemas. Para las compañías que se preguntan dónde instalarse, el mundo se dio vuelta.
La energía barata es el nuevo trabajo barato. Durante dos décadas, el mayor motor de la globalización industrial fue la brecha en el precio de la mano de obra entre el mundo desarrollado y China. Eso llevó a varias industrias -textil, electrónica y otras- a trasladar la producción desde fábricas de alto costo en EEUU y Europa a lugares en que la gente trabajaría por una fracción del costo.
Ahora, a medida que el arbitraje salarial entre el norte y el sur se estrecha, la brecha energética se está ampliando. Las tasas de salarios ajustadas por productividad en China han subido a más de la mitad del nivel de EEUU, según Boston Consulting Group. Mientras tanto, los precios de la energía han estado bajando y los países productores de petróleo de la OPEP han fracasado en detener el declive. Algunos países afortunados, especialmente EEUU, se están beneficiando de estas tendencias simultáneas.
Aunque el combustible barato teóricamente ayuda a todos los países dependientes de energía, los beneficios están distribuidos de manera dispar. El gran beneficiario, gracias al gas natural shale, es EEUU. No sólo es ayudado por las firmas que traen de vuelta las manufacturas, sino que también es un oasis del gas barato. Eso está atrayendo a industrias intensivas en energía como químicos, petroquímicos, aluminio y acero.
Europa hizo la apuesta equivocada. En el largo plazo, hacer los combustibles fósiles más caros al subsidiar las energías renovables y cobrar por las emisiones de carbono podría llevar a la UE a una oferta constante de energía limpia y barata. Pero, por el momento, está anulando los beneficios de los menores precios de la energía y dándole a las firmas europeas un incentivo para reubicarse.
"Ninguna inversión intensiva en energía está teniendo lugar en Europa actualmente", afirma Dieter Helm, profesor de política energética de la Universidad de Oxford. "¿Por qué ubicar una nueva inversión en un lugar con altos costos laborales y altos costos energéticos, muchos de los cuales son autoinfligidos?".
Claramente es mucho más caro y difícil construir una nueva planta productora de aluminio o químicos en otro país que externalizar la manufactura de textil o electrónica a una planta ya existente en China. Estas son industrias de ciclos largos e intensivas en capital que no pueden moverse por antojo. La energía también representa una menor porción de los costos de producción en la mayoría de las industrias que los salarios o las materias primas. El EEF, la entidad manufacturera del Reino Unido, asegura que la energía abarca 5% o menos de los costos para 70% de sus miembros. La fundición de aluminio es el mayor devorador de combustible con 30% de los costos.
Los países europeos han intentado proteger a las industrias intensivas en energía de los costos de cambiarse a las renovables. Alemania, cuya política Energiewende de obtener 80% de electricidad de fuentes limpias en 2050 está causando un intenso estrés, ha limitado los cobros de las renovables a la industria pesada, a pesar de la presión de la UE para restringir los subsidios.
Pero las presiones son intensas y es poco probable que retrocedan. Incluso si los países europeos cambian de rumbo, ninguna gran economía puede igualar a EEUU en el gas shale. Incluso cuando EEUU comience a exportar gas natural licuado a Europa mantendrá una ventaja significativa de costos.
La importancia comparativa de la energía crece a medida que la de los salarios disminuye. El regreso de la manufactura estadounidense está apoyada por los crecientes sueldos en otras partes. Entre 2006 y 2011, los salarios asiáticos subieron 5,7% por año, comparado con 0,4% en las economías desarrolladas. La productividad también ha subido: una planta manufacturera avanzada a menudo emplea menos de 200 personas.
Por lo tanto, las empresas se están mudando, a menudo a EEUU cuando toman nuevas decisiones de inversión. BASF, la química alemana, es un ejemplo: está ubicando 25% de su presupuesto de inversión de 20 mil millones de euros en los próximos cinco años en EEUU, y planea construir un sitio de propileno por US$ 1.400 millones en la Costa del Golfo. El gas natural no sólo entregará la energía, sino también las materias primas químicas.