La especulación sobre un repunte económico en las naciones desarrolladas ha provocado la mayor venta mensual en los mercados de deuda emergente desde el taper tantrum o "pataleta por reducción del estímulo", como se conoce el episodio que desató una abrupta salida de capitales en 2013, elevando las preocupaciones acerca de que el mundo está entrando a una fase de turbulencia.
En un mes, los inversionistas han retirado US$ 4.400 millones de bonos de monedas duras emitidos por gobiernos emergentes, según el Instituto de Finanzas Internacionales.
Los sólidos datos de empleo en mayo han revivido las expectativas de que EEUU está volviendo al crecimiento, aumentando la probabilidad de un alza de tasas este año. Eso eleva la perspectiva de mejores retornos en EEUU, frenando el apetito por activos emergentes.
Los inversionistas temen una repetición de la agitación en mercados emergentes en 2013 luego de que la Reserva Federal indicara que EEUU se estaba preparando para terminar su programa de compra de activos.
Otro cambio en la política podría detener los flujos hacia los mercados emergentes en hasta 80%, según el Banco Mundial, que ha advertido que la creciente emisión de deuda y la dependencia en inversionistas no locales ha dejado a muchos países vulnerables.
La menor demanda por deuda emergente se ha visto exacerbada por la turbulencia en los mercados de bonos, que ayer vieron otra brusca venta en los bunds alemanes.
A medida que el dólar se fortalece, también hay preocupaciones sobre la capacidad de los gobiernos de cumplir con la deuda en dicha moneda. A los analistas les preocupa el impacto de un alza de tasas en EEUU sobre los países con grandes déficit de cuenta corriente y alta inflación, como Sudáfrica, Turquía y Brasil.